Tras la huella de Sade: Edición de Paco Rallo (Varios autores)

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Por Jesús Soria Caro.

    Tras la huella de Sade es un libro monográfico formado por ensayos literarios, relatos, creación visual y poemas sobre la figura del Marqués de Sade. El ensayo de Javier Barreiro aborda la recepción de su obra en nuestro país. Manuel Sánchez Oms realiza una profundización en el pensamiento filosófico de la creación del Marqués, de quien aborda su espíritu de regenerador social (se opuso a la pena capital, a la monarquía), también es relevante su concepto de la “literatura gris” del que afirma:

    Cuando hablamos del Marqués de Sade como el iniciador de la literatura gris, no solo nos referimos al hecho de haber sido el primero en desarrollar el sexo como asunto intelectual ante la evidencia de la unidad entre lo espiritual y lo corporal, aun si para ello debió sumergirse en el viscoso mundo de las vísceras orgánicas hasta entresacar entre plasmas, heces y sangre los mecanismos que las hacen funcionar (Rallo, 2015: 29).

     Entre la creación visual destaca la fotografía de Óscar Barbery, en esta se establece una diagonal en la que el cuerpo de la mujer ocupa la línea visual a la inversa, es decir, si normalmente miramos de derecha a izquierda y de forma descendente trazando dicha diagonal imaginaria, aquí, dicho precepto se subvierte y la imagen nos dirige a trazar un descenso de izquierda a derecha. El fondo es oscuro y el cuerpo de una mujer, sus pechos y su cabeza son el peso visual que se ubica en el centro de la sección aurea pero con un recorrido opuesto al tradicional, ya que se sugiere que el sexo recorra la moral a la inversa de cómo se la sido impuesta en su visión aceptada. También es impactante el fotomontaje de Miguel Mainar, este nos ofrece un espejo en el que vemos como una mujer es penetrada por detrás, pero más bien parece una ventana que nos mira desde el otro lado del espejo, en el ángulo de la libertad erótica.

    Pero nos vamos a centrar principalmente en la creación literaria. Entre los relatos voy a trazar un recorrido estético que en ningún momento va a entrar en valoraciones morales, ya que la estética debe ser objetiva y no regirse por un concepto moral. El lector que se sumerja en estas narraciones sádicas podrá sentir excitación con algunas de ellas y reprobación hacia otras. Sin embargo, lo que aquí nos ocupa es su fuerza literaria, su capacidad para remover las emociones del lector y hacerle cuestionarse algunas prohibiciones morales, lo que no excluye que, en algunos casos, la lectura de las acciones sexuales de los personajes le conduzcan a la reafirmación en la no aceptación de ciertas prácticas que pueden no ser de su agrado. Analizamos una selección de los cuentos presentes en el libro.

    “El conejo 23” nos sugiere un cuento fantástico en el que una joven se enamora de un conejo, de un peluche, ya que es un objeto que nace al disecar a un conejo muerto al que amaba. Es una parodia de Frankenstein pero con componente eróticos. Todas las fantasías las cumplirá con su nuevo juguete que aparece personificado como si tuviera de nuevo vida. Joan Ripollés Iranzo inventa una nueva filia sexual: la juguetefilia.

    “El azotador” de Pé de J. Pauner resulta interesante por su hibridación dela literatura cercana al género de terror y el erotismo. Los niños de un pueblo temen al azotador que la víspera del 6 de diciembre viene a cobrarse con su látigo las malas conductas de los jóvenes. Para ellos es una presencia fantasmal que acude a fustigar hasta hacer sangrar a aquellos chicos que no han cumplido los dictámenes sociales y morales fijados por sus padres:

    ¡El azotador estaba fuera! Lo único importante era huir de él y no saber de su existencia espectral hasta el año siguiente [..] entraba, apestando a los animales cuyas pieles muertas usaba para protegerse del frío, pero oliendo también a la sangre salpicada de los niños al golpearlos. Se nos cuenta como un año, ese 5 de diciembre, llega al pueblo una joven muy sensual, con mirada angelical, va con un anciano. Ella tiene mirada perversa. El padre del protagonista les aloja en su casa y el protagonista los espiará, observando de forma oculta las conductas sexuales perversas de la joven (Rallo, 205: 182).

    “Solo un día solo” de Elifio Feliz de Vargas Pastor es un monólogo interior que recoge todos los pensamientos de un joven que odia a su hermana desde que esta ha comenzado a triunfar con el sexo opuesto. Rechaza ir a una comida familiar y da rienda a sus deseos más prohibidos entre los que se destaca una latente atracción incestuosa. También se deja traslucir su atracción hacia las prácticas de Sade cuando leemos lo que imagina que podría ser hecho en el trastero:

   Distribuyendo bien el espacio, cabrían hasta cuatro celdas completamente insonorizadas donde retener a otras tantas chicas secuestradas. En el centro podría estar el potro de tortura y sobre el mismo, colgando del techo, unas cadenas con sus argollas (Rallo, 2015: 194).

  Sin embargo, incluso el lector más censor desde lo moral no podría repudiar este relato ya que todo sucede en su fantasía y lo que se imagina está libre de la acción. Los deseos superan las limitaciones e incluso la reprobación moral de quien la procese, ya que es fantasía y no realización práctica de ninguna aberración.

   “Historia del gran masturbador o el pecado del corazón” de Juan Villalba Sebastián es un relato con tonos humorísticos que ofrece una crítica social hacia la excesiva represión que puede acontecer en el ámbito familiar. Así lo podemos encontrar cuando el protagonista nos cuenta la rígida moral de su padre hacia el sexo:

    Mi padre un talibán cristiano chapado a la antigua, ciego a causa de una sífilis adolescente, nos inculcó el miedo al pecado –debería decir mejor al sexo, pues lo consideraba sinónimos absolutos-, el sentido de la culpa y la rendición por el dolor (Rallo, 2015: 200).

    El protagonista que es un obeso experimenta numerosas prácticas sexuales que su padre consideraría antinaturales. Sin duda esa represión límite estimula su ansia de libertad hacia lo prohibido: penetrará alimentos, jugará con insectos, con electrodos en sus genitales. Sorprendentes filias con las que el autor crea ingeniosamente formas imposibles de sexo que son la metáfora de nuevas formas de libertad frente a la censura opresiva de una moral excesivamente represora.

    “Mientras sucede” de Mario Hinojosa asume las fantasías planteadas por Sade, la experimentación sexual del dolor como forma de placer, concepto que si bien no será del agrado de todos (entre los que me encuentro), sí que nos ofrece en este caso una impecable narración que explora lo más oscuro del sexo y su conexión con la muerte. La vinculación eros/tanatos es una de las pulsiones que acompaña nuestra unión sexual en la que nos acercamos a la muerte, al vacío del placer, la aniquilación del yo en el éxtasis eyaculatorio, en el que el yo no es él mismo al desparecer en la explosión nihilista de una fuerza de intensidad que anula su voluntad, lo ahoga más allá de su ser en el mar del placer.

    “Gabrièlle de Sade” de José María Valtueña presenta un interesante juega de relación con el Quijote y con  Potocki. Esta es la técnica metaliteraria, con la que, al igual que en las obras citadas, se utiliza el recurso de aludir a que el texto narrado es un manuscrito encontrado que ha sido escrito por otro autor. La protagonista es una joven a la que su padre lleva a la prisión donde está el marqués de Sade quien la inicia en el sexo consumando todas las prácticas sin límite moral alguno. Más allá de esa fascinación sexual, se deja translucir un cierto enamoramiento ya que ese sexo salvaje y casi animal parece llevar a la protagonista a la felicidad, tal vez porque es la única forma de afecto que ha conocido desde una edad temprana, cariño que se asocia en este caso a lo orgiástico, aunque en algunos momentos, sobre todo al principio de sus relaciones, haya un cierto galanteo y ternura en su iniciador hacia ella.

    Alphonse musitaba, inculcándome que él haría de mí una reina [..] Él me magreaba encariñándome. Dígalo así, pues es como realmente sucedía. Y me regocijaba un fruir por mí nunca experimentado. (Rallo, 2015: 220).

    “Los amantes de la vagina magistral” de María Paz Ruiz nos acerca a un mundo del espectáculo en el sexo, una actuación cercana al cabaret pero consumada en una abierta propuesta sexual aberrante, un show en el que Madinga, una mujer mulata acompañada por un payaso, es capaz de consumar un inverosímil contorsionismo dentro de su vagina, ya que es capaz de introducir un sable y una serie de pañuelos sin sufrir daño alguno. Se nos dice que son:

    Un tándem artístico de extraña calidad, pero que funciona dentro de los circuitos de arte underground, como en los países de Europa del Este, en donde la sola presencia de Madinga hipnotiza al completo de los espectadores […] Era la única mujer  que en el Estado de Nevada podía sacar de su cavernosa vagina un sable sin hacerse el menor daño (Rallo, 2015: 233).

    “Noche de Estreno” de Carlos Calvo ofrece una reflexión metateatral sobre del proceso de creación de un escritor y director de una obra de teatro, lo  que nos plantea un Myse en Abymne, ya que Carlos es un escritor que escribe sobre otro escritor que a su vez se enfrenta a la composición, es por lo tanto, un plano de realidad o de irrealidad  insertado dentro de otro que lo reduplica. El monólogo nos ofrece un interesante retrato del interior del artista, de un fuego de pasiones que solo puede ser apagado con la belleza de la obra y su juego de simbolismos eróticos vinculados a las prácticas propuestas por Sade como denuncia de las injusticias sociales:

    Trituro la pieza de Strinderg, fundamental para entender el expresionismo alemán. Y la llevo a mis dominios visuales. Y sensuales. Y espectaculares. Y procuro conservar tres o cuatro ideas fundamentales. Y todo para reflejar esa volcánica e irremediablemente trágica historia de la pasión destructiva. La aristócrata heredera, sin madre desde niña, dejará salir todos los demonios y aterradoras soledades que lleva en su interior. Ella y el mayordomo intercambian una y otra vez sus papeles de víctima y verdugo, de dueña y siervo, en una lucha que refleja las desigualdades de dos universos contrapuestos, de amor y odio (Rallo, 2015: 238).

    La literatura le ofrece un refugio de ideas, emociones, mundos interiores, pasiones desbocadas, ataraxia en la belleza de las formas poéticas y liberación de las pasiones:

    Mis primeras patrias fueron los libros y, en menor grado las escuelas. Y el teatro me ha salvado de muchas neuras, de muchos momentos difíciles, de situaciones desagradables. Entre la alegría y la tristeza, entre la vida y el arte, desde el amor al miedo, desde la soledad a la dificultad de comunicarme, los desdoblamientos de los personajes que he adaptado reposaban en ideas que me sorprendían y seducían en una huida desesperada del malestar, en un viaje sin retorno (Rallo, 2015: 239).

    Interesantes es la reflexión metaliteraria sobre El Quijote, obra en la que produce dicha técnica el episodio de la quema de los libros, por lo que se aplica al modelo original una reflexión sobre su valor literario. Es una enciclopedia de la crueldad, así lo afirma la voz narrativa, que acude a “Marqués de Sade”, un restaurante donde hay fotografías de cine y otras referencias literarias:

    Al parecer Vladimir Nabbokov y Thomas Mann consideraban que el Quijote era una enciclopedia de la crueldad, así que lo más probable, digo yo, era que quien entrara en La Mancha saliese por Nueva York hecho un sádico o experto en acosos varios. Al fin y al cabo, el Quijote pasa sus aventuras padeciendo la burla cruel de los otros.  Y el santinbanqui Ernesto Jiménez Caballero, en su panfleto “La vuelta de Don Quijote”, presenta al héroe manchego universal como el libro más antinacional, peligroso, corrosivo, detestable, temible e inmoral de España. Un libro, me contaba, en la estela de Sade y que no termina nunca de estrangularnos y dejarnos morir lentamente (Rallo, 2015: 243).

    En cuanto a los poemas de Jesús París destaca su subversión hacia todos los tabúes sexuales que la sociedad ha reprimido. Los poemas tratan con intensidad todas prácticas sexuales con un sentido de provocación y liberación de cualquier prohibición moral latente. Así, entre otros, el poema “Masturbación en soledad”  es un bello y dulcemente turbador poema sobre el autoerotismo femenino:

Yo empecé a masturbarme

antes de saber lo que hacía

y desde entonces ninguno

me toca el coño mejor

ni puede darme más placer.

[…]

Yo no quiero secuaces,

yo solita me secuestro

y me violo y me clavo

las uñas casi hasta sangrar,

sin dar explicaciones.  (Rallo, 2015:288).

    El sexo entro dos mujeres es un espectáculo con el que el yo poético (que en todo el poemario asume la voz de una mujer)  logra gran excitación, práctica que sería reprobaba desde los valores más tradicionales:

Lo que más me gusta de las lesbianas

es que nunca se dan por satisfechas.

Algunos hombres también me gustan

pero con las mujeres disfruto más (Rallo, 2015: 280).

 

    Tras la huella de Sade es un sugerente homenaje al Marqués de Sade, recogiendo los relatos, poemas, ensayos y la creación visual el lenguaje trasgresor propuesto por el pensador francés, su ejercicio de libertad más allá de cualquier límite moral. El lector debe elegir que prácticas le seducen y cuales repudia, sin embargo, la calidad estética, filosófica y la fuerza creadora de lo reunido en este libro no admiten censura o negación alguna.

 

BIBLIOGRAFÍA:

RALLO, Paco (2015): Tras las huella del Marqués de Sade, P-R Ediciones, Zaragoza

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