Operamía: El Teatro Real cumple doscientos años


Por Miguel Ángel Yusta

    El bello Teatro San Carlo de Nápoles, inaugurado el 4 de noviembre de 1737, es el más antiguo teatro de ópera activo del mundo, y ha sido el modelo de los siguientes teatros de Europa.

    Ocho décadas más tarde, se realizan los primeros planos del Teatro Real, pues datan de 1817 cuando Fernando VII ordena la remodelación de la Plaza de Oriente al arquitecto Isidro González Velázquez. En abril de 1818 se coloca la primera piedra del nuevo edificio aunque debido a largas interrupciones y periodos de abandono las obras no acaban hasta 1850. El 19 de noviembre de ese año, tras un gasto de 42 millones de reales, el teatro se inaugura con la representación de «La favorita», de Donizetti., obra con la que se ha conmemorado estos días el doscientos aniversario y vigésimo de su reapertura. Durante los setenta y cinco años siguientes, a su inauguración, el Real se convirtió en uno de los principales coliseos europeos, donde cantaron las mejores voces del momento. Pero otra fecha -triste- a recordar es la de la representación de La Boème a cargo de Matilde Revenga y nuestro Miguel Fleta, en plenitud de su carrera, pues en ese año, 1925, se clausura el teatro debido a fallos estructurales de su fábrica.

   Tras su etapa, más bien anodina, como sala de conciertos (1966-1988) se inician las obras para rehabilitarlo como teatro de ópera en 1991 y se reinagura en octubre de 1997.

  Desde hace ya veinte años el Teatro Real ha sido un referente en el mundo operístico. Actualmente, cerca de cuatrocientas personas componen su plantilla y es digno de visitar su complicado, aunque perfecto, entramado interior, que asombra por su estructura y dimensiones, ya que en su caja e instalaciones escénicas cabría el edicicio de la Telefónica madrileña.

   Su actividad no se limita a la producción o representación de las obras operísticas, sino que va mucho más allá, ofreciendo muy diversas opciones de difusión y formación de nuevos públicos a nivel de todo el Estado en un conjunto de actividades que no podríamos explicar en estas breves líneas. Por algo es la tercera institución cultural en España, tras el Museo del Prado y el Centro de Arte Reina Sofía. Cualquier lector interesado puede ampliar su información con los numerosos datos publicados sobre las características, programación y actividades de este centro que teniendo como eje la ópera, desarrolla con ella una muy necesaria política  de difusión como vehículo cultural de primer orden que se extiende progresivamente y con firmeza por las diferentes geografías del territorio español, incluyendo la aragonesa, con próximas e interesantes actividades.

   Desde estas líneas, felicitamos al Teatro Real, a sus estamentos directivos y a todo su numeroso personal de los diferentes equipos, por este doble aniversario,  y nos congratulamos de que sea  su director general un zaragozano, Ignacio García-Belenguer, quien desde hace cinco años pilota con éxito, junto a la dirección artística de Joan Matabosch, el rumbo de esa compleja nave cultural y artística.

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