Científicos encuentran la clave para reparar los corazones dañados (Diciembre14 – Enero 15)

Por Jorge Moreno

     Los científicos, que han publicado hoy su trabajo en la revista ‘Cell Stem Cell’, han conseguido regenerar y curar corazones infartados de ratones.

    SíguenosUna investigación llevada a cabo por científicos del Salk Institute de California encabezados por Juan Carlos Izpisúa y en la que ha participado también el Hospital Clínic de Barcelona ha encontrado la clave para reparar corazones dañados.

    Los científicos, que han publicado su trabajo en la revista Cell Stem Cell, han conseguido regenerar y curar corazones infartados de ratones mediante la reactivación de la maquinaria molecular presente en las células cardíacas.

   Lo han conseguido mediante el bloqueo de cuatro moléculas que son capaces de inhibir los programas para la regeneración de órganos, lo que abre la puerta a nuevos tratamientos para diferentes enfermedades cardíacas.

    El Hospital Clínic de Barcelona ha participado en este proyecto internacional a través del doctor Josep M. Campistol, quien ha explicado que «este estudio ha demostrado cuáles son los mecanismos responsables de la regeneración cardíaca en mamíferos adultos».

    Desde el Hospital Clínic de Barcelona, en colaboración con Izpisúa, se plantean la traslación de estos resultados a pacientes con cardiopatías severas e irreversibles. «Sabemos que este tipo de estudios requieren tiempo y de muchas fases, pero estos resultados nos sitúan en un escenario sin precedentes. Hay que seguir trabajando», dicen.

    La investigación sugiere que, aunque los mamíferos adultos no son capaces de regenerar, por norma general, los tejidos dañados, éstos pueden retener una capacidad latente que está presente durante el desarrollo embrionario, del mismo modo que lo hacen organismos inferiores en la escala evolutiva.

    En un comunicado del Hospital Clínic, Juan Carlos Izpisúa señala que «la regeneración de órganos es un proceso fascinante que recapitula los procesos observados durante el desarrollo». «Aún así -añade-, a pesar de conocer cómo ocurre la embriogénesis y del hecho de que la información para generar cada órgano está presente de forma inequívoca en el genoma de mamíferos, los mecanismos que provocan la regeneración de órganos en mamíferos adultos permanecen sin esclarecer».

   El grupo de Izpisúa, en el que colabora Campistol, lleva mucho tiempo tratando de descubrir cuáles son los elementos que controlan y ponen en marcha la regeneración en organismos que son capaces de llevar a cabo este proceso.

   Así, el laboratorio de Izpisúa fue pionero en identificar muchas moléculas esenciales que definen el desarrollo de los vertebrados. Ya en el año 2003 el grupo identificó las señales responsables de la regeneración del corazón de pez cebra y en el 2010 describió en un artículo publicado en la revista Nature cómo se llevaba a cabo esa regeneración.

    Ese estudio reveló que las células cardíacas tienen capacidad de convertirse en células más inmaduras, similares a las células precursoras del corazón, lo que les permite multiplicarse y regenerar el tejido dañado. Estudios previos han tratado de dilucidar las claves moleculares responsables de la proliferación de células cardíacas en corazones de mamíferos recién nacidos.

    «Para este trabajo nos hemos centrado en los resultados obtenidos con el pez cebra y hemos pensado que si ellos saben cómo regenerar tejidos, debe haber algo que nos puedan enseñar», dice Aitor Aguirre, otro de los científicos del proyecto.

    Los investigadores decidieron centrarse en el estudio de los microRNAs, fragmentos cortos de RNA que controlan la expresión de muchos genes, inyectaron un adenovirus capaz de infectar células cardíacas que bloqueaban los microRNAs y observaron que provocaba una regeneración de estas células con la consiguiente mejora de aspectos físicos y funcionales del corazón, como el grosor de las paredes y la capacidad de bombear sangre.

    La cicatriz provocada por el infarto también se redujo tras el tratamiento con estos inhibidores. El siguiente paso que se plantean ahora los científicos es pasar a otro tipo de animales que suelen utilizarse en estudios en fase preclínica y comprobar si la reprogramación regenerativa puede funcionar en estos animales.

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