Menos héroes / José Joaquín Beeme


Por José Joaquín Beeme
Corresponsal del Pollo Urbano en Italia
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   Este es un desmentido: Italia no es mafiosa. La parte más sana del país se bate para sajarse los miembros corruptos, aunque a veces se deje la piel en el intento. El actor milanés Giulio Cavalli es un ejemplo.

 

    En su monólogo Do ut des, basado en la transcripción de interceptaciones y actas judiciales, se traviste de Totò Nadie para reírse de los clownescos ritos mafiosos y mostrar desnudos a los reyes de la cosa. Inspirado sobre todo en Peppino Impastato, activista y locutor de Radio Aut tronzado por el TNT por satirizar a capos como su padre (Giordana le homenajeó en Los cien pasos), considera que el honor es la metástasis del miedo y que la extorsión cultural de este poder en la sombra terminará cuando todos y no unos pocos savianos se levanten contra la malavita y ésta sienta su credibilidad amenazada. Pero este bufón, heredero de Fo que recibe balas y féretros conminatorios, no es el único héroe a su pesar. El alcalde Rosario Crocetta, siciliano y bandera de homosexuales, que pone carabineros en la concesión de obras públicas y despide a funcionarios muncipales infiltrados por Cosa Nostra, vive con seis escoltas después de varios atentados fallidos. El cura Luigi Ciotti puso en pie la asociación Libera Terra, un conjunto de cooperativas que cultivan las fincas confiscadas a la criminalidad y ofrece una línea de productos biológicos típicos de Calabria, Pulla y Sicilia; su gemela, El (g/j)usto de viajar, promociona estancias sabrosas entre los olivos pulleses o los viñedos de Corleone. Un grupo de chavales palermitanos creó el comité Addiopizzo (el chantaje lo paga el 80% de los comerciantes, y los presupuestos se calculan con el pizzo incluido), que impulsa el consumo crítico y ha inaugurado en la capital siciliana el Punto Pizzo Free. La fundación Antonino Caponnetto, intitulada a un colega de los jueces Falcone y Borsellino que luchó por esclarecer la verdad de sus asesinatos, no ceja en sus estudios del hosco fenómeno. Más allá de la fiscalía antimafia, de comisiones parlamentarias o de brigadas policiales especializadas, que sólo después de años y connivencias han ido franqueando el paso a las cárceles, el virus será vencido si progresa y se difunde el llamado «movimiento antimafia», que se fortalece, lo sabe bien Cavalli, contando cómo esos pequeños césares ajustan sus ademanes a los arquetipos de Coppola, juran con un ramo de naranja amarga o preconizan irse pronto a la cama y no poner cuernos a la legítima.

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