Recuerdos de viaje: el cráter de Chicxulub


Por Pablo Rico

    Hace 65 millones de años, un meteorito de unos 12 km de diámetro, aproximadamente, más grande que la isla de Manhattan, a una velocidad de unos 40.000 km/h, llegó a la atmósfera de la Tierra y, desintegrado, impactó con la superficie terrestre en una zona en concreto de la península de Yucatán, México.
En el centro de la catástrofe: la vida renació de entre las cenizas del planeta

   La energía liberada, semejante a mil millones de bombas atómicas como la arrojada sobre Hiroshima, elevó la temperatura media de nuestra atmósfera a 700º C. destruyendo más del 75% de las especies vegetales y animales terrestres del planeta y la mitad de las especies marinas; se ha calculado que no sobrevivió ningún ser vivo de más de seis kilos, entre ellos unos pocos mamíferos.

   La vida en la Tierra tardó en renacer y recrearse cientos de miles de años. No sólo se extinguieron los dinosaurios que habían “reinado” en nuestro planeta millones de años, sino la mayor parte de animales y plantas de las cuales desconocemos casi todo. La evolución y la adaptación a las nuevas condiciones catastróficas hicieron el resto… El impacto dejó un cráter de casi 200 km de diámetro, pero también arrojó a la atmósfera millones de restos rocosos que se elevaron miles de km (dicen que pudieron llegar hasta la luna) cayendo a su vez sobre la Tierra en forma de innumerables meteoritos “terrestres” sembrando de renovada destrucción toda la superficie de nuestro planeta malherido. Podemos evaluar terremotos de 11 grados en la escala sísmica de Richter, tsunamis con olas de centenares de metros de altura, trillones de toneladas de cenizas y sedimentos posándose sobre el globo terráqueo durante miles de años… ¿Alguien puede imaginar todo eso, pensar cómo la vida se reinventó tras aquella catástrofe universal, por decir algo?

    El centro de aquel cráter se localiza en Chicxulub, en la península de Yucatán, a unos escasos km del puerto costero de Progreso. Precisamente, el 31 de diciembre de 2010 yo estaba en Progreso, en el centro de la catástrofe más decisiva de la historia de la Tierra. Este retrato está iluminado con los últimos rayos de luz solar aquel día, los últimos, era una luz mandarina, más que hermosa. En aquellos momentos pensaba exactamente en todo lo que he contado líneas arriba. En el centro de la catástrofe: la belleza… Y recordaba las últimas palabras de Roy Batty, el replicante rubio en Blade Runner: “He visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es la hora, es tiempo de morir”… Pues eso: que todos esos momentos que hemos vivido heroicamente se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Sólo nos sobrevivirán por un tiempo nuestras literaturas y nuestras obras de creación, en mi caso lo que escribo y las imágenes que invento y/o atesoro en mi memoria mineral. Y también todo esto se marchitará con el olvido. Punto…

Progreso, Yucatán, Pablo J. Rico, 31 de diciembre de 2010
El blog del autor: http://pablojrico.blogspot.com/

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