Democracia con anisakis


Por Manuel Medrano
http://manuelmedrano.wordpress.com

      Sí, sí, que tenemos una infección, con brotes alérgicos asociados y a veces crisis graves por agusanamiento.

  Vamos con una relación de síntomas, uno tras otro en perfecto desorden.

    La descalificación personal y simplista de unos cabecillas a otros, usando adjetivos rimbombantes que no solucionan nada, crispan y generan reacciones histéricas. El continuo menosprecio al arraigo de los políticos en su circunscripción electoral, paracas, cuneros, sólo faltan marcianos en las listas. Los conversos que de pronto ven la luz en otro sitio, sueldo mediante, eso que antes se llamaba mercenariado. Los alardes de Arte Dramático en tribunas y mítines, que antes se reservaban al teatro y el cine, donde también se critican las sobreactuaciones, y que generan profunda desconfianza cuando son reiterados. Las performances sistemáticas, hasta que pierden credibilidad puesto que ni son improvisadas ni se busca el contacto directo con el espectador, sólo su fascinación.

    Las primarias, secundarias y terciarias, muy loables pero menos garantistas, ya puestos, que la insaculación, y que obvian con frecuencia, en muchos ámbitos y ocasiones, cualquier principio de igualdad, mérito, capacidad, trayectoria y experiencia, en todos los niveles del desempeño político.

   Los lobbies en los partidos y las administraciones, también llamados grupos de presión pero obviando la bonita y clara palabra castellana de “cabildeo”, en los cuales se prima la colocación no ya de fieles sino de dependientes, es decir, gente que en caso contrario no tendría dónde caerse muerto. Los currículos falsos de políticos y candidatos, no sólo por lo que a su formación educativa o académica se refiere, sino alardeando de trabajos de fuste en empresas privadas cuyos nombres no constan en ninguna parte (o simplemente, no los ponen y ya está, menos riesgo).

   El ensalzamiento de jóvenes valores, con un bagaje cercano a cero pero que han tenido espacio televisivo o similar; vamos, candidatos “Gran Hermano”. A este respecto recuerdo lo que dijo el periodista Jaime González cuando le vendían en plena crisis económica el gran aporte de la juventud para el desempeño político, valorando sólo esa circunstancia cronológica: “para chavales estamos”.

   El problema de la inmigración, del que no voy a decir más que una cosa: no hay dinero para todos, cada vez menos, o los recursos revierten en la peña patria y quienes vienen aquí legalmente a doblar el lomo, o se generará un racismo cada vez más exacerbado.

    Y, mientras en plena campaña política eterna las gentes de la cosa pública se inyectan cada vez más “radikalin”, el pueblo llano empieza a cansarse, a darse cuenta de que la solidaridad bien entendida empieza por uno mismo, que hasta el 0’7% del IRPF que el Estado te obliga a “donar” es una injerencia intolerable en tu libertad (yo dono lo que quiero y a quien quiero, el Estado que deje de disponer por mi), que la coherencia en las trayectorias políticas se premia y la incoherencia se penaliza, y que, finalmente, cada vez se vota más a las personas y menos exclusivamente a las formaciones políticas. Ejemplo: yo siempre sostuve que Juan Alberto Belloch, cuando se presentaba como candidato a la alcaldía de Zaragoza, aportaba un valor añadido de 2 concejales al resultado que obtendrían con otro de cabecera. Me lo negaba todo el mundo, de todos los partidos mayoritarios. Hoy buscan esos valores añadidos, pero no, amigos, salir en la tele o dedicarse al mundo del espectáculo, o ser protagonista de una tragedia humana… ya no son valores añadidos.

    Bueno, pues aquí os dejo estas reflexiones. Unas las compartiréis, otras no, y otras según y cómo. Pero así se avanza, mediante el acuerdo y, también, mediante la disensión y el debate firmes pero serenos. O eso creo yo.

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