Atentado contra el faraón Echenikón

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Por D. Sánchez

    Desde primeros de este año, el consejero de Presidencia Vinsent Guilleni había dado las órdenes pertinentes  a la directora general de Justicia e Interior, María Anyells Julvetti  (de quien depende directamente mi unidad), para que se silenciaran todas nuestras  actividades pues de todos es sabido que en las filas de los podemitas hay una fuerte presencia de “animalistas” que no verían con buenos ojos uno de nuestros principales trabajos y que no es otro  que la caza y muerte de aquellos peligrosísimos jabalíes que acechan nuestra comunidad desde tiempos inmemoriales.

   Así que para no dañar el frágil equilibrio en que se asienta el gobierno de Lambano Lambani, la Unidad Secreta de Matacochinos (USMC) que yo dirijo ha tenido que realizar desde enero de este año sus tareas habituales en el más estricto secreto para no herir esas susceptibilidades proanimalistas que existen entre algunos militantes   de Podemos.

   Esta ha sido, pues, la “razón de Estado” por la que los lectores del Pollo Urbano se han visto privados de nuestras múltiples aventuras que han tenido como protagonistas, casi siempre,  a los peligrosos “Sus scrofa mariconis” que hacen sus fechorías en Aragol.

   Pero las circunstancias son cambiantes y el otro día recibimos en la Unidad una información encriptada acerca del  asistente de un importante político que presentaba un gran  destrozo en una pierna. Con gran discreción me dirigí con un pequeño grupo de colaboradores a un piso franco y visitamos al asistente quien, mientras le levantaba las vendas y el apósito que le habían puesto sobre el puntazo, no paró de llorar contándome que no tenía pasta para pagar su seguridad social. Una vez que revisamos a conciencia  la herida, ya no tuve dudas: el importante desgarro estaba hecho por un gran colmillo de jabalí. Le interrogué adecuadamente, tomamos muestras de sangre y delimitamos el perímetro de la actuación del  mamífero artiodáctilo mientras hicimos una rápida colecta para ayudar al asistente a pagar la seguridad social del mes en curso. Si yo no me equivocaba, el bicho debía  tener su guarida en las proximidades de la Aljafería. Seguramente en alguna dolina que en su foso han aparecido recientemente. Y lo que estaba claro es que estaba cebado con el asistente, aunque por experiencia sabíamos que su objetivo no era él sino el mismísimo faraón.

     Por esos días, los servicios secretos de Presidencia nos habían comunicado que el monarca podemita Echenikón iba a celebrar una serie de reuniones con el alcalde Santiveri  (ya que estaba muy molesto con la prepotencia de CEZ hacia su partido) y que éstas iban a llevarse a cabo, con infinita discreción, en el Ayuntamiento. Por entonces, también, varios colaboracionistas antiKuberosky  nos informaron de que, por la noche, ocultos bajo una carpa, unos obreros soviéticos ataviados con ropas del servicio de Vialidad y Aguas estaban llevando a cabo unas  obras secretas en los estanques que rodean las figuras goyescas del monumento. Nos pusimos a componer el puzle y, una vez desentrañado su criminal objetivo, ideamos un plan que fue aprobado por el presidente Lambano Lambani.

  A las 6 de la mañana del día D,  discretamente, colocamos las vueltas de chorizo soriano en los lugares estratégicos alrededor del ayuntamiento, en la senda  de la ribera del río por donde suponíamos que iba a pasar el mortífero cuadrúpedo para atacar a su codiciada presa y en los grupos escultóricos que rodean los estanques. Al ir a colocar uno de los chorizos picantes en el abanico de una de las majas, el alimañero de 2ª, José del Moral, resbaló y cayó al estanque. Al oír su voz, me volví para pedirle silencio y rapidez en la colocación del cebo y cuál fue mi asombro al ver que la lámina del estanque se había convertido  en la superficie de una extraordinaria piscina donde nuestro hombre no hacía pie y contenía sus gritos entre sollozos, ya que, al ser de Daroca, no sabía nadar. ¡Ahora lo comprendía todo! Los rojos de CEZ le habían puesto una trampa al faraón….

    A las 7.35, cuando los primeros rayos del sol iluminaban el grupo escultórico, un taxi adaptado paró en la calle Don Jaime. El jabalí salido de la sombra de la Lonja mordisqueaba un chorizo y se quedó con los ojos fijos en su presa. Avanzó lentamente por la marquesina de la parada del autobús frente a la Seo. Bufó y el asistente, al verlo,  echó a correr con tan mala fortuna que lanzó la silla con el faraón a la piscina comunista mientras yo, escondido, acariciaba mi cuchillo finlandés. Justo cuando el animal iba a iniciar su potente trote tras Echenique, me lancé sobre él y le asesté una certera puñalada que le partió el corazón. El asistente, al borde de la piscina, le tendía la mano al faraón mientras le decía: “O me pagas la seguridad social o te tendrá que sacar la Virgen del Pilar”. Detuvimos al asistente y sacamos al faraón de la trampa que le habían tendido los comunistas mientras nos aseguraba que él le pagaba la seguridad social  al asistente en negro para pagarle más  y el asistente, en lugar de pagar religiosamente a la seguridad social, se dedicaba a jugar al black jack y a beber vino con otros rufianes que lo maliciaban.

    Kuberosky no había contado con la presencia de un jabalí asesino y la milagrosa presencia de  la Unidad Secreta de Mata Cochinos (USMC) de la DGA que desbarató el atentado contra el faraón Echenikón.

    Lamabano Lambani  nos quiere condecorar. Echenikón nos ha prometido una pasta gansa.  Vamos a esperar a que se forme el gobierno y, desde luego, en la unidad, como nunca aceptamos negrata, ya puede el faraón pagarnos el agradecimiento con factura, IVA y tol copón.

Historias de Sánchez, de alimañero a jefe de la USMC (IX)

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