Colchón de púas: La voz «porro»


Por Javier Barreiro

    Comunicación Académica nº 1493, solicitada al autor por la Academia Porteña del Lunfardo de Buenos Aires y publicada en su boletín el 31 de Octubre de 1999.

Porro

     En España la voz porro empieza a usarse hacia 1967, coincidiendo con la eclosión de la rebeldía juvenil, los movimientos estudiantiles, la extensión de la resistencia a la dictadura y la llegada de la cultura hippy.

   El consumo de hachís y marihuana estaba difundido en el sur de España (en especial en Almería, Málaga y Cádiz) por su vinculación con Ceuta, Melilla y el norte de Marruecos, siendo muy frecuente entre los legionarios. Pero el nombre que se usaba habitualmente era el de grifa. Ocasionalmente, podía haber consumidores en el resto de la península pero su uso era excepcional. Habrá que citar, no obstante, al que ya se considera como la figura cenital de la literatura española del siglo XX, Ramón del Valle-Inclán, consumidor convicto que dedicó al cannabis uno de sus tres feéricos poemarios, La pipa de kif (1919). Octavio Paz adujo que eran los primeros versos en español que se referían a una sustancia de tan abundante tradición como el cannabis, como elemento de mediación en el conocimiento de la realidad.

 

Mis sentidos tornan a ser infantiles,

tiene el mundo una gracia matinal,

mis sentidos como gayos tamboriles

cantan en la entraña del azul cristal (…)

El ritmo del orbe en mi ritmo asumo,

cuando por ti quemo la Pipa de Kif,

y llegas mecida en la onda del humo

azul, que te evoca como un “leit-motif”(…)

Si tú me abandonas gracia del hachic,

me embozo la capa y apago la luz.

Ya puede tentarme la Reina del Chic:

No dejo la capa y le hago la +.

   Según Alonso Zamora Vicente, secretario perpetuo de la Real Academia Española y uno de los lexicólogos y dialectólogos más lúcidos del siglo XX, la voz procede del altiplano incaico[1], pero en la época de su entrada parece palabra de creación expresiva, tal vez, por metáfora de puerro (planta liliacea cuya forma cilíndrica ensanchada en un extremo se le asemeja) y porra, de forma también similar. De cualquier modo, en ámbitos universitarios, la palabra era de uso común a finales de la década de los sesenta. En 1978 ya puede ser utilizada incluso como metáfora:

“(…) tuvo que encerrarse el abulense [Adolfo Suárez] con el sevillano [Felipe González], en una conjunción de astros arabigoandaluza, a fumarse un porro constitucional a medias.

(Interviú num. 97, 23-29 marzo 1978).

Un diario  conservador como el ABC  la recoge también en fecha temprana:

“Yo he estado estudiando en Estados Unidos y cuando aquí nadie lo conocía yo ya había fumado porros (…) Lo he fumado en una universidad norteamericana, en Harvard, cuando allí lo fumaba todo el mundo”.

(ABC, Entrevista a Fernández Ordóñez, entonces ministro del Gobierno de la Unión del Centro Democrático, 21 enero 1981).

En Madrid, en un tiempo u otro, esa gente del porro y la navaja se hizo dueña del Retiro, de la plaza Mayor y de la plaza de Santa Ana”.

(ABC, Manuel Blanco Tobío, 9 junio 1981).

Las referencias literarias son numerosísimas:

“(…) Yo creo que el porro te iría al pelo en tu rollo literario: verías más cosas, percibirías otra dimensión, otra realidad”.

(Juan Marsé, La muchacha de las bragas de oro, Novela, 1978).

“(…) Se dirigió hacia el pasillo, mientras la chica encajaba el filtro en el porro y se disponía a encenderlo”. “Maribel me pasó el porro“. “Mientras el porro moría en los dedos amarillos de Ulises…”

(Jorge Martínez Reverte, Demasiado para Gálvez, Novela, 1979).

“(…) Si me gusta una titi, pues me gusta (Saca un porro liado del calcetín) ¿Le das a esto tú? ¿quieres?

(José Luis Alonso de Santos, La estanquera de Vallecas, Teatro, 1981).

“(…) Bebía mucho, eso sí, y supongo que se fumaría un porro de vez en cuando…

(Fernando Savater, Caronte aguarda, Novela, 1981).

“(…) La Foudre, de puntillas, encendió un porro en la temblona llama de un cirio, aspiró, le pasó el canuto, sin mirarla, a Spe Tantum Relicta…”

(Juan García Hortelano, Gramática parda, Novela, 1982).

      La voz ha mantenido su vigencia y hoy es de uso muy corriente no sólo en el habla coloquial sino en la lengua escrita o en el cine. Citemos sólo a Historia del Kronen (1994), de José Ángel Mañas, la novela emblemática de la llamada Generación X, que fue inmediatamente llevada a la pantalla.

El Diccionario de Argot (1980) de Víctor León la define así:

“Cigarrillo de hachís o marihuana mezclado con tabaco generalmente rubio” //darle o pegarle al porro fr. Ser fumador asiduo de porros //matar el porro fr. Terminarlo.// porro trompetero. Porro en forma cónica.

L   a Real Academia lo recoge también con la definición de “Cigarrillo de hachís o marihuana mezclado con tabaco”. Prueba de la aceptación de la palabra y de su ya nula carga subversiva es que incluye la voz en la edición escolar que publicó en 1986.

El blog del autor: https://javierbarreiro.wordpress.com/

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