Mirella Abrisqueta y la mujer que soñaba con números


Por Don Quiterio

  Si el escritor Marcel Proust logró conjugar el pasado a través de una magdalena en una taza de té, o el periodista A.J. Liebling lo hizo al recrear el olor a cuero de los guantes de los gimnasios de Manhattan, Mirella Abrisqueta…

…rescata en su largometraje documental ‘La mujer que soñaba con números’, que escribe y dirige, el espíritu de la zaragozana de orígenes franceses María Andresa Casamayor, cosecha de 1720. Queda meridianamente claro que la constancia en la carrera de la documentalista aragonesa es un don admirable. “Si tú estás duro, yo tengo tiempo”, le dijo el perro al hueso.

  Autora de los documentales ‘Cicatrices de piedra’ (2006), ‘La bolsa de Bielsa: el puerto de hielo’ (2008) o ‘Zoel García de Galdeano, el legado’ (2018), a veces con la colaboración de José Ángel Delgado o Pedro José Miana, la cineasta rescata ahora del olvido, desde la productora Sintregua Comunicación, a una matemática que publica, con diecisiete años y bajo un seudónimo masculino, ‘Tyrocinio Arithmetico’, un sencillo manual para enseñar las operaciones más básicas de esta disciplina (sumar, restar, multiplicar, dividir) a los comerciantes y que estos pudieran manejarse. No hace falta decir que hablamos de una época en la que no solo las mujeres no recibían educación, sino que nadie la recibía. La obsesión por el tiempo no está en la naturaleza, la llevamos nosotros a las cosas.

  Se trata del primer texto científico que se conoce (y se conserva) escrito por una mujer en España. A la matemática zaragozana la cita un contemporáneo suyo, Félix Latassa, en una enciclopedia que escribe sobre escritores aragoneses. En su necesidad de divulgar y de hacer accesibles las matemáticas. María Andresa Casamayor se erige en un ejemplo de tenacidad, y de promiscuidad, al escribir su manual para una gente que hace las operaciones matemáticas de cabeza, las utiliza a diario y no tiene una forma de aprenderlas. Este conocimiento maravilloso, casi mágico, estaba solo al alcance de una minoría de escribas. Gracias a esta herramienta, este saber pudo extenderse a las clases más necesitadas, y con ello se facilitaba el negocio de los comerciantes. La perfección, recuerden, lleva tiempo.

  Su desconocida historia ha sido rastreada, en efecto, por Mirella Abrisqueta junto a un grupo del instituto universitario de investigaciones de matemáticas y aplicaciones. Son los detalles de una biografía, muchos de ellos inéditos hasta ahora, para aportar el reconocimiento a una mujer del siglo dieciocho que en su época no tuvo. El audiovisual recurre a la ficción debido a esa falta de datos sobre su vida. Otro de los protagonistas del relato es la ciudad de Zaragoza, con personajes como el conde de Aranda, Ramón Pignatelli y Josefa Arnar y Borbón. También se da voz a diversos expertos en diferentes disciplinas.

  Un trabajo hecho con profesionalidad, dedicación y mucho cariño. El tiempo en estado puro era lo único que quería encontrar Proust. Y Mirella Abrisqueta, en su afán documentalista, conjuga el pasado de una mujer que soñaba con números. Ya saben lo que le dijo el perro al hueso: “Si tú estás duro, yo tengo tiempo”.

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