Solo se vive una vez: Rafael Romero Marchent, Javier Aguirre, Lucía Bosé, Concha Hidalgo y Claudio Rodríguez  


Por Don Quiterio

  El mundo del cine español ha dicho adiós, recientemente, a Rafael Romero Marchent, Javier Aguirre, Lucía Bosé, Concha Hidalgo y Claudio Rodríguez.

    Ellos han sido, con sus aciertos y sus errores, una parte importante de la historia de nuestra cinematografía. Y, de un modo u otro, tuvieron relación con gente del cine aragonés, signifique lo que signifique lo de “cine aragonés”.

  Actor, guionista, doblador y director, e hijo y hermano de cineastas (dos hermanos directores y una hermana montadora), el madrileño Rafael Romero Marchent interviene en más de trescientas películas. A los veinte años decide abandonar la carrera de medicina para convertirse en actor. Su padre es también del gremio del cine, pues funda en 1939 la revista ‘Radiocinema’, que deja de publicarse en 1964. De muy joven ya interpreta un papel en la película de Edgar Neville ‘El traje de luces’ (1947). Triunfa igualmente en el teatro, en las compañías de Tina Gascó, Amparo Rivelles o Lolita Villaespesa. También trabaja de doblador y la voz de Antonio Molina, cuando no canta, es la suya. Alentado por su hermano Joaquín Luis, dirige en 1965 su primer filme, ‘Ocaso de un pistolero’, al que siguen otros treinta, no siempre relacionados con el género del oeste. El zaragozano Emilio Foriscot fotografía sus películas ‘Dos cruces en Danger Pass’ (1968), ‘Uno a uno sin piedad’ (1968) y ‘La boda o la vida’ (1972). El turolense Antón García Abril ejecuta la banda sonora de ‘Manos torpes’ (1969). Y el actor zaragozano Carlos Ballesteros es uno de los protagonistas de ‘El lobo negro’ y ‘Duelo a muerte’, ambas realizadas en 1980. Dirige episodios de las series ‘Curro Jiménez’ (1976) y ‘Cañas y barro’ (1978). Sus últimas apariciones como actor las hace en ‘Tiovivo c. 1950’ (José Luis Garci, 2004) y en la serie ‘Cuéntame’.

     El donostiarra Javier Aguirre, por su parte, se niega a seguir los estudios que su burguesa familia le marca –una carrera técnica- y con solo quince años empieza a colaborar en revistas de cine (‘Radiocinema’, ‘Imágenes’, Arcinema’, ‘Primer plano’, ‘Film ideal’, ‘Nuestro cine’). A los diecinueve rueda su primer cortometraje amateur y en 1955 funda el cineclub de San Sebastián. Es ayudante de dirección en ‘Despedida de soltero’ (1958), de Eugenio Martín, y en ‘Festival’ (1959), de Eusebio Fernández Ardavín. En 1964 dirige su primer largometraje, el documental ‘España insólita’, con las voces de Francisco Rabal y Fernando Rey, y seguidamente su primera película abiertamente comercial, la infantil ‘Los oficios de Cándido’ (1965). El productor zaragozano Eduardo Ducay trabaja en ‘Los chicos con las chicas’ (1967) como coguionista, junto a Leonardo Martín, Carlos Muñiz, Juan Cobos, Francisco Prósper y Miguel Rubio. Y el músico Antón García Abril colabora con él en ‘El astronauta’ (1970) y ‘Rocky Carambola’ (1979). O la actriz zaragozana Carmen de Lirio participa en ‘Carne apaleada’, descarnado drama ambientado en un penal femenino, según la novela autobiográfica de Inés Palau. Este realizador, guionista, productor y director de fotografía dirige películas directamente comerciales junto con lo que él llama “anticine”, es decir, arriesgados ensayos experimentales (‘Fluctuaciones entrópicas’, ‘Objetivo 40’, ‘Vida perra’, ‘Voz’, ‘Medea 2’). Para sus películas comerciales, Aguirre analiza las películas que triunfan en taquilla y el porqué de su éxito y se adapta a los encargos por estrambóticos que sean, ya sea con José Luis Dibildos o con Pedro Masó. Pero Aguirre nunca abandona la experimentación y la vocación intelectual. Su anticine es lo que le apasiona, sin pensar en el público. Y admira a cineastas como Val del Omar, Sistiaga, el Erice de sus películas vanguardistas y, sobre todos, al Buñuel de sus inicios, porque, para él, su “perro andaluz” es la obra cumbre del cine español y del cine de todas las épocas.

  Actriz imprescindible el cine europeo de los cincuenta y sesenta, y madre de una destacada familia de artistas, la milanesa (y española de adaptación) Lucía Bosé debuta en el cine con Dino Risi en el cortometraje ‘Cinco jornadas de Milán’ (1948), si bien ya es reclutada por Luchino Visconti, quien la descubre detrás de un mostrador de una pastelería con apenas dieciséis años y le dice: “Usted puede convertirse en un animal cinematográfico”. Su primer largometraje lo efectúa con Giuseppe de Santis, por recomendación de Visconti, en ‘Non c’è pace tra gli ulivi’ (1949), en el papel de joven pueblerina inmersa en un drama rural trágico. Con Michelangelo Antonioni no hace más que reñir en los rodajes de ‘Crónica de un amor’ (1950) y ‘La señora sin camelias’ (1953). Entre ambas, actúa para Luciano Emmer en ‘Tres enamoradas’ (1951) y ‘Las muchachas de la plaza de España’ (1952), consolidándose en comedias ligeras de chicas que buscan el amor. Estos filmes conocen el éxito popular y da origen a la moda de la comedia rosa de chicas en busca de una relación amorosa, como haría el zaragozano Fernando Palacios en ‘El día de los enamorados’ (1960).  El éxito la lleva a España contratada por Juan Antonio Bardem para rodar ‘Muerte de un ciclista’ (1955), obra clave en su filmografía y en su vida privada, ya que es entonces cuando conoce a quien sería el padre de sus tres criaturas, el torero de moda Luis Miguel Dominguín, “más franquista que Franco”. Esbelta y distante, –“estrella distante”, por decirlo con Roberto Bolaño-, sigue su carrera a las órdenes de cineastas como Jean Cocteau (‘El testamento de orfeo’, 1960) o Federico Fellini (‘Satiricón’, 1969). Luis Buñuel la recluta en 1955 para la coproducción francoitaliana ‘Así es la aurora’, recién aterrizado en Francia tras su exilio mexicano. También trabaja para Soldati, Bolognini, Rosi, Bonnard, Ozpetek, los hermanos Taviani, Duras, Cavani, Moreau, Chávarri, Portabella, Patino, Grau, Camino, Oriol, Andreu, Molina, Mercero, Villaronga… En 1971 interpreta un papel principal en la comercialmente morbosa ‘La casa de las palomas’ (1971), junto a Carmen de Lirio y la adolescente Ornella Muti. Para la pequeña pantalla hace el papel de ‘La señora García se confiesa’, la discreta serie escrita y dirigida por Adolfo Marsillach, coprotagonista además de la historia. La actriz se va alejando poco a poco de las pantallas y se traslada a vivir a la pequeña localidad segoviana de Brieva, donde fallece. La última vez que se pone delante de las cámaras es en ‘One more time” (2013), dirigida al alimón por Pablo Benedetti y David Sordella.

  Muy conocida por la serie creada por el zaragozano Nacho García Velilla ‘Aída’, por su papel de doña Emilia, la actriz de cine, teatro y televisión Concha Hidalgo, melillense criada entre tierras riojanas, navarras y madrileñas, participa en otras series televisivas como ‘El comisario’, ‘Águila roja’, ‘La que se avecina’, ‘Herederos’, ‘Hospital Central’, ‘El internado’, ‘Periodistas’, ‘Policías en el corazón de la calle’ o ‘Javier ya no vive sola’. Además de una larga lista de obras teatrales, Hidalgo interviene de secundaria en unas cuantas películas: ‘La fuerza del destino’ (Gregory Nava, 1988), producción estadounidense en cuyo reparto interviene Francisco Rabal; ‘El viaje a ninguna parte’ (Fernando Fernán Gómez, 1986), sentido tributo a la profesión de cómico; ‘Matador’ (Pedro Almodóvar, 1986), inverosímil corrida torera como metáfora de la muerte cual “imperio de los sentidos” o así; ‘Pájaros de papel’ (Emilio Aragón, 2010), de un costumbrismo de andar por casa, o ‘La mitad del cielo’ (Manuel Gutiérrez Aragón, 1986), título referido a una calificación que Confucio hace de lo que representan las mujeres, entre ellas la actriz Margarita Lozano. También actúa en ‘Valentina’ (Antonio José Betancor, 1982), basada en la primera parte de la novela del oscense Ramón José Sender ‘Crónica del alba’ y con localizaciones en los maravillosos paisajes de Albarracín, o en ‘Los fantasmas de Goya’ (Milos Forman, 2006), desdichada superproducción entre Estados Unidos y España en torno a la figura del pintor fuendetodino. Concha Hidalgo ha sido también script de películas tan importantes como ‘Viridiana’, de Buñuel, ‘El verdugo’, de Berlanga, o ‘Maribel y la extraña familia’, del zaragozano José María Forqué.

  Actor de doblaje que da voz a Charlton Heston, Roger Moore, Omar Sharif, Anthony Quinn, Gary Oldman y Michael Gambon, entre otros, el zamorano Claudio Rodríguez también se pone delante de la cámara en algunas ocasiones, coincidiendo precisamente con Concha Hidalgo en títulos como ‘El viaje a ninguna parte’ o ‘El comisario’.

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