Por Rafael Gabás
Una pareja de treinta y muchos (Ale y Alex, ésta es una de las muchas aliteraciones y repeticiones de la película) con trece años de relación deciden separarse tras una pequeña crisis y resuelven hacerlo celebrando una fiesta y de común acuerdo: Como una boda pero al revés.
Estamos ante la que posiblemente sea la mejor película del prometedor director madrileño (Tenéis que venir a verla, La virgen de agosto, Los ilusos...); Trueba crece como director, da un paso adelante y demuestra una tenacidad y voluntarismo encomiables; descompone y desestructura la desgastada forma de entender el cine ofreciéndonos una película ajena a los lugares comunes, sin prejuicios, con una variada gama de contradicciones, con muchos sedimentos del pasado y con numerosas influencias (Truffaut, Godard, Bergman, Hong Sang-soo, Rohmer y el cine francés en general) para que el espectador se pregunte e interrogue. Estamos ante un cineasta valiente e innovador al que no le gusta transitar por los caminos convencionales.
¿El cine puede hacernos mejores? es una pregunta que se hace el director y que además es el título de un libro de Stanley Cavell que aparece en el film y Trueba parece empeñado en responderla afirmativamente, retratando magistralmente a la generación de alrededor de cuarenta años, mostrando una realidad y convirtiendo la cotidianeidad en una experiencia cinematográfica minimalista. Parece, además, cansado de la retórica habitual, de la cinefilia endogámica y de espacios saturados e intenta buscar un camino nuevo, un lenguaje personal y una forma de entender el cine ajenas al mainstream.
Con Volveréis tenemos que hablar de metacine, el cine dentro del cine; en un momento dado un grupo de personas visiona parte de la proyección y una de ellas la critica abiertamente; El film se trabaja, se construye y se comenta mientras se filma, modificando parámetros; La propia película es editada mientras el espectador la contempla, con juegos, saltos y repeticiones en la edición que vemos en pantalla; hay por lo tanto un juego de autorreferencialidad.
Volveréis juega con los conceptos de tiempo y espacio, juega con los conceptos de cine real y cine dentro del cine, es más circular que lineal, nos hace dudar entre la realidad y la ficción y desmonta el constructo occidental de pareja, el constructo occidental de ruptura: Ya en el inicio de la película los dos protagonistas duermen en la misma cama, se levantan, preparan el café, van a trabajar y vuelven del trabajo, es decir, hacen lo mismo y se relacionan de la misma manera cuando se quieren (antes) y cuando no se quieren (ahora).
Volveréis es un excelente ejercicio de cine a pesar de los peros, que los tiene, una manera fresca y personal de entender el séptimo arte: una pseudocomedia llena de situaciones absurdas como por ejemplo el momento en el que nuestro protagonista invita al fontanero (que le está arreglando el desagüe) a la fiesta de despedida… y no se trata de momentos puntuales sino de una actitud y un objetivo para hacernos pensar. Sin duda es una de las películas españolas del año y tendrá, como algunas anteriores, una buena recepción en Francia.
El cine está acartonado, parapetado sobre sí mismo, hay miedo a equivocarse… muchas películas están demasiado pensadas, demasiado manoseadas, demasiado manipuladas, falseadas y resultan tan forzadas que por el camino han perdido la vida.
Y el título es de alguna manera un spoiler, volveréis…