Por Miguel Ángel Yusta

    Eduardo Aladrén, zaragozano, es un tenor de amplia trayectoria en Estados Unidos , Alemania  -donde reside actualmente y trabaja  con regularidad en la Deutsche Oper am Rheim- y diversos teatros europeos y de nuestro país y que ha triunfado a finales de la pasada temporada en su debut en el Teatro Real de Madrid con Nabucco.

    Desde Miguel Fleta, hace cien años, ningún tenor aragonés había cantado un papel protagonista.

     En el Café de la Ópera madrileño, con tal motivo,accedió amablemente a una entrevista cuyo  contenido, absolutamente interesante, ofrecemos a continuación.

Una entrevista exclusiva.

Eduardo, explícanos en unas línea el día a día de un cantante de ópera

   Cuando estamos ensayando una producción en un teatro, básicamente nos dedicamos a acudir diariamente a los ensayos donde se va desarrollando progresivamente a lo largo de varias semanas el proceso de aprendizaje de la escena, coordinación musical con director y orquesta, etc.

   En los periodos en los que no estoy ensayando una producción, básicamente los dedico a ir aprendiendo o repasando papeles que cantaré próximamente, escuchando música, leyendo, paseando, pasando más tiempo con la familia y amigos, etc. En cualquier caso, como cualquier atleta profesional, no se debe abandonar la práctica del canto durante muchos días seguidos porque luego cuesta más retomar la forma física.

Tu experiencia en USA y Alemania. Estudios, principales roles.

   Los siete años que pasé en USA, tanto en la Universidad de Indiana en Bloomington, como luego en varios programas de jóvenes artistas a lo largo del país, me sirvieron sobre todo para abrir la mente a muchas cuestiones que eran totalmente desconocidas para mí, como por ejemplo: el sistema educativo americano, los programas de jóvenes artistas de las casas de ópera, y muchas otros temas ya más relacionados con una visión más profesional del canto y de la carrera artística. Allí es donde canté mis primeros papeles solistas de tenor en el mundo profesional de la ópera.

    Mi llegada a Alemania supuso sobre todo mi lanzamiento definitivo interpretando exclusivamente papeles de primer tenor. Estos más de doce años han sido sobre todo un periodo muy intenso de estudio de muchos papeles que eran nuevos para mí, de muchísimas funciones cada temporada en una gran cantidad de teatros por el centro y norte de Europa que me han ido proporcionando no solo una experiencia sino un aprendizaje y una creciente proyección internacional a lo largo de este periodo. En mi caso particular, estoy convencido de que nunca hubiera llegado a debutar de esta manera en el Real de Madrid, sin haber pasado antes por esta etapa profesional.

¿Por qué cantante de ópera? ¿Qué te impulsó a ello?

   En mi caso, reconozco que fue más bien la pasión por el acto físico de cantar lo que me llevo a aterrizar en el mundo de la ópera, ya que antes de llegar al Conservatorio de Zaragoza, había pasado previamente por varias corales, incluido el coro del Auditorio de Zaragoza, un grupo de pop/rock, e incluso una orquesta de verbenas donde lo mismo cantaba un tango, un pasodoble o un tema heavy metal.

    El amor por la ópera y la lírica en general, se fue luego desarrollando a lo largo de mis primeros años de estudio en el conservatorio de Zaragoza.

¿Proyectos futuros?

    Mi proyecto a largo plazo sigue siendo el mismo que cuando empecé, seguir mejorándome técnicamente, expresivamente y como artista en general. Siempre he sido muy exigente en ese aspecto, grabándome continuamente cuando practico o cuando canto en un teatro para así contrastar como se oye mi voz desde fuera y arreglar lo que no me guste. Reconozco que en mi caso, esto llega a tener incluso un carácter un poco obsesivo pero también creo que en el fondo y en la práctica, es uno de los factores que más me ha hecho crecer y mejorarme como cantante.

    Otros proyectos más específicos, y a más corto plazo es afrontar la temporada 2022/23 con la alegría de tener por delante algunos de los papeles y operas más hermosas de mi repertorio como son Adriana Lecouvreur, Macbeth, Tosca, Butterfly, Aida, etc.

     También aprovechar mi reciente debut en el Teatro Real de Madrid esta temporada para darme a conocer un poco más en los teatros españoles. Dado que mi carrera se ha desarrollado hasta ahora fundamentalmente en el norte de Europa y USA, reconozco que hay todavía algunos teatros españoles que desconocen los grandes trazos de mi trayectoria artística internacional, y ese es un punto en el que me quiero enfocar y reforzar a corto plazo.

¿Qué recomendaciones o consejos darías a los jóvenes que quieren dedicarse a la ópera?

   A nivel muy práctico, mi primer consejo siempre es que se compren una buena grabadora, y que les acompañe siempre. Obviamente necesitamos la ayuda de maestros que nos guíen, pero al final siempre debe ser uno mismo el que se judgue y decida si lo que oye le gusta o no.

    A nivel más general y aunque suene a tópico, que tengan paciencia porque esta es una carrera de fondo y no de velocidad, que sean perseverantes, y que estén en constante búsqueda. El día que uno llegue al aula o al escenario y deje de sorprenderse, de descubrir en sí mismo nuevos sonidos, matices, sensaciones, etc, ese día en mi opinión es el principio del declive del artista.

Alfredo Kraus decía que un cantante de ópera “además” debía tener voz. ¿Qué quería decir el Maestro?

    Y decía muy sabiamente, y yo lo repito constantemente a las nuevas generaciones que empiezan.

   Lo que quería decir Don Alfredo, es que ha cambiado tanto el mundo profesional de la ópera en las últimas décadas y que son tantas las habilidades que necesita hoy en día un cantante profesional de ópera: musicales, técnicas, sociales, de desenvolvimiento en este negocio, decisorias, actorales, etc, que ya no es suficiente (aunque sí necesario) el tener “un poco de voz”. Hubo una época (hace muchos años) en que una gran voz te podía proporcionar una carrera importante. Hoy en día se busca un paquete de cualidades mucho más completo, donde la voz es una de esas cualidades, quizás la más importante, pero ni mucho menos la única.

¿Cómo ves en general la lírica en Aragón. Cómo se ve desde fuera.

   Honestamente la situación general la veo y se ve ya desde hace muchos años desde fuera de Zaragoza/Aragón muy paupérrima. Nunca he llegado a entender que Aragón y en concreto Zaragoza siendo la quinta ciudad de España en número de habitantes no disponga de un teatro en condiciones para hacer opera y danza (el teatro Principal es bellísimo y adoro cantar en él, pero está obsoleto para afrontar la mayor parte del repertorio operístico), de una temporada estable con varias producciones de ópera y danza, de un coro y orquesta profesionales y estables como por ejemplo tienen ciudades más modestas como Oviedo, Jerez, Málaga, Bilbao, etc. La única explicación que encuentro apesadumbrado es que la ópera no ha conseguido despertar todavía suficientemente el interés de nuestros gestores culturales.

   Tenemos grandes voces y grandes músicos en Aragón, pero lastimosamente prácticamente todos los músicos aragoneses tienen que salir corriendo de aquí si tienen la ambición de hacer una carrera profesional. Así de real y así de triste.

Tu debut en el Teatro Real en un papel protagonista, de “primo tenore”, como lo es el Ismaele de Nabucco de Verdi.  Desde 1922 ningún tenor aragonés había tenido un papel de protagonista en el Real. ¿Qué sientes con ello?.

     En un primer momento y sabiendo las grandes voces que se dan en Aragón, me quede un poco incrédulo a la vez que sorprendido con este dato. Ya luego a posteriori esa perplejidad se fue tornando en un sentimiento de gran orgullo y felicidad. Siendo quien fue nuestro gran tenor y mito aragonés, Don Miguel Fleta, y por supuesto sin ánimo alguno de comparación, no se me puede ocurrir mayor privilegio y honor que este de haber sido el que por azares del destino le ha seguido los pasos en el Teatro Real de Madrid justo 100 años más tarde. Ni planeado, hubiera salido tan cuadrado.

Finalmente, qué destacarías de la actualidad operística y cómo ves el tema en cuanto al acercamiento de las nuevas generaciones de espectadores jóvenes.

     Creo que a lo largo de los últimos años ha habido bastantes Teatros en España que han tratado de acercar la ópera a los más jóvenes, presentando proyectos que les pueda despertar interés, ofreciendo entradas a precios asequibles, etc. Y no solo con la ópera, sino también con la zarzuela, donde por ejemplo Daniel Blanco, director del Teatro de la Zarzuela en Madrid, ha sido uno de los mayores impulsores. Todo esto está fenomenal, y hay que seguir insistiendo en ello para mostrar a los más jóvenes cuanto antes que existe un abanico de música mucho más amplio de lo que habitualmente creen.

    No obstante y dicho lo anterior, tampoco creo que hay que dramatizar demasiado si la mayoría de los más jóvenes no sienten interés prematuro por la ópera o la zarzuela. En mi opinión, entra dentro de lo normal que los más jóvenes empiecen interesándose por géneros menos elaborados como pueda ser el rock, pop, etc ., para acabar llegando a la ópera, zarzuela, y música clásica en general, en etapas algo más maduras en sus vidas. Complementariamente se hace muy necesario que los teatros sigan buscando la manera en que estos géneros más “antiguos” sigan pareciendo atractivos a las nuevas generaciones, sin modificar su esencia y contenido básicos.

Damos las gracias a Eduardo Aladrén, nuestro querido amigo y paisano, que está repitiendo los éxitos en esta temporada y que tal vez nos guarde a los  zaragozanos –si sus compromisos se lo permiten- una gran sorpresa para el final de este año.

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