Italia: Despedida y cierre


Por José Joaquín Beeme

En los cementerios de la era pandémica grupos de enmascarados, escrupulosamente distanciados y sombríos, rinden homenaje a los caídos entonando Bella ciao!, cuya letra habla de la irrupción de un mal oscuro, de un «invasor» innominado…

Por José Joaquín Beeme
Corresponsal del Pollo Urbano en Italia

…que de buena mañana, en plena cotidianeidad, quiebra escandalosamente la precaria existencia nuestra, siempre bajo amenaza. Florecerá otra vez, en lo alto de la montaña, una vida nueva; pero será a costa, primero, de enterrar esa otra que, rebeldes hasta lo imposible, supimos vender bien cara. Filogénesis complicada la de este himno de la Resistencia, claro ejemplo de hibridación cultural o música ecuménica: canto de las arroceras padanas (y la Mangano esculpió el mito tras el que latían desgastadas mondine como Giovanna Daffini), nenia del Véneto, villancico napolitano, canto alpino, balada tradicional, cancioncilla infantil, folclor dálmata, aire klezmer-yiddish, tonada blues… Puesta en circulación por una brigada partisana en los Abruzos (la banda patriótica de la Majella: el lince su nagual), así lo ha podido reconstruir mi amigo Cesare Bermani en un estudio recién publicado, fue ascendiendo a medida que se liberaba la península, hasta alcanzar, ya en la posguerra, la «universalidad de las resistencias» en numerosos registros fonográficos: de Montand a Bregović, del coro del Ejército Rojo a los zapatistas, incluyendo la versión de Najwa Nimri para La casa de papel, serie muy seguida aquí por su vena anarcoide. Cesare, historiador y etnomusicólogo dueño de un inmenso archivo de grabaciones que constituyen un auténtico corpus de la canción popular, colaboró con Luciano Berio y, unido al Nuevo Cancionero Italiano de Leydi-Bosio, giró los teatros italianos bajo la dirección de Dario Fo. Para este sabio de Novara que lo mismo escribe de historia oral y canción-protesta que de la emigración forzada a la Alemania de Hitler, de ocupación fabril o de brujería, vestí un ensayo sobre Gramsci, que indagaba la no siempre pacífica relación de los intelectuales con la cultura proletaria. Ahora me regala, a sus 83 años, este librito sobre la fortuna de una sencilla melodía que es despedida y es esperanza, augurio, fatalidad de lucha y primavera eternamente renovadas. «Early this mornin’ you knocked upon my door, and I said hello, Satan, I believe it’s time to go.» Algunas veces el viejo espíritu del blues, un triste diablo, llama a tu puerta bien temprano, apenas alzas la cabeza, y toca irse con él.

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