Una buena frase justifica una página


Por Cristina Beltrán

  Un título para hablar de una mujer pintora y escritora. Pilar Aguarón Ezpeleta.

     Su curriculum pictórico se inicia en 1978 y ahora está en pleno apogeo, su primera obra publicada “Relatos breves” data de 2008 desde entonces se va multiplicando su trabajo, la necesidad de expresar su creatividad le viene desde 1955, año de su nacimiento.

     Una anda haciendo memoria, coincidimos en trece visiones de mujer, una exposición colectiva que se celebró en el año 1988 en la sala María Moliner organizada y comisariada desde el gobierno de Aragón, los avatares nos llevaron a volver a formar parte entre otras y otros en el proyecto de Paco Rallo para la publicación y edición de un libro coral titulado “Rocío Erótico“ dentro de la colección la delicia del pecado. Zaragoza en 2013.

     “Las verdaderas historias de amor son pasajeras” es uno de sus libros, tiene quince relatos, leído antes de nuestra primera cita de mañana veraniega, luminosa y ventolera en una céntrica terraza urbana esos días en los que puede respirarse tranquilidad vacacional por los cuatro costados. Ahí surge el título de este artículo. Si nos detuviéramos a pensar lo que hablamos sacaríamos muchas buenas frases para llenar páginas, pero las palabras se las lleva el viento y quedan ahí vibrantes para ser utilizarlas por quien lo estime oportuno.

    No importa la festividad del día o el mes, para encontrarse siempre puede haber un hueco, para tomar un cafecito o saciar la curiosidad del conocimiento podemos acomodarnos entre las buscadoras de una chispa de humanidad y algo peculiar donde ver seres diferentes que dinamizan los tediosos días.

    Emilia Pardo Bazán estaría orgullosa de Pilar Aguarón, si no han leído alguno de sus libros ya tardan. Las dos hablan de mujeres, mujeres de todos los tipos. Para mí continuadora de una escuela para pensar en los mundos de las mujeres desde una mirada profunda y cruda en la que hay espacio para adornos, solamente entre los huecos de los párrafos de nuestro propio imaginario. Porque ella va a lo que va y no hay cabida para barroquismos en la lectura de sus relatos.

     La tía Luisi posee un rico mundo interior, Leonor es transmisora de odios, la viuda del divisionario vive a la eterna espera de su torero. Los Rabanera de Mariela son especiales para la supervivencia. La excepción de Flor de Lys en “Love me tender” marca lo inevitable del erotismo y el sexo en circunstancias excepcionales. Cólera es un boceto de relación tóxica de una mujer anónima que despierta a la vida en la sociedad de su momento entre oscuros secretos.  Trofeo de guerra en sus dos vertientes miran la vida desde los ojos de sus protagonistas antagonistas y justicieras, saboreando su venganza en la Dulcería Clavé. El azul ultramar de Gauguin, el incesto de “Ni una palabra”, “El mar en otoño” acercando y llevando los recuerdos.  “Los amores de Cleofé” vistos a través de un torbellino donde la vida nunca estuvo a la altura de los sueños y desde una melancolía lejos de las sotanas y del mismo Chiapas. “Un verano en San Aventín” inolvidable para Cecilia Lamata. Las tardes de olor a óleo y trementina que nos llevan a “Los ojos azules de Frank Sinatra” para corroborar que las verdaderas historias de amor son pasajeras, y terminar con el “Chesterfield sin filtro” de doña Jovita, la maestra de escuela que marca el tiempo engrandeciendo el respeto a su recuerdo, dejando ver a través del humo de sus cigarrillos las aventuras y el mundo al que las alumnas saldrán.      

     Son relatos cortos, son fotografías de sueños y realidades que podrían encontrarse en todas nuestras familias o tal vez no.

    Pilar Aguarón disfruta muchísimo pintando las imágenes inventadas de sus relatos, le causa una gran satisfacción ver terminada su obra plenamente… cuando pinta a las personas y más que eso en el momento en el que da con la expresión de su mirada. Ella dice: ¡claro es que los ojos lo dicen todo!   Y es que sí, claro, pintar desde los veintidós años emociones a través de las miradas y paisajes sin sombra y sin gente dan para mucho, (pero no a todo el mundo).

     Desde 2oo4 descubrió con las palabras  escritas un gozo distinto y aunque ha realizado más de ochenta exposiciones e ilustrado libros y revistas  esta mujer no cesa de trabajar, con la mirada  curiosa y penetrante pero discreta se desata en sus óleos sin escatimar pasta, ahí saca su vena salvaje, el óleo le gusta como material fuerte y perdurable en el tiempo, para pincelar texturas poniendo esa mota de color transformada en inquisidora inquietud o cualquiera de las sensaciones que transmiten las miradas de sus personajes. Para dar aire al paisaje abstracto o atmósfera al total de la obra, Pilar trabaja incesante en sus objetivos, sin prisa y sin pausa.    

    Repito: Una buena frase justifica una página, y esta mujer esta llena de buenas frases, espero seguir cultivando la mirada de sus miradas.