Por Cristina Beltrán
Se ha ido tranquila, alegre y dignamente para no preocupar a nadie, sin explicar demasiado.
Desde El Pollo Urbano la recordaremos siempre como una mujer de silueta y aspecto imponente, muy viva y adelantada a su tiempo, una estrella entre guijarros, eso parecía.
La Zaragoza de finales de los 80 y principio de los 90 tenía su propia movida y una persona esencial en todos los foros era ella. Ya es parte del polvo de estrellas que admiramos las noches brillantes sin luna.
Artista brillante con luz propia que nunca pudo desplegar todo su brillo en nuestras provincianas capitales, talvez por cuestión de ser mujer o buscar el amparo y la seguridad donde nunca la terminó de encontrar. Si hubiera sido hombre estoy segura de que no habría sido mirada de la misma forma, aún así nunca ocultó su afán de protagonismo e hizo suyo el lema de Tamara de Lemprika “antes muerta que sencilla”, no disimuló su avidez interesada para hacerse hueco artístico, aunque en nuestra comunidad poco importa, quien es capaz de sobrevivir en Aragón bien puede moverse por el mundo mundial; quizá esa fue una de las razones para su marcha a Barcelona, quizá una de ellas porque segura estoy de que fueron varias además de la impotencia y el desgaste de la salud en el intenso intento de sobrevivir sobresaliendo sabiéndose distinta.
Licenciada en Filosofía y Letras se doctoró en Arte y ejercía dando clases y talleres, últimamente como directora de INTERART una escuela de arte terapia en Barcelona.
Si la estética es esencial en el mundo del arte y de la creatividad ella es una esencia de buqué especial destilada para pervivir y recordarnos el ambiente de esos añorados años de tanta libertad.
De presencia contundente y arrolladora, sus vestiduras, cabellos y complementos de elaboración propia crearon un peculiar estilo, distinto en la forma de llevarlos y original en los momentos elegidos. Ella en si misma era una performance.
Vivía en Barcelona, pero podría haber vivido en cualquier ciudad del mundo. New York se le quedó pequeña y Huesca su ciudad natal era su casa con todos claroscuros. Nadie llegó a tener una visión global de ella porque se repartía en trozos y compartía a su antojo su intimidad pero nunca desplegándose para ver el panorama de si misma en su totalidad.
Trabajaba el pan de oro con conocimiento y a su antojo, como homenaje familiar y regreso a su infancia, como un símbolo más allá de la riqueza adinerada. La imitaciones de materiales nobles siempre la fascinaron, llegando a utilizarlas en obras o en sí misma como una obra más, se la podía ver acompañada por amigos singulares y disfrutando momentos con Ignacio Guelbenzu y Mario, el Telex, Jesusa o Sergio, Ricardo o miembros del grupo forma, había mucho movimiento de gentes, artistas, actores, productores, arquitectos, periodistas, políticos en esos días incipientes de libertad y renacer de la creación artística en todos los ámbitos zaragozanos, los locales fueron abriéndose: Caligrama, Bonanza, Modo, Caipiriña, El Café de la Infanta, KWM, Roler, Laura, Marioneta, Bambalinas….estos y otros muchos más, todos emblemáticos para grupos de encuentro y reunión, repartidos por la geografía de nuestra capital de recorrido habitual y obligado para toda persona que se considerase al día en temas de cultura, política y arte en aquel momento.
Una ebullición de interesante entusiasmo y curiosidad por saber y relacionarse, por pasarlo bien; al margen de las opiniones distintas que cada una tenía, los políticos salían y se codeaban en estos ambientes se hacían fotos tomando copas con periodistas, deportistas y artistas en lugares divertidos, como uno más, formando parte de la sociedad que habitaban, escuchaban ideas e iniciativas novedosas, apoyaban los aires de libertad de expresión que se respiraban en Zaragoza y entre toda esa nebulosa estaba cómo no! También Chus. Creo que a más de uno le intimidaba su sola presencia de mirada avispada e inquisidora, melena ensortijada y suelta, perlas de plástico, labios de rojo chorizo y guantes hasta el codo.
Eterna buscadora de su dosis de bienestar, por fin estoy segura de que lo ha encontrado y nos espera como anfitriona y protagonista en un rinconcito perfecto de edén cedido por el mismísimo Dios (o Diosa suprema) para la ocasión especial con sus seres queridos. Su forma de realizar arte fue única y sin embargo se ha ido como realmente era en los momentos íntimos, entrañable sensible e intentando ser una más, sin las estridencias pasadas, sin máscaras, segura de la huella dejada.
No voy a decir “qué buena era, o mueren los mejores…” ¡No! porque sería mentir y no me gustaría decirlo de nadie importante para mí, ni que de mí lo digan el día que llegue mi hora. La gente es maravillosa con sus imperfecciones y Chus sin ellas sería gris, pasando desapercibida, y eso sí que no.
Artista única, total en fondo y forma gracias por formar parte de nuestra vida en algún momento. Eras una estrella aquí y ha nacido una estrella, cuando mire al cielo te veré junto a otros que se fueron antes preparando la gran fiesta.
Brindemos por Chus con cava y perlas para revivir los buenos momentos que juntas pasamos, brindemos por el futuro sin reservas y deseando que su brillo perdure.