Últimas Imágenes del Naufragio / Jorge Álvarez

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Por Jorge Álvarez

     Le confieso, estoy mareado y ojo no tomé nada de alcohol. Y gracias a Dios tampoco es la presión arterial. No. De salud estoy bien le aclaro. La sensación de tener una bolsa de nilon o una media de lycra en la cabeza es producto de ver algunos acontecimientos de la realidad. De nuestra, sí porque es tan suya como mía. En un país que no es monárquico, como sí lo es el reino de España por ejemplo, veo cómo gana terreno, día a día, la idea de que los cargos, títulos y honores se trasladan de padres a hijos. O sea que sí tenemos un reino: el del nepotismo y no ilustrado la más de las veces. Yo lamento que no esté con nosotros Tato Bores porque él retrataría como nadie esta situación por demás de anómala. Porque yo vi cómo un padre médico, por ejemplo, trataba de que alguno de sus hijos continuara su metier. Pero claro que para ello el vástago debe cursar siete años de estudios más otros dos de práctica intensiva para poder ejercer, porque no es cuestión que papá le compre una chaqueta, le borden el nombre y le regale un estetoscopio para ser médico. No, no es tan simple salvo que alguno de los progenitores se dedique a la política. Porque ser político es otra cosa. En el primero de los casos el hijo o la esposa o el yerno y/o el cuñado pueden “heredar” el cargo o aspirar a otro avalados sólo por el hecho de la portación de apellido. Eso los hace aptos para ejercer cualquier cargo. Y lo triste es que se desvirtúa la democracia para caer, de golpe y porrazo, en un sistema de castas como en la India. Y yo no quiero ser indio, quiero seguir siendo argentino. Y a usted ¿le parece poco esto?

 

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