La DPZ restaura la fachada de la antigua confitería Zorraquino


Por María Sarmiento

     La Diputación de Zaragoza ha restaurado la fachada de la antigua confitería Zorraquino, que ahora alberga la tienda del Taller Escuela Cerámica de Muel en el número 44 de la calle del Coso de la capital aragonesa.

    Al estar situado en los bajos del palacio de Sástago, el local está protegido como Bien de Interés Cultural (BIC). Los trabajos han costado 22.700 euros y se han centrado en recuperar la madera y el resto de materiales  que conforman la fachada devolviéndoles así su esplendor original.

    La tienda del Taller Escuela Cerámica de Muel se sitúa en el lateral izquierdo de la planta inferior del palacio de Sástago, de ahí su catalogación desde 1974 como BIC en la categoría de monumento histórico artístico. La fachada de este local es de estilo ecléctico y está compuesta de madera tallada y vidrio artístico en la parte superior.

    “La madera que compone la fachada no se encontraba en buen estado debido al paso del tiempo y a la degradación producida por las inclemencias climáticas y los daños originados como consecuencia de su ubicación”, explica el jefe de sección de Gestión de Obras de Restauración de la DPZ, Manuel Sofí. “Los trabajos de restauración, que han tenido un coste de 22.700 euros y han durado mes y medio, han permitido devolver a esta bella fachada un estado de conservación óptimo a la altura de su relevancia y singularidad dentro del patrimonio zaragozano”, añade Sofí.

    La fachada está construida principalmente por madera frondosa pero también de cristal, planchas metálicas, siliconas, barnices, tintes y papel que también se encontraban degradados aunque en menor grado. Por ello, los trabajos de restauración también se han centrado en eliminar el óxido y todos los residuos originados por la polución y en rellenar las grietas de estos materiales, lo que ha permitido recuperar los colores originales de las vitrinas. Los vidrios de la parte superior se encontraban en buen estado así que solo ha sido necesario proceder a su limpieza.

    La fachada está expuesta al exterior de manera continuada, lo que ha producido que se hubiesen modificado su color y su textura, indicadores del envejecimiento del material. El color se había oscurecido y presentaba un tono gris y la textura había pasado a ser áspera y astillada debido a la pérdida de las capas de protección, con pequeños fragmentos sobresalientes y grietas. Para solucionarlo, la intervención se ha centrado en la eliminación de las capas deterioradas, en sustituir los elementos de baja calidad, estabilizar los desplomes y en eliminar algunos elementos sin uso como paneles de conglomerado para favorecer su conservación del monumento.

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