Por José María Bardavío
El teniente Escobar y su ayudante se esconden dentro de la bañera parapetados tras las medias y otras prendas de señora colgadas en la barra de la cortina.
Nacionalidad: Estados Unidos. Título original: ‘Chinatown’. Año: 1974. Producción: Robert Evans (Long Road Films y Paramount). Dirección: Roman Polanski. Guion: Robert Towne y Roman Polanski (no acreditado). Fotografía: John Alonzo (color). Música: Jerry Goldsmith. Montaje: Sam O’Steen. Dirección artística: Stewart Campbell y Richard Sylbert. Intérpretes: Jack Nicholson, Faye Dunaway, John Huston, Perry López, John Hillerman, Darrel Zwerling, Diane Ladd, Roy Jenson, Dick Bakalyan, Ida Mulwray, Claude Gaderian, John Donalbain, Thomas Gardner, Richard Badham, Roman Polanski. Duración: 130 minutos.
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Apagan la luz y observan las reacciones de Jake (Jack Nicholson) que al entrar en la casa ha descubierto el cadáver de la mujer en el suelo de la cocina.
Un estilo de espiar bastante burdo- podríamos pensar- pero sagaz, sobre todo si tenemos en cuenta que estamos en los años cuarenta y las medias de nylon, recién inventadas, proclaman los gustos de la dueña de la casa mientras visten surrealmente los cuerpos de los dos policías.
Esa bañera escondite de la acción policial, recuerda al gran antropólogo cultural Marshall McLuhan definidor inefable de los inventos como extensiones del cuerpo humano: la rueda es una extensión del pie, etc. Escobar y su ayudante parecen fantasmas revestidos con los jirones de las medias colgadas, especie de muerte fetichizada: extensión irreverente, perversa y espantosa, de la bella mujer que yace en el suelo mientras los policías esperan pacientemente metidos en sus medias que algo o alguien les diga cómo y quién la mató.
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El ruido del agua de la ducha cayendo en la bañera es todo un motivo narrativo que aparece nada menos que en Psycho (Psicosis) en Half Moon Street (La casa de la media luna) en Mighty Aphrodite (Poderosa Afrodita), etc. En Chinatown, Evelyn (Faye Dunaway) lo convierte en truco para hacer creer a Jake, unamante ocasional, que se está duchando cuando en realidad lo que hace es, después de abrir el agua, vestirse y salir rápidamente por la otra puerta del cuarto de baño. Pero Jake, que es un detective increíblemente listo, se da cuenta de que el agua al caer produce un ruido continuo (en lugar de alterno al chocar contra el cuerpo) lo cual le lleva a salir de allí a toda prisa y seguir a Evelyn, que, sin saberlo, le conduce al lugar en donde tiene escondida a su hija, principio del final del misterioso incesto que envuelve a su persona.
Lo importante ahora es advertir que la modificación del motivo del agua de la ducha cayendo en la bañera (cayendo sobre el cuerpo se oye menos, sobre el suelo se oye más), tiene consecuencias definitivas en la peripecia e incluso, y sin exagerar mucho, en la resolución de la trama de la película.
En el primer caso apenas vemos la bañera, solo vemos a los policías parapetados en algo que solo puede ser una bañera por las ropas que cuelgan de la barra para que se sequen. En el segundo caso, jamás vemos la bañera pero sabemos que allí hay una bañera por el ruido del agua cayendo desde el difusor de la ducha. Y, poco antes, hemos visto a Evelyn en el acto de entrar en el cuarto de baño. Las dos bañeras que no vemos hablan a través de componentes exógenos a su naturaleza: la ropa tendida, y endógenos: el ruido del agua emitido por el suelo de la bañera con o sin interceptor corporal humano: Si el cuerpo del duchante intercepta la caída del agua, entonces apenas se oye el agua nada. Y al moverse para enjabonarse, etc, el cuerpo altera el ruido del agua de mil maneras. El cuerpo se convierte entonces en instrumento musical que, por lo visto, Jake sabe leer, interpretar, decodificar. Y procede en consecuencia.
El blog del autor: http://bathtubsinfilms.blogspot.com.es/
Nota de la redacción: Tenemos la suerte de poder contar en esta sección de cine del Pollo Urbano con la singular colaboración del amigo, profesor y escritor José María Bardavío. De su blog: “Las bañeras en el cine” vamos a ir acercando a nuestros lectores amantes del mismo estas apreciaciones sicoanalíticas de algunas películas que , sin duda, forman parte de nuestras vidas. Y todo ello se hará a través de este apartado que hemos decido llamar: “Desde el diván”. Gracias al profesor por su generosidad y enhorabuena a los polleros enamorados del cine.
