Con extraordinario regocijo han recibido los ciudadanos zarabolianos la firma del decreto a través del cual la presidenta Rudi Aburrudi firmaba la convocatoria de elecciones autonómicas y municipales para el día 24 de Mayo.
El abandono ¡por fin! del alcalde Beloki –sin duda el más antipático y “meapilas” de la larga lista de próceres democráticos- y de sus adláteres, el soberbio Jeromín de las Graveras y el pedante “corcho” Gimenotti circunvalado por su endiosada mujer, la que fuera odiosa jefa de prensa del Excelentísimo y posteriormente enchufada directamente al Cachaforrum gusanero, ha sido, sin duda, un gran motivo de alegría en los barrios y calles de la ciudad.
Y lo más curioso del caso es que esta marcha de los que se dijeran representantes socialistas no ha incidido en las perspectivas partidarias que lidera Carlo di Pereira, aspirante a la alcaldía de la bimilenaria ciudad. Es como si el personal se hubiera dado cuenta de que había que tragar con esa peste por mor de mantener las ideas socialistas que ellos, los desalojados, nunca hubieron representado. El sentimiento ciudadano es, sin duda, de alivio y de ganas de poder reencontrarse con un partido socialista generoso, y sin trincadores ni millonarios caprichosos dirigiendo la cultura y a los artistas locales tal que si de una guardería infantil se tratase.
No son pocos los ciudadanos que aún esperan que este trío nefasto no se vaya de rosítas tras su arbitrario paso por el ejercicio político en la ciudad y que todavía confían en que al lado Ley, a veces, es posible que crezcan los milagros.
Junto a ellos, deben abandonar sus puestos para alegría ciudadana, los nefastos jefes de prensa del alcalde y de la presidenta de la comunidad (periodistas sin brillo en el oficio y llenos de engreimiento y altanería) y –cómo no- los mamporreros directores generales de cultura de la DGA y del cado jerominiaco, señores Vadillo y Vázquez, respectivamente.
Y para que el regocijo se desborde por fin entre las mesnadas urbanas y rurales, qué menos que desaparezca el vanidoso inútil de Morenito de Maracay, quien arropado por la ruralidad de su hinchado diputado fantasma Larqué y de su soso y endiosado presidente Beamonte ha conseguido hacer bueno hasta al mismísimo Romero Romerillo ¡Que felicidad!
Buenísimos tiempos para el disfrute de los ciudadanos los que preceden (en esta excepcional primavera zaragozana y aragonesa) a las próxima elecciones municipales y autonómicas.