Visita a la sinagoga más sorprendente de Nueva York


Por Luis Carlos Alsina

   Algunos lectores ya lo habréis reconocido, es el edificio que alberga la Fundación Ángel Orensanz. Durante mi estancia en NYC no pude por menos que ir a visitar dicha institución, ya que era una buena ocasión de ver la palpitante vitalidad de la iniciativa de nuestro genial creador.

     Cuando a mediados de los 80 arribó a tierras americanas, se encaprichó de una semiruinosa sinagoga cerrada desde que los últimos judíos rusos abandonaran el lugar, e incluso el barrio, instalándose en mejores vecindarios. No es nada extraño oír hablar en ruso en esta vasta ciudad, especialmente en las playas del sur de Brooklyn.


No se trata de ninguna herejía, la sinagoga está desacralizada, y se celebraba Halloween.

    Y es que en esa época en que todos recordamos la ya apaciguada peligrosidad del Bronx, el Lower East Side, donde se ubica, le iba a la zaga, al menos en cuanto a barrio deprimido, aunque con un ambiente bohemio. Construida y consagrada por los primeros emigrantes judíos, de origen alemán, fue dotada de una acústica insuperable, que hoy en día resulta muy apta para todo tipo de conciertos.ÁngelOrensanz no dudó en comprarla y empezar a utilizarla conjuntamente con otros artistas como un espacio cultural y artístico. Tras unas reformas básicas, despertó el interés entre algunos famosos actores de la época, que optaron por alquilarlo para sus ceremonias nupciales, y a partir de ese momento empezó a entrar el dinero que ha permitido su restauración, y la habilitación de espacios tanto para masivos eventos sociales y fiestas, como para exposiciones, filmaciones o diversos tipos de actividades culturales. Todo ello sin descuidar la preservación de la variada obra del artista, que junto con los elementos ornamentales hebreos, le da una personalidad propia a este referente de la dinámica sociedad neoyorkina.


La colorista fachada con que nos recibe el edificio.

    En aquellos últimos días de noviembre, Ángel Orensanz estaba realizando una exposición en Madrid, por lo que no pude charlar con él personalmente, pero a cambio tuve el placer de tener como cicerón en mi visita, a Aurelio Orensanz, el hermano quizás desconocido, pero que sustenta la esencia neoyorkina del reconocido artista. Persona de una amabilidad excepcional, que complementa el espíritu bohemio que transpira el antiguo templo judío. «De visita todos somos muy buenos», se dice por nuestra tierra, pero hay detalles que no dejan lugar a dudas: durante mi primera visita a ese nuevo templo de la cultura y sociedad americana comprobé, no sin cierta admiración, como Aurelio le traía un café a uno de los administrativos, desde el bar de la esquina en el que me convidó. Sociólogo, de gran sensibilidad artística y muy cultivado, ha volcado la mayor parte de su tiempo en las últimas décadas, al mantenimiento de la Fundación, aunque no abandona sus proyectos literarios personales. Mientras me mostraba los entresijos del sorprendente edificio, nada suntuosos pero muy sugerentes, me ilustró sobre aspectos históricos y sociales de Nueva York, en una amena conversación, jalonada de continuas referencias a nuestra tierra. Personaje y entorno singular, que rememoraba en mí a la par, la época de Zaravisión y a su director Dionisio Sánchez.


Aurelio Orensanz

     La majestuosidad de la nave principal de la sinagoga, donde a nadie le sorprende que un lugar de culto se convierta en espacio público, como la Episcopal Church of theHolyCommunion ,que durante años fue la discoteca Avalón, y ahora es un centro comercial.


Una de las obras expuestas, perteneciente a un conjunto en el que Ángel Orensanz pretende concienciar al espectador sobre lo que ha supuesto la marea negra del Golfo de Méjico.


La excelente iluminación resalta sus valores arquitectónicos.


En las constantes reformas, siempre se ha preservado la parte antigua.

     La última sorpresa. Al salir de la Fundación, al final de la calle, una estatua de Lenin comprada por el constructor del edificio cuando la caída de la URSS, preside un bloque de viviendas.

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