Italia: Deseo de Europa


Por José Joaquín Beeme
Corresponsal del Pollo Urbano en Italia
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Las instituciones salen al paso de un desencanto que amenaza con noquear el sueño de paz y libertad nacido entre cascotes, ferralla y miseria, dolorosa miseria, al final de la guerra civil europea.

Todo eso se ha olvidado, no obstante el gallo crisis de la finanza vuelva a entonar su depravada queja, y es blanquinegra materia de documentales que sólo apasionados de historia o aplicados cinéfilos siguen en sus canales de abono. Un fantasma recorre Europa, recordando en forma de piezas artísticas lo que fue y no debería ignorarse, y yo lo he visto ahora que ha recalado en Milán, camino de Tallin y Cracovia. Este Deseo de libertad, orquestado en Berlín por gentes del museo de historia alemana, nada menos, es un batiburrillo de autores y géneros, pero llaman la atención los artistas que al otro lado del telón laboraban a oscuras de la oficialidad: Kantor, Bulatov, Kwiekulik, y quienes, nietos del nazismo o de sus víctimas, redigieren la vergüenza por vía de viejas fotografías o explosiones enlatadas: Kiefer, Uecker, Boltanski. Razón, utopía, consumismo, sostenibilidad, autoconocimiento son, junto a la tríada revolucionaria francesa, las ideas-fuerza que guían este viaje icónico de casi siete décadas en torno al porvenir de una ilusión, la imperfecta construcción de un imaginario colectivo que todavía deja ver sus suturas. Soberanismos, nacionalismos, etnicismos, exclusivismos, antiguas pestes que se habrían dicho superadas y vuelven con tozudez y saña. Llaman aquícampanilismo a la paletez miope, a no querer ir más allá de la sombra de tu campanario. Simpatizo con mis compadres somardas de la República Independiente de Torrero, parapetada tras imperial regato, pero cuando aúllan los guardianes del territorio y se erizan las esencias, es mejor hacer las maletas. Si es que todavía resta algún pedazo de Antártida libre de banderamen.

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