Letonia y Estonia (II)


Por José María del Campo

   Llegamos a dormir a Viljandi , a una pensión decente a 35 euros, buen desayuno incluido. Cenamos en un pub, un poco pijo, pero nos dieron un ternasco asado y un steck tartar memorables, claro que de la botella de vino nos cobraron…

   Al día siguiente, fuimos al Parque de Soomaa en el que hay varios senderos entarimados ( si te bajas, te hundes en el musgo hasta las rodillas).

   A uno de ellos, le llaman el de los castores, y se ven árboles roídos por ellos y alguna presa donde construyen sus refugios.

     Llegamos a Tallin, capital de Estonia.

    Ciudad muy visitada por los finlandeses, para emborracharse, a modo ,y comprar alcohol. Lo que nos perjudica a los demás porque suben los precios.(es difícil tomarse una jarra de cerveza por menos de 4 euros).

   Si visitamos  esta ciudad, es imprescindible pasear por el  Casco viejo,(importante centro de la liga hanseática), la ciudad nueva y el puerto.

(Continuará)

 

Tallin: Un viaje al pasado medieval del Báltico

Un Casco Antiguo de cuento de hadas

   A pesar de su pequeño tamaño, el Casco Antiguo de Tallín tiene tantos lugares atractivos para visitar que estas líneas se nos quedarán sin duda cortas. Lo mejor, sin embargo, es que todo está cerca en esta ciudad: es posible visitar los lugares más interesantes paseando por las preciosas callejuelas medievales que cruzan la parte más antigua de la urbe. El Casco Antiguo es Patrimonio de la Humanidad, y a pesar de haber sufrido muchos ataques durante ocupaciones y guerras (la situación estratégica de Tallín en la costa báltica, en el Golfo de Finlandia, hizo que la ciudad fuera codiciada por muchos gobiernos), está completamente restaurado y muestra una magnífica mezcla de estilos: románico, gótico, barroco… Erigido entre los siglos XIII y XVI, la ciudad (que entonces se llamaba Reval) estaba rodeada de murallas con torres de vigilancia, que a día de hoy se conservan prácticamente intactas y que aportan a este precioso Casco Antiguo su particular aspecto fantástico, propio de un cuento de hadas.

   Nuestra primera visita puede ser el Castillo Toompea, edificado entre los siglos XIII y XV sobre una antigua fortaleza. Por su parte anterior ofrece el aspecto de un palacete barroco, ya que fue remodelado en tiempos de Catalina la Grande; pero su parte posterior es auténticamente medieval. La torre Pikk Hermann, de 46 metros de altura, es todo un símbolo nacional. Además, si queremos empezar nuestro recorrido con una buena vista de la ciudad, en la colina de Toompea encontraremos dos miradores que nos ofrecerán las mejores panorámicas: la Plataforma de Kohtuotsa y la de Patkuli. Saliendo ya del castillo, en la misma colina de Toompea encontraremos la espectacular Catedral Alexander Nevsky, edificada con las características cúpulas en forma de bulbo que suelen rematar las iglesias ortodoxas del norte de Europa. De hecho, se trata de la catedral ortodoxa más grande de la antigua Rusia. Fue construida en el año 1900 bajo el gobierno de los zares, y en su interior se pueden admirar hermosos mosaicos.

   Caminando por este bello entramado medieval, encontraremos la que es sin duda la calle más especial del Casco Antiguo de Tallin: el pasaje de Santa Catalina. Se encuentra en la parte trasera de lo que en tiempos fue la iglesia dedicada a la santa y lo que realmente aporta su atractivo a este lugar es que en él se ubican los talleres de los artesanos medievales de la ciudad. En la actualidad estos talleres están abiertos al público, que puede admirar la elaboración artesanal de vidrio soplado, cerámica, joyas…

  Otro lugar de interés es sin duda el Ayuntamiento de Tallín. Ubicado en la plaza principal del Casco Antiguo (la Plaza del Ayuntamiento), en la actualidad es el único ayuntamiento gótico que sobrevive intacto en toda Europa. Durante el verano es posible subir a su torre de 64 metros de altura para obtener unas vistas incomparables. En la esquina del edificio podremos también visitar la Farmacia más antigua de Europa.

   En el Casco Antiguo de la ciudad aún quedan muchos enclaves de interés que visitar: el Monasterio Dominico con su claustro y su Museo, Suur Rannavärav y Paks Margareeta (la Muralla de la Costa y la Torre de Margarita la Gorda), la Torre Hellemann, la Casa de la Hermandad de las Cabezas Negras (un edificio renacentista que se puede visitar, y que se reconoce por su espectacular puerta verde y roja tachonada de adornos dorados), la torre Kiek in de Kök, que significa «fisgar en la cocina» (una torre defensiva de 38 metros de altura, y su nombre viene de que los soldados decían que gracias a su altura, podían fisgar en las cocinas de las casas a través de las chimeneas); la Torre de la Virgen, la espectacular Iglesia del Espíritu Santo, el Patio de los Maestros (enclave dedicado a los expertos artesanos), las iglesias de San Nicolás y San Olaf (ésta con su altísima torre con aguja de 159 metros, y que en el siglo XIII era la estructura más alta del mundo conocido), y la Puerta Viru, que flanquea la calle Viru con sus dos fantásticas torres, típicas de los cuento de príncipes y princesas. Además, junto al casco viejo podremos visitar también un lugar tan moderno como evocador: Vabaduse väljak (la Plaza de la Libertad), un espacio abierto dedicado al orgullo nacional y al simbolismo de la independencia del país.

   Los alrededores de Tallín tienen también mucho que ofrecer al visitante. La costa del Golfo de Finlandia es verde y espectacular, y cuenta con pequeñas islas llenas de encanto que se pueden visitar. Un buen ejemplo son Aeegna, Naissaar y Prangli, tres islotes hacia los que durante el verano parten ferries. Hace décadas era imposible visitarlas al ser un punto estratégico de la Unión Soviética, pero hoy día es posible recorrer sus tranquilos bosques y sus preciosas playas. En la isla de Prangli se conserva la tradición pesquera medieval como en ningún otro sitio de Europa, mientras que Naissaar es célebre por los restos militares que aún perviven en ella y por su tren de vía estrecha, aún en funcionamiento. Además, a lo largo de la costa podremos visitar el gran Parque Nacional Lahemaa, a aproximadamente una hora en coche de Tallín. Otra visita imprescindible es Paldiski, ciudad costera a unos 45 kilómetros de la capital y que fue un centro de construcción de submarinos y cohetes en tiempos soviéticos. Aparte de por su faro, el más alto de Estonia, la belleza de la península de Pakri (donde se ubica la ciudad) es debida a sus magníficos acantilados y su fauna salvaje. Y para terminar, podemos acudir a Viimsi, a tan sólo 15 kilómetros de Tallín: una preciosa península rocosa, con bella naturaleza y que además cuenta con tres interesantes museos: el Museo de la Guerra de Estonia, el Museo de las Costumbres Costeras y sobre todo, el Museo al Aire Libre de Viimsi, ubicado en una antigua e histórica granja.

 

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