Pollerías / Octubre


Por Martín Ballonga

     Un éxito sin igual del Pollo Urbano! Una sección  con píldoras, runrunes y comentarios que nos llevaran por pequeñas pistas a caminos de interés asegurado para nuestros lectores No te pierdas esta sección!

 
  
    El alcalde pepero Alberto Herrero quiere incluir el Milagro de Calanda como ruta mariana de turismo religioso. Buñuel, entre risas (y desde el cielo), lo celebra. Un día sin risa, recuerden, es un día perdido. Porque la risa amenaza lo sagrado y frente a lo sagrado, si no se permite el humor, solo que bajar la cabeza y callar. Ya lo dijo Salomón, lo mejor de Calanda es el melocotón.

  La restauración por la cinemateca mexicana de ‘Ensayo de un crimen’ se vio en el reciente festival de Venecia. Esta comedia negra dirigida en 1955 por Luis Buñuel, también conocida como ‘La vida criminal de Archibaldo de la Cruz’, es una muestra maravillosa de su cine comprometido y su México no tan lindo pero sí querido.

  A Buñuel le hubiera encantado la película autobiográfica de Valeria Bruni Tedeschi ‘La casa de verano’, recientemente estrenada en los circuitos comerciales, un demoledor y muy divertido –y loco- retrato de las patologías familiares burguesas y de las relaciones entre las clases sociales de arriba y abajo. Y aunque parece que a la directora se le va a ir la película por el lado de la farsa, al final se las apaña y controla, dispara entre ceja y ceja y, encima, conmueve.

  Iconos representativos del siglo XX serían las imágenes de Lenin, gorra en mano, arengando al pueblo; la puerta de entrada a Auschwitz; el cartel de ‘Lo que el viento se llevó’; Fleming en su laboratorio; John Lenon y Yoko Ono con minifalda; el hongo nuclear; el planeta Tierra visto desde su satélite o, por supuesto, el cateto Paco Martínez Soria, con su inseparable boina, caminando por la gran ciudad. La ciudad no es para mí.

  Las novelas de Delibes o ‘La lluvia amarilla’ de Llamazares –deudora de alguna manera de Rulfo- fueron pioneras en la denuncia de esa realidad que mucho más recientemente Sergio del Molino ha puesto de moda con el nombre de ‘La España vacía’, y que alguien corrigió como la España vaciada: un despoblado, depauperado, olvidado y extenso interior peninsular que en los últimos tiempos ha sido objeto de mucha literatura que en algunos casos ha contribuido a romper los esquemas y los tópicos, como sucede en la exitosa –y, no obstante, recomendable- ‘Los asquerosos’, novela del portugalujo ‘ruralizado’ Santiago Lorenzo, o en otros ha aportado una visión desde ámbitos como el feminismo, lo que hace en ‘Tierra de mujeres’ la joven veterinaria cordobesa María Sánchez. El sangrante desequilibrio demográfico rural, con boinas o sin ellas, se transforma en los días estivales en aliviaderos o sucursales de la ciudad. Porque los pueblos también tienen derecho a divertirse unos días antes de morir.

  Carlos Saura es uno de los bustos parlantes del documental de la alemana Margarethe Von Trotta (en colaboración con Bettina Böhler y Felis Moeller) ‘Entendiendo a Ingmar Bergman’, recientemente estrenado en Zaragoza. La película parece más bien una disputa ente bergmanianos por ver cuál es el más auténtico y quiénes no pasan de ser unos advenedizos de última hora. En la conversación entre la actriz Liv Ullman y la propia Von Trotta se advierten los celos por situarse más cerca del cineasta sueco evocado. Menos mal que las declaraciones de Daniel Bergman, que habla del personaje como padre, sirven para recordar que fue un ser humano lleno de defectos y de egoísmos.

  ¿Se atreverán los responsables de la peña (perdón, academia…) del cine aragonés, con Jesús Marco al frente, en seleccionar el documental de Antonio Tausiet ‘Zaragoza vil’ para los próximos premios Simón? Hagan apuestas.

  Por cierto, los cineastas (o lo que sean) Gaizka Churresku y Vicky Caragria, más conocidos como Míster y Miss Subvenciones, han pedido a Jesús Marco que solo se seleccionen para los Simón películas profesionales. O sea, las institucionales. Lo quieren todo. Ñam, ñam…

  El papa Francisco confirmó a monseñor Vicente Jiménez Zamora, actual arzobispo de Zaragoza, como miembro de la congregación para los institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica. Esta designación es por un periodo de cinco años, o sea, hasta el 2024, con una cláusula de prórroga indefinida. De aquí a la eternidad.

  Ante tal nombramiento, el alcalde cesaraugustano Jorge Azcón pensó en este monseñor como pregonero de las fiestas pilaristas en este tierno octubre de lujurias y azoteas. Al final, Vicente Jiménez desestimó el ofrecimiento y nos quedamos, ay, sin vaticana liturgia pregonera. ¡Arriba las fiestas del Pilar! ¡Abajo las caenas!

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