El Oro y el Barro


Por Jorge  Álvarez

    Sí, el título del comentario es el mismo de aquella recordada serie de televisión que usted vio en un lejano 1991 sobre la novela homónima de Jorge Bellizzi.

   Pero hoy dejaré el barro para otro día y me voy a abocar de lleno al Oro. Dicen que “no todo lo que brilla es Oro” pero le voy a contar que conocí un lugar donde parece que dan por tierra con ese viejo refrán.

  A 1.105 kilómetros por carretera de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires o 11.412 kilómetros de Zaragoza en línea recta se encuentra la ciudad de Termas de Río Hondo, en la provincia de Santiago del Estero ubicada al norte, en la República Argentina. Elegida desde que se tiene memoria como la ciudad ideal para pasar los inviernos por su clima seco, su temperatura de eterna primavera en la temporada más fría del año y fundamentalmente por sus aguas termales, el imán que atrae a los turistas desde hace un siglo.

    El crecimiento que experimentó en la última década, al igual que el de la provincia de Santiago del Estero no condice con el del resto del país. A la Terminal de buses existente se sumó la construcción de un Aeropuerto internacional, un moderno centro Médico y un campo de Golf apto para la disputa de torneos internacionales. Pero sus 28.000 habitantes permanentes vieron cómo no se detenía allí esta ola de construcciones y mejoras. Se erigieron nuevos hoteles, creció la gastronomía y el comercio en general gracias a un deporte que pondría a esta pequeña ciudad en la consideración de todos como es la disputa de una fecha del Mundial de Motos GP.

   Y se preguntará dónde. En el mejor y más moderno Autódromo del país diseñado no sólo para albergar el Mundial de Motos GP si no, y por qué no la Fórmula 1 si la situación económica de Argentina así lo permitiera. Por su pista y ante el delirio de los aficionados corrieron Valentino Rossi, el carismático piloto italiano dueño de las ovaciones que al grito de ¡Valentino Go, Go, Go, Go! saludan el paso de la máquina identificada con el número 46 sin importar su ubicación. Junto al ídolo se vio en acción a pilotos de la talla de Dani Pedroza, Marc Márquez, Jorge Lorenzo, Andrea Dovizioso y Aleix Espargaro entre otros en el “Circuito Internacional Termas Río Hondo”.

    Pero vamos a lo nuestro, a lo que le prometí: hablar del Oro. Y es el “Museo del Automóvil Termas de Río Hondo” una de las grandes obras realizadas en la Provincia. Es un espacio contenido dentro del “Circuito Internacional Termas de Río Hondo”, ubicado a 6 kilómetros de la ciudad que les da nombre a ambos. Inaugurado un 5 de octubre de 2012, el Museo exhibe automóviles y motocicletas de competición que visitante vio en acción en el país y en el mundo, mediante un desarrollo arquitectónico de última generación que se integra y relaciona con el trazado del circuito y a través de muestras permanentes e itinerantes, distribuidas en dos de las tres plantas que lo componen.

    “La historia vive en el Museo” es lo que se plantearon sus creadores y vaya si lo lograron. El desfile de quienes, como yo, quieren darse una vuelta por el pasado reciente o formar parte de la historia tomándose una foto junto a la estatua, de pie junto a uno de los autos que condujo, que inmortaliza al quíntuple campeón mundial de Fórmula 1 Juan Manuel Fangio es incesante. Pero eso es solo un aperitivo. Al ingresar a nuestros ojos lo espera un banquete de vehículos réplicas en algunos casos y de originales en otros que vimos en acción. Por los Di Stefano, Maradona o los Messi se relaciona al argentino con el fútbol pero la pasión que despierta una categoría, el Turismo Carretera desde hace 84 años, coloca al automovilismo al menos en un pie de igualdad ya que hasta la crisis provocada por la pandemia cada dos domingos el TC reunía más de 100.000 fanáticos.

    Esos autos, modelos de fábrica que salieron a la venta al público, esconden historias épicas que forman parte ya del mito como es el caso del Renault Fuego cupé con el que Juan María Traverso ganó una competencia de TC2000 con la parte derecha trasera de su auto en llamas. Hoy cualquier fanático puede tomarse una foto posando al lado de ese auto con el que se logró una hazaña en abril de 1988. Antes sus ojos desfilan la Maserati 300 Sport de Juan Manuel Fangio y el Benetton-Renault de Fórmula 1 con el que corrió Jean Alesi, entre otros.

  A estos modelos usted los puede ver en casi todos los Museos del mundo pero éste atesora algunas piezas únicas como el Isetta que pintado de competición sorprende a quien lo ve desde 1953, año en que los italianos de la empresa ISO se frotaban las manos por el suceso alcanzado por uno de sus modelos. El Isetta era una burbuja de tres ruedas a la que sus dos ocupantes accedían al habitáculo por una puerta frontal. Económico como se lo mire, pues el motor era de 250 cc como el de una moto hoy, le aseguraban al pasajero un desplazamiento a unos 80 km la hora. A pesar de su inestabilidad y su mal pronóstico en una colisión años más tarde la BMW compró la licencia. Desde mediados de los años 50 del siglo pasado llegó a la Argentina. Ahora ¿se imagina al “Ratón Alemán” identificado con el número 555 en sus laterales, como se lo conoció por estos lares corriendo un Gran Premio de Turismo por caminos de tierra? Yo no lo vi, pero ahora sabe por qué es un imán para ser fotografiado.

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