Berlín: Arte en la calle

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Fotografías: Jesús Saínz Maza

    Luego de un reciente viaje a la poliédrica ciudad de Berlín, nuestro amigo y colaborador nos ha traído este extraordinario reportaje fotográfico del arte que queda reflejado en sus muros y en sus calles y que conocemos como «street art» ¡A disfrutar con él!

Berlin, contracultura, street art y okupas

    Berlin es una ciudad poliédrica, con muchas caras, apasionante, vital, una ciudad en la que el viajero puede sumergirse cada día en un mundo, a su elección. Esta vez nos hemos centrado en sus calles, en el street art, el arte urbano, y en una parte de su cultura, en ocasiones mal llamada contracultura,  que al igual que la historia del Muro, puede quedar eclipsada por la nueva Berlín y su auge constructivo.

    Berlín y el fenómeno de la contracultura estaban llamados a encontrarse. Tras la Primera Guerra Mundial, la ciudad, al igual que el resto del país, sufrió las consecuencias de la derrota, y se convirtió en el patio de juegos de los vencedores durante los locos años veinte. Surgieron teatros y cabarets, estudios de cine, una incipiente cultura gay se reivindicaba en la escena social, y la relativa estabilidad política y la mejora de las condiciones económicas, convirtieron al Berlín de entreguerras en un foco de atracción artística donde expresionistas, dadaístas y la Bauhaus creaban el futuro.

    A Berlín comenzaron a llegar judíos de Europa Oriental, así como rusos blancos que habían huido de las revoluciones en su país. Ya en los años sesenta los turcos llegarían a Berlin Occidental, y los vietnamitas a la parte oriental. Tras la II Guerra Mundial, Alemania nuevamente perdedora, vio como su antigua capital se dividía, primero sobre el papel, y posteriormente mediante el cemento y el hormigón.

    La parte oeste de la ciudad, pasó a convertirse en una isla en un océano hostil. Berlín Occidental se transformó en un símbolo, y un escaparate que las autoridades germano-occidentales, por supuesto también los aliados, utilizaron sin pudor para socavar el régimen comunista de la RDA. Ventajas fiscales, exención del servicio militar, vivienda… Un caldo de cultivo ideal para nuevas propuestas creativas, y sociales.

    Muchos jóvenes de izquierda y antisistema se vieron atraídos por la oferta. Kreuzberg fue el destino de la mayoría de ellos, y no por casualidad. Hoy, casi un cuarto de siglo después de la caída del Muro, al menos en la memoria de sus habitantes, siguen existiendo dos Kreuzberg. Mientras que el Distrito 61 quedó integrado en el lado occidental, el Distrito 36 o SO36 quedó atrapado entre los comunistas Friedrichshain, Mitte y Treptow, con una única salida al oeste, convirtiendose en una zona de alquileres bajos, totalmente denostada, y comenzaron a llegar estudiantes, artistas de escasos recursos, visionarios, okupas y la primera oleada turca.

    Precisamente en recuerdo de esa división y para celebrar la reunión de Kreuzberg, Friedrichshain y Treptow el norteamericano Jonathan Borofsky, levantó la monumental Molecule Man que, por cierto, nos encantó.

   Los movimientos okupas no nacieron en Kreuzber, aunque aquí tuvieron su mayor impacto, a partir de 1979. Un movimiento de protesta contra el derribo de edificios antiguos, aun en buen estado, para construir nuevos bloques y el desfase que se originaba dejando sin vivienda a muchos berlineses, se radicalizó provocando graves enfrentamientos con la policía y el inicio de la okupación de miles de viviendas que permanecían vacías, tanto por ciudadanos corrientes como, y especialmente, por integrantes del underground.

    El apogeo del movimiento llegó en 1981, con 165 casas okupadas. Sin embargo, las autoridades de Alemania Occidental pronto las sometieron a regulación. De hecho, se dice que en Berlín no existen verdaderas casas okupas, ya que tienen algún tipo de contrato de alquiler supervisado por el Ayuntamiento. Entrar en las viviendas vacías, restaurarlas y llegar a un acuerdo con el propietario, una práctica denominada instandbesetzen, que se legalizó a partir de de la década de 1990.

   El Muro cae el 9 de noviembre de 1989, la emoción por el reencuentro de las familias y la eliminación de la barrera que había separado al mundo viene unida a un vacío político, una ausencia de legislación para afrontar la existencia de un Este repleto de solares desiertos y edificios deshabitados, que provoca una segunda oleada okupa a la caza de 25000 pisos vacíos por Mitte y Prenzlauer Berg, pasando posteriormente a Friedrichshain.

   Nuevos tiempos se avecinaban. Bastaban unas mesas, un equipo de música y de la nada surgían clubs en antiguas fábricas, barracones de obra, viejos supermercados… Incluso como el santuario mundial de la música electrónica que Dimitri Hegemann fundó en la caja fuerte subterránea de los antiguos almacenes Wertheim, cerca de Potsdamer Platz, y al que bautizó, acertadamente, Tresor.

   El francés Thierry Noir, a principios de los ochenta quiso destruir la identidad del Muro mediante el color, una protesta política que cada noche, en la clandestinidad, llevaban a cabo los artistas implicados. Un mes después de la caída del Muro, la galerista Christine Mc Lean y otros activistas culturales decidieron salvar de la demolición algo más de 1300 metros de muro y cederlos a artistas de todo el mundo para que expresaran lo que les provocaba aquella frontera que dividió al mundo.

   Esta galería en la calle, denominada East Side Gallery, se inauguró el 28 de septiembre de 1990, y rápidamente destacó el beso entre Leonidas Brezhnev y Erick Honnecker, el soviético y el alemán, retratados por Dimitri Vrubel, en su Brotherhood Kiss.

    A pesar de las restauraciones, como la del año 2000, por parte de muchos de los artistas originales, y la creación de un proyecto de conservación, lo cierto es que durante nuestra visita pudimos comprobar que las condiciones atmósfericas y especialmente el vandalismo, han arruinado la mayoría de los murales.

   Berlín ha recuperado la capitalidad de la Alemania reunificada, y se encuentra sumida en un proceso de reconstrucción. Es el «nuevo Berlín» en transformación constante, foco de atracción para creadores de todo el planeta. Sin embargo, también ha supuesto una pérdida de frescura, de innovación creativa, incluso de radicalidad en las propuestas tanto de vanguardia artística como política.

     Muchos de los jóvenes se han aburguesado, la mayoría de los clubs y bares ilegales han desaparecido, o se han trasladado hacia espacios más adecuados, como Tresor, que ahora ocupa la antigua central eléctrica en Köpenickerstrasse, en Mitte.

   El aire bohemio, y la existencia aun de alquileres bajos ha atraído a clases más acomodadas, que van conquistando edificios anteriormente habitados por okupas, punkies y artistas. El arte contemporáneo busca su refugio en antiguas fábricas o edificios que aun continúan vacíos, con proyectos en su mayoría privados, kunsthalle, diferenciados de los kunstverein, gestionados por el municipio, aunque ambos modelos ofrecen contenidos que se alejan de las propuestas de los grandes museos.

    Otro barrio de raíces obreras como Kreuzberg, es Friedichshain, y también aquí los antiguos vecinos son poco a poco reemplazados por otros nuevos, de mayor poder adquisitivo. Aquí, entre las pasarelas que cubren los andenes de la estación de Warschauer Strasse y el moderno edificio de BASF o la discográfica Universal encontramos las ruinas devoradas por la vegetación de las antiguas cocheras RAW, del siglo XIX, que funcionaron como almacenes y talleres ferroviarios.

     En 1994 fueron okupados para el desarrollo de proyectos artísticos y sociales. Aquí también llegan el patrocinador, los clubs y lounges que poco a poco acaban con las inciativas populares y llenan el barrio de ruinas modernas.

   Mitte, bastante respetada por los bombardeos durante la II Guerra Mundial, se llenó de artistas y creadores tras la caída del Muro. Los patios industriales del Scheunenviertel, muy deteriorados después de décadas de abandono, fueron el centro de la cultura alternativa, aunque con las reformas y la llegada de galerías de arte y tiendas de moda, el alza de los precios ha provocado su aburguesamiento.

   En el 39 de la Rosenthalerstrasse, la Haus Schwarzenberg, construida en la primera mitad del siglo XIX, es un vestigio de los movimientos alternativos surgidos tras la caída del Muro. Un cine, un bar, un café, una librería, una galería y varios talleres de artistas. El Café Cinema alumbrado por candelabros, es un buen lugar donde hacer un alto en nuestro camino.

    En estos patios, el dueño Otto Widt, consiguió salvar a muchos de sus empleados judíos de la fábrica de cepillos y escobas, una historia que se cuenta en el museo actual.

   A principios de los noventa, un grupo de artistas los ocupó, y la compra por parte del municipio en 2004 y su registro como monumento histórico lo protegen de los inversores comerciales.

   Otros proyectos intentan resistir, como la casa okupa Köpi. Otros intentaron amoldarse al cambio, como Tacheles. Un elegante centro comercial utilizado por los nazis como sede de las SS y cárcel y del que solo se mantinen los edificios que dan a la Oranienburger Strasse. Ocupado en 1990, su nombre Tacheles proviene del yiddish, «explicarse, expresarse, dar su opinión» se evitó la demolición, al conseguir su recalificación como construcción histórica.

   Durante los años siguientes el experimento artístico, el Künstierinitiative Tacheles prosperó, y contaba al igual que otros muchos proyectos con subvenciones públicas,  aunque poco a poco fue decayendo, también debido a rencillas internas, perdió su espíritu subversivo original y se convirtió en el emblema de la contracultura más comercial: las camisetas con la frase «La cultura no se Vende», a 15 euros, lo ilustraban. Ya en 2011 la mayoría de los artistas aceptaron la oferta millonaria del propietario para abandonar el recinto, aunque unos ochenta decidieron no hacerlo. En nuestra visita hace unos meses, comprobamos que Tacheles está vacío y cerrado.

Interior de la antigua Bethanienhaus

    Otro proyecto que busca mantenerse es la Bethanienhaus, que se encuentra en un gran edificio de ladrillo, de 1847, en lo que fue un antiguo hospital. Sin embargo, la comunidad original de artistas se trasladó, ya en 2010, a la antigua fábrica de bombillas de Kottbuserstrasse 10. El antiguo hospital sigue siendo un espacio dedicado al arte, desde la plástica a la música y los audiovisuales. Nosotros recorrimos buena parte del edificio, donde los artistas nos presentaban su obra.

    El street art, donde plantillas, bocetos, murales, técnicas de composición avanzadas, 3D, está, al menos en Berlín lo entienden así, alejado del vandalismo que, a pesar de todo, también en la capital alemana coloniza muros y paredes. A menudo, nuestros recorridos por Berlín nos han situado ante lienzos de proporciones gigantescas, llenos de contenido social y político.

Modernas protestas

    Nombres ya míticos del arte urbano actual como Banksy, Os Gemeos, Romero, Swoon, Flix, Pure Evil, Miss Van y Blu han dejado su impronta por toda la ciudad, junto a artistas locales que han entrado en el hall of fame del street art. Así, el retrato de un joven Jack Nicholson tras una reja es una obra icónica de Bonk, o Bimer con su característico oso de Berlín enfadado. Kripoe es conocido por sus manos amarillas y El Bocho por Little Lucy, que odia los gatos.

   La zona de Boxhagener Platz en Friedrichshain muestra obras de Boxi, Alias y El Bocho. Alias firma sus obras; hay que ver su “chica asiática” recortada cerca de la esquina entre Gabriel-Max-Strasse y Grünberger Strasse.

   También hay buenas obras en Mitte, como las del prolífico XooooX, conocido por sus plantillas de modelos en blanco y negro.

   En Prenzlauer Berg se halla el Mauerpark, donde los artistas en ciernes pueden perfeccionar sus habilidades en un tramo del muro de Berlín.

Algunas piezas emblemáticas:

   Astronaut, en Kreuzberg, plantilla de Victor Ash. Rounded Heads, en Kreuzberg, pictograma de Nomad. Yellow Man, Kreuzbeg, pictograma de Os Gemeos.

   Brothers Upside and Down y Chains, Kreuzberg, dos pinturas contiguas del italiano Blu y el francés JR creadas en 2007 como parte de festival de arte callejero Planet Prozess y que se han convertido en uno de los iconos del distrito y del arte urbano internacional.

  Nota: Enero 2015. Tras un incendio bajo sospecha de haber sido provocado, y la posterior petición de licencia para la edificación de viviendas, la especulación urbanística hace su aparición en el solar. Ante la intención del promotor de incrementar el precio de los pisos orientados hacia los murales, Blu solicitó a mediados de diciembre de 2014 a sus colaboradores en Berlín que ocultaran ambas obras bajo una capa de pintura de pintura negra, por lo que las imagenes que capturamos y que habéis visto sobre estas líneas ya son historia.

   Leviathan, en Kreuzberg, de Blu, una pared entera cubierta por un enorme cuerpo rosa formado por cientos de cuerpos más pequeños que se retuercen como gusanos. Fish, Friedrichshain, de Ema. Sad Girl with Rabbit Ears, Friedrichshain, de Boxi. Lads, Kreuzberg, pintura de The London Police.

Texto de: http://www.guisanteverdeproject.com/2014/06/berlin-contracultura-streetart-y-okupas.html

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