Por Jorge Moreno
Ya no ocupan las portadas de los periódicos, pero miles de niños sirios siguen llegando de la guerra y la violencia; en nuestra retina la imagen del niño muerto en la orilla .Saben que en este viaje a Europa se juegan la vida, pero a para del frío y el mal tiempo se embarcan dispuestos a dejar a tras el horror.
Ellos los más pequeños son los más vulnerables. Muchos han muerto víctimas del cansancio, el frío o los naufragios. El informe de Unicef es demoledor, ocho millones de niños necesitan ayuda y faltan recursos para atender una tragedia humanitaria de esta magnitud. Ante la incompetencia de los dignatarios europeos, las ONG están dando la talla, salvando vidas y poniendo en marcha proyectos de salud, nutrición, educación y ayuda sicológica.
Los niños que han nacido en estos cinco últimos años nunca podrán conocer la Siria que sus padres recuerdan. Las bombas han reducido a escombros viviendas, escuelas, hospitales y parque. Millones de niños desplazados dentro del país np tienen acceso a la sanidad, la educación ni a un entorno seguro. Se han acostumbrado a vivir en una espiral de violencia. Sufren bombardeos, cortes de luz, falta de agua potable y escasez de alimentos. En Siria enfermedades que se creían erradicas han vuelto a aparecer y los niños mueren de desnutrición. Los más pequeños son víctimas de las mafias de la explotación sexual o el tráfico de personas. En medio de la guerra y la pobreza, ellos son el sostén de su familia.
Desde que estalló el conflicto, muchos menores han dejado la escuela para ayudar a sus familias y trabajan en condiciones de esclavitud. Otros son reclutados como soldado, obligados a mendigar o los usan para el contrabando de mercancías. Con todo esto ¿EUROPA QUE HACE, MIRA PARA OTRO LADO?
