La 69ª Semana Internacional del Cine de Valladolid se ha convertido en una edición especial para Mohammad Rasoulof, quien ha recibido hoy la Espiga de Honor que el Festival le otorgó en 2018.
En aquella ocasión, la Seminci rindió homenaje al director, figura fundamental del cine iraní de este siglo, con la publicación Mohammad Rasoulouf. Un cineasta íntegro, así como una retrospectiva dedicada a su obra.
El director del Festival, José Luis Cienfuegos, le ha entregado el galardón honorífico en persona seis años después, en el marco del estreno en España de su obra más reciente, La semilla de la higuera sagrada, premio especial del jurado del Festival de Cannes. «Han sido seis años de deseos inmensos de poder estar aquí. Por fin mi sueño se ha hecho realidad», ha declarado el cineasta.
Nacido en Shiraz (Irán) en 1972, Mohammad Rasoulof estudió Sociología antes de decantarse por el cine. Tras filmar su segunda película, La isla de hierro (2005), vio progresivamente restringidas sus oportunidades de trabajar y de exhibir su obra. Ha dirigido una decena de largometrajes multipremiados en festivales internacionales, todos ellos víctimas de la censura iraní.
Recientemente, ha tenido que huir de Irán tras ser condenado a ocho años de prisión y flagelación, reafirmando su postura radical frente a la corrupción y censura del gobierno de su país. Algo transversal a toda su obra fílmica, en la que una y otra vez se propone mostrar la realidad social del pueblo iraní a través de historias personales.
Al respecto, el realizador ha declarado: «Mi intención es hablar de personajes, de lo que pasa en la intimidad. De cómo las decisiones que cada uno de nosotros tomamos tienen una influencia enorme no sólo en nuestro destino sino también en todo lo que nos rodea». Y añadió: «Esto es en cierto modo fácil para mí, porque esa ha sido mi historia de vida. Entiendo a estos personajes porque me veo en ellos, luchando contra la censura y buscando la libertad».
Cambiar el mundo
La semilla de la higuera sagrada sigue a Imán, un abogado que trabaja para el gobierno iraní y está camino a convertirse en juez. Cuando se hace consciente de lo que conlleva su nuevo cargo, este empieza a cuestionar el sistema en el que se encuentra, mientras en su hogar se desatan los conflictos con su esposa y sus dos hijas. Todo ello enmarcado en las protestas callejeras del movimiento ‘Women, Life, Freedom’, que surgieron a raíz de la muerte de la joven Mahsa Amini, detenida por no llevar bien puesto el velo, y que falleció mientras estaba custodiada por la policía de la moral, y que Rasoulof incluye recurriendo a material de archivo real.
Rasoulof tuvo el impulso de introducir la realidad en la ficción: «Cuando esas protestas ocurrieron yo estaba en la cárcel y no podía ver lo que la sociedad estaba viendo a través de los medios de comunicación. Así que, cuando salí, empecé a revisar todo este material al que no había podido acceder antes y me di cuenta de dos cosas. De un lado, la importancia de los jóvenes para capturar esos momentos tan inolvidables e históricos, y, de otro, la posibilidad de incorporar ese material en una película, algo que nunca había hecho antes de forma directa».
Lo anterior habla, además, de la brecha generacional que el director observa en la sociedad iraní de la actualidad: «Existe una brecha enorme. Es increíble la fuerza y la visión que tienen los jóvenes. Hay entre ellos un deseo potente y real de cambiar el mundo».
La vida en el exilio
Ahora que Rasoulof ha tenido que abandonar su tierra natal, se pregunta por las derivas que tomará su cine en el futuro. «Gracias a las nuevas tecnologías sigo estando en contacto con todo lo que pasa en mi país, por lo que no siento que me haya ido del todo. Mi pensamiento sigue conectado allí, igual de fuerte o tal vez incluso más. Quizás lo que estoy intentando encontrar ahora es el punto común que existe entre todos esos problemas que hay en Irán y los del mundo en general. Tampoco cierro la puerta a que de repente haga algo que hable de lo que pasa fuera de mi propio país. Me pregunto si ahora que he salido puede que empiece a tener menos dificultades para hacer una película».
Respecto a sus futuros proyectos, reconoció que no tiene nada en mente aun: «Ahora mismo para mí es muy difícil pensar en lo siguiente que voy a hacer, porque casi no tengo tiempo para pensar en nada. Sí tengo una recopilación de pensamientos que he guardado a lo largo de los años, ideas que han surgido entre película y película. Hay muchos proyectos en mi cabeza y quiero tener la libertad de tomar una buena decisión para esa futura obra. Lo que más deseo es estar en mi país y trabajar allí, pero no puedo hacerlo. Al parecer mi destino es estar siempre buscando la libertad sin poder alcanzarla».
Espiga de Honor a Álvaro Palacios
En esta jornada también ha sido galardonado con la Espiga de Honor el bodeguero y enólogo Álvaro Palacios, cuyos vinos han marcado un antes y un después en la historia vitivinícola de nuestro país. La entrega ha tenido lugar en el marco de la gala de Cine Gourmet, que ha celebrado la alianza entre la D.O. Ribera del Duero y la Seminci. Con una destacada formación en Burdeos, Palacios es reconocido internacionalmente como un pionero y líder en el campo. Su enfoque en la autenticidad y el respeto por el terroir se refleja en cada botella, convirtiendo sus vinos en auténticas obras de arte. Su visión y el esfuerzo incansable han contribuido no sólo a elevar los estándares de calidad, sino también a inspirar a una nueva generación de vitivinicultores.