Por Liberata
No derroches el tiempo, vecinita,
que te arrepentirás de haberlo hecho
cuando recapacites, y en su lecho
se agite la advertencia que dormita.
Si ignoras el clamor que nos habita
-la razón que nos muestra algún camino
capaz de conducirnos a un destino
garante- es la que se debilita…
Nos dejamos tentar, que nos irrita
tener que sacudirnos la pereza
en tanto por la inercia navegamos…
Y la rutina apenas facilita
elegir amueblar nuestra cabeza,
o crecer reos de cuanto ignoramos.