Ribagorza: ¡Música, maestro!

149FeliP
Por Feli Benitez

    Ha tardado tanto en retirarse el verano del escenario, de la platea donde se alternan las  estaciones, que ha tenido que hacerlo de forma apresurada y con gestos un tanto abruptos.

                Cada protagonista ocupa el espacio escénico con su tramoya, sus elementos de representación, su aparato y su dramaturgia y lo hacen de forma clara y distinta en estas tablas donde soy espectadora y que dan en llamar La Ribagorza. Así, el Invierno se atavía de aceros y escarchas, de grises quietos y diamantinos, de los destellos sobrios del filo de la navaja; es la estrella de los monólogos cortos, donde hace gala de su maestría con los silencios, con los que moteja a cada uno de los árboles y arbustos –que difícilmente se reconocen sin hojas- a los que dedica su verbo fuliginoso. Cuando se pone enfático obliga a todos a contemplarlo con recogimiento y muestra sus amenazantes colmillos de hielo colgando de cornisas y aleros…en cambio la primavera…la primavera nunca levanta la voz; asoma sus zapatos de satén blanco cuando el invierno aún está actuando y danza sobre las ramas de los almendros. Empieza a colocar elementos de atrezzo sobre el tablado sin esperar a que su predecesor se haya marchado. Cuando la insolencia de la jovencita exaspera al señor del témpano éste le da una lección arrojando al suelo sus zapatillas atravesadas por multitud de alfileres de cristal. Pero ella no es rencorosa y en cuanto está segura de que –por fin- el rígido y serio Invierno (¿por qué no decirlo? ella piensa que también algo trasnochado y rancio) se ha ido, comienza a cambiar las bambalinas, los bastidores, los decorados… Todo acorde con su espíritu acogedor y festivo. No quiere el escenario para ella sola, es triste, y le gustan los diálogos ágiles y multitudinarios. Le seducen las lenguas extranjeras y por eso invita a las aves que han pasado los meses anteriores en África a danzar a su alrededor. Mete las manos bajo los cojines de la Tierra, sopla los restos de rosada de la nuca de los montes, susurra canciones infantiles a las yemas de los árboles y pone un despertador en la entrada de cada madriguera… ¡Ahora! Y una explosión de color y sonido acompaña a los cientos de bailarines que siguen su coreografía. Un musical se despliega ante nuestros ojos atónitos que no saben hacia dónde dirigir la mirada para no perderse la ejecución de ninguno de los actores… ¡Ah! Qué delicia de entremés… ¡Uy! Será mejor que ella no oiga esto. Tiene su vanidad. No hay duda de que su número es espectacular pero el público que viene a este teatro de forma masiva, a quien quiere ver, y espera sobre todos, es al actor principal –a ese que congrega al público local y forano y consigue que se llenen hasta las últimas butacas-. Quieren disfrutar del espectáculo del galán maduro de voz acariciadora que despliega su recitado hasta altas horas de la noche sin que por ello nadie se canse; el maestro de la escena que consigue que caiga la cuarta pared y que público y actores se sientan parte de un todo, que piensen que no es representación y que están escribiendo la vida como si fuese el primer Verano que contemplan

… y decía que este año se ha ido tarde. En algunos momentos de la función las cosas no fueron como hubiera sido deseable: algo de exceso en los efectos especiales con demasiada lluvia o truenos descomunales; la temperatura no tan alta como anunciaba el cartel; un público reticente y no tan abundante como en anteriores representaciones…y toda vanidad lleva aparejada su buena dosis de expectativas que esperan ser satisfechas. Por ese motivo el Verano se negaba a marcharse y ante la duda de si el hecho de que hubiese butacas vacías fuese imputable a un fallo por su parte, ha estado dando lo mejor de sí con una serie de representaciones extra mientras el Otoño esperaba en retro escena con sus botes de pintura (el Otoño piensa que el verano es algo carca y que se repite hasta la saciedad y que, incluso, sobreactúa. Él se decanta por espectáculos dirigidos a un público minoritario. Le encanta el grafiti, llenar las laderas de los montes con sus intervenciones artísticas, y poner en escena performances singulares y minimalistas -con bandadas de grullas evolucionando en la parte alta del escenario- con poco texto y prolongados silencios). Sin embargo, el Otoño siente un gran respeto por el grave actor y ha esperado con paciencia a que este decidiese su último mutis por el foro (podía verse una sonrisa en la comisura de sus labios mientras contemplaba al Verano ofreciendo auténticos alardes recitativos fuera de tiempo) y, a cambio, el Verano ha querido corresponder y ha regalado al Otoño unos cuantos ingenios de su decorado.

      Los que tenemos la suerte de vivir aquí, hemos visto cosas que vosotros no creeríais…No he visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser, pero he visto a las oropéndolas que dejaban el amarillo de sus plumas a las hojas de los chopos antes de su vuelo apresurado hacia el sur y he visto las lágrimas del Verano perderse en la lluvia otoñal…

      Todos estos momentos los atesoro en la memoria y para evitar que se pierdan los escribo.

    Uso palabras, lenguaje y con él comunico. Mi mensaje llega a quien me lee y me lee quien entiende mi idioma. Ayer aprendí a decir ¡perfecto! en chino mandarín y me costó un buen rato memorizar el vocablo. Todo cuanto he narrado hasta esta línea es ininteligible para un tagalo, un libanés, una escandinava, un eritreo o una yibutí. Y, viceversa, yo no podría entender lo que me contasen ellos pues no conozco sus lenguas.

    Y, sin embargo, hay un idioma universal que todos los habitantes del planeta tierra pueden, aunque no lo hablen, sí por lo menos entender. En la Ribagorza hay muchas personas que hablan esta jerga. Se juntan en grupos numerosos, niños y mayores, sin importar extracción social, género, creencia, ideología u ocupación; grupos heterogéneos donde los haya…porque, a ver, díganme ustedes ¿qué tienen en común, de qué hablan, una maestra de adultos, un médico especializado en urgencias, un albañil, un mecánico, una estudiante de bachillerato, un brigada de la guardia civil, y un profesor de música? ¿Qué? Pues eso precisamente: hablan música.

    Un músico de Djibuti, Eritrea, Finlandia, Líbano o Malasia podría sentarse junto a un músico ribagorzano y leer la misma partitura, hablar el mismo idioma.

      En esta tierra desolada, sujeta al agravio y la explotación, maltratada por el gobierno central, esclava de las necesidades de las comunidades vecinas, y gestionada con fórmulas caciquiles, en muchos casos, por los gobernantes locales, los dioses del lugar –Turbón, Cotiella, Isábena, Aneto, Ésera y Montsec- contemplan a los pocos que vivimos en ella con atención. Nos observan mientras movemos los elementos de la tramoya que cada una de las estaciones requiere. Saben que hay personas, seres humanos, que trabajan de forma incansable para que todo esté a punto en cada momento; que dan más de lo exigible y que nunca esperan aclamación o tributo; que sienten amor por lo que hacen y ponen pasión y paciencia para que otros lleguen a enamorarse; que siembran cuando caminan sin pensar en los frutos y que palabras como lucro o jactancia no pueden ser usadas jamás para referirse a ellos; que ponen de su tiempo, energía y patrimonio lo que, muchas veces, tendría que aportar el erario público a través de sus instituciones. Una de estas personas es a la que quiero rendir tributo de admiración y para que ustedes sepan quién es, les dejo con las palabras que el presidente de la Banda de música pronunció al recibir un premio Calibo hace unos meses.

 

    “Buenas tardes y muchas gracias a todos los presentes.

    La Banda de Música de la Asociación Cultural Gradense (La Banda de Graus) cumple 15 años. Es una banda joven.

    En sus inicios era una banda de cornetas y tambores que tocaba en la procesión de Semana Santa en Graus, y dependía de la Cofradía de la Magdalena y la Soledad. Luisón de Fierro dirigía la percusión y Tomás Ardanuy la sección de viento. Éstos cedieron el mando a Germán Orellana como director de la Banda de Cornetas y Tambores. En el año 2000 es cuando se funda la Asociación Cultural Gradense y, bajo la dirección de Sergi Llena se convierte en una banda de música.

    En 2006 le releva Javier Pérez Raso, y bajo su dirección, la banda experimenta una evolución lenta pero constante hasta el día de hoy.

    En la actualidad la banda de música tiene una sección juvenil, integrada por quince niños que garantizan la continuidad de este proyecto.

    Durante estos años hemos tenido muchas y diversas actuaciones, en localidades como Barbastro, Monzón, Fraga, Lérida, Estadilla, Benabarre, El Grado… entre otros. Hemos colaborado con otras entidades y asociaciones como la Coral “Villa de Graus”, las bandas de música de Binéfar, Barbastro, Fraga, y en especial, la Banda Municipal “La Lira” de Monzón. Participamos en la grabación del último disco de la Ronda de Boltaña, allá por el año 2007. Hemos adquirido varios instrumentos y material propiedad de la Asociación, que permiten pensar en un futuro prometedor.

    Todo esto que parece tan complicado, para la Junta Directiva ha sido bastante sencillo, ya que tenemos la inmensa suerte de contar con un director implicado profundamente con su trabajo, que ama la música y considera a esta banda como parte de su familia. Y únicamente, siguiendo sus indicaciones y apoyando sus proyectos hemos llegado hasta aquí.

     Pido un fuerte aplauso para el director de la Banda de Graus: Javier Pérez Raso”.

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