Italia: Castillo de familia

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Por José Joaquin Beeme

    ¿Te imaginas a un ricacho abriéndote las puertas y permitiéndote vivir, por un instante, lo que esconde en su vedado? El castillo de Tabiano, vecino a Parma, evidencia el paso de manos de la vieja nobleza, arruinada, a la pujante burguesía industrial: los Pallavicino, al final de una historia de sangre…

…, llena de asedios y asesinatos intestinos, venden a los Corazza, que han hecho fortuna en Inglaterra con el hielo a la manera, manera lograda, del alucinado Adam Trask (aquel que Steinbeck-Kazan arrojaron Al este del Edén), y los recién llegados transfiguran la propiedad en hotel, con aneja villa medieval y respetuoso al par que inventivo restauro. Sobrevive hoy un patriarca, historiador local de Salsomaggiore (cuyas famosas termas fueron de la familia), a quien todos reverencian como «el profesor» y que se deleita mostrando suntuosos salones, patios florales y anchurosas bodegas de vino y parmesano, abiertas ahora a la sugestión de escenógrafos que arman convenciones de empresa y convites mundanos. Quiere la casualidad que, mientras puntualiza a la guía, cofrecillo de ingresos en mano, un auto señoril con matrícula de Bruselas viene a recoger a la familia con destino al aeropuerto: son los hijos del buen patricio, un alto funcionario europeo, a cargo (obviamente) del mercado interno y asuntos empresariales, y una europarlamentaria, «popular» por supuesto, casada con expresidente escandinavo amigo de Putin. Para completar el entrañable ritratto di famiglia in un interno no faltan los renuevos de la dinastía, todos Carlo o Giacomo sin remedio, que se mueven por entre las visitas con soltura: sabedores de lo que la transmisión de la riqueza comporta, evitarán cualquier litigio sangriento que pueda llevarles a fragmentar, o perder, tan castellana forma de vida.

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