Por Andreu Jerez
Corresponsal en Berlín
Las cinco o seis personas que había en la sala de lectura de la biblioteca en la que me encontraba se volvieron hacia mi con una mirada que mezclaba a partes iguales indignación y curiosidad después de la estridente carcajada que escupí parapetado tras la pantalla de mi portátil.
Sinceramente, no la pude contener. Di por hecho que lo que acababa de leer me daba pleno derecho a reirme con todas mis fuerzas aunque me encontrase ante la tumba del mismísimo Francisco Franco y rodeado de un grupo de matones falangistas. Reproduzco a continuación parte del texto:
«En La Nación el problema era otro. El escritor colgó por la web una recreación de sus diálogos con los editores:
–Hola, Hernán, disculpame la hora, pero estamos cerrando.
–No, todo bien, decime.
–Estábamos editando tu columna y nos asaltó una duda. ¿Qué querés decir, exactamente, en el párrafo sobre Ratzinger?
–En qué parte.
–Donde ponés que a “Ratzinger le gusta que le metan una lámpara de pie en el ojete…” ¿Está contrastada esa información?
–No. Es una sospecha que tengo.
–Pero es muy delicado decirlo sin un sustento. Es una información muy fuerte.
–No es una información, es un chiste. ¿Querés sacar “ojete” y poner “ano”? Por mí todo bien, no soy quisquilloso.
–Me preocupa más la expresión “lámpara de pie…”. A nuestros lectores no les gustan esas referencias lumínicas hacia la Iglesia Católica.»
El escritor es el autor y bloguero argentino residente en Barcelona Hernán Casciari, y el fragmento pertenece a un artículo publicado en Página 12. En él, Casciari, entrevistado, desgrana las razones que le llevaron a dejar todo lo que hasta el momento había estado haciendo como escritor profesional para invertir parte de sus ganancias en un proyecto tan descabellado a día de hoy: fundar una revista. De papel.
Hasta ahí todo bien. Este post no sería post si la revista en concreto, Orsai, no hubiese superado su primer número mostrando maneras de poder convertirse en un proyecto editorial sólido y referencial en un panorama en el que los lectores y autores (sobre todo jóvenes, pero no sólo) buscan nuevos faros en una costa marcada por la falta de ideas frescas, la crisis ecónomica y moral, y la unirideccionalidad editorial.
El primer número de Orsai, que recibí esta misma semana y que en Berlín es distribuido por la librería virtual La rayuela, es una clara muestra de un producto hecho con inteligencia, gusto, tino y, sobre todo, honradez. Recomendable cien por cien. Una ventana de luz en estos tiempos de oscuridad.