Pedro Rebollo, el Caín de Saramago


Por  Carlos Calvo

  Como aquella vez que Alberto Closas se levantó indignado de una reunión y dijo aquello de “me voy y me llevo la lengua”, el actor y dramaturgo zaragozano Pedro Rebollo nos ha dicho adiós para siempre a sus cincuenta y nueve años y se ha llevado esa voz y esa manera de actuar tan suyas. Las tablas fueron su rincón preferido…

…., siempre enamorado de la prosa de ese portugués de nacimiento y canario por devoción, José Saramago, premio Nobel de literatura en 1998 y conciencia lúcida de una época cegada por los mecanismos de poder, una de las voces contemporáneas que intentan señalar otros caminos posibles y deseables por los que transitar en sociedad. El zaragozano, en efecto, puso voz y entusiasmo a su ‘Caín’.

  También director y crítico de las artes escénicas, Pedro Rebollo se formó en la Escuela Municipal de Teatro y trabajó con numerosas compañías aragonesas, desde Teatro del Temple hasta Viridiana, pasando por Teatro Arbolé, Teatro Imaginario, Teatro de la Ribera, Tranvía Teatro, Teatro del Alba… Su talento escénico se pudo comprobar en obras como ‘La noche antes de los bosques’, ‘La lluvia amarilla’, ‘El viejo y el mar’. ‘El poeta y Platero’, ‘Escuela de negros’, ‘La vida es sueño’, ‘Severa vigilancia’, ‘Luces de bohemia’, ‘Huecos’, ‘Zaragoza y el VI Reich’, ‘Introducción al Zohar’, ‘La verdadera historia de Thomas Bernhard’… Luis Merchán, Mariano Anós, Carlos Martín, Javier Aranda, Laura Plano, Esteban Villarrocha, Mariano Anós, Paco Ortega o Jesús Arbués fueron algunos de sus compañeros de fatigas.

  Asimismo, Pedro Rebollo participó como actor en la pequeña pantalla, en series como ‘Hospital central’, ‘Águila roja’, ‘Doctor Mateo’, ‘El internado’, ‘Los hombres de Paco’, ‘Diarios del miedo’, ‘Cuenta atrás’, ‘R.I.S.’, ‘Arrayán’, ‘El tiempo entre costuras’, ‘Aída’, ‘El comisario’ o ‘Los Serrano’. Y en el cine, en papeles más o menos interesantes, intervino en varios largometrajes, como ‘Réquiem por un campesino español’ (1985), de Francesc Betriu; ‘Buñuel y la mesa del rey Salomón’ (2001), de Carlos Saura; ‘Una de zombis’ (2003) e ‘Isi & Disi 2, alto voltaje’, ambos de Miguel Ángel Lamata; ‘La novia’ (2015), de Paula Ortiz; ‘Fasces’ (2006), de Gerald B. Fillmore, o ‘Planeta 5000’.

   El ‘Réquiem’, rodado en las localidades zaragozanas de Chodes, Arándiga y Embid de la Ribera, con fotografía de Raúl Artigot y música de Antón García Abril, es una no muy conseguida adaptación del homónimo literario de Ramón José Sender, donde la fábula sobre el advenimiento del fascismo del original deviene intrascendente anécdota personal. En el reparto aparecen nombres ilustres el cine español como Antonio Banderas, Antonio Ferrandis, Fernando Fernán Gómez, María Luisa San José, Terele Pávez o Conrado San Martín. También paisanos de Rebollo, entre ellos José Antonio Labordeta, Pilar Delgado o Chema Mazo. Y como ayudante de dirección, el caspolino Alejo Lorén.

  ‘Una de zombis’ es el debut en el largometraje del zaragozano Lamata, después de rodar cortos como ‘Rencor visceral’, ‘¿Quién te pides?’ o ‘Robando el rock and roll’. Una película producida (en su mayor parte) e interpretada por Santiago Segura que se integra decididamente en el subgénero ‘freak’ del último fantástico español, un tosco dechado de humor chocarrero y ‘gore’ a la manera de parodia inasumible fuera del círculo de convencidos. El guion es de Miguel Ángel Aijón –también protagonista- y del propio realizador, la fotografía está a cargo de Teo Delgado y la banda sonora la ejecuta Carlos Jean. Junto a Rebollo, en un papel que no da mucho de sí, intervienen Miguel Aparicio, Mayte Navales, Nacho Rubio, Salomé Jiménez, Raúl Sanz, Miguel Ángel Tirado, Javier Coronas, Natalia Moreno, María José Moreno, Ricardo Joven, Miki Nadal, Santiago Meléndez, Félix Romeo…

  ‘Isi & Disi 2’ es la secuela del éxito comercial de la comedia dirigida en 2004 por Chema de la Peña, que rebaja un tanto la chabacanería del original en beneficio de estereotipos del cine más convencional, peor o mejor aclimatados, aunque, en conjunto, sin mayor interés. Con un desastroso guion a cargo del salmantino Agustín Sánchez Vidal, el del enigma sin fin, el oscense Carlos Saura fabrica en ‘Buñuel y la mesa del rey Salomón’ un bodrio totalmente indigno a la memoria de los geniales artistas evocados (Buñuel, Lorca, Dalí), en un cóctel tedioso y seudointelectual de guiños, humor, esoterismo y fantasía. Un fracaso de los que hacen época.

  ‘La novia’ es una personal pero insuficiente adaptación de ‘Bodas de sangre’ que quiere absorber el verso lorquiano, con ese sudor trágico y ese frenesí de culpa y dolor, venganza y traición, amor y muerte, un precipicio que bucea en las grandes pasiones del alma en torno a dos hombres que se enfrentan por una mujer. Y la zaragozana Ortiz se empapa del universo poético de Lorca, desde la temblorosa luna hasta el ojo del caballo, el olor a aceituna o la pringue de fritanga. La potencia, hermosura y sentimiento del original se diluye en un armazón mal entendido, sacrificando partes del texto para dar lugar a acciones y silencios. El trágico triángulo pasional entre la novia y los dos amigos quiere ser una catarata de imágenes que toman por asalto al espectador, pero hay que escarbar bastante para encontrar algo de emoción, todo enmarcado en un preciosismo visual casi esteticista. Se rueda en diferentes puntos de la comunidad aragonesa (El Temple, el monasterio de Casbas, la alberca de Loreto, El Bayo, la Salada de Mediana), además de en la Capadoccia turca.

  Si ‘Fasces’ es un fallido drama de políticos y asesinatos, de homofobias e inmigrantes, dirigido por el actor, guionista y realizador Gerald B. Fillmore, zaragozano afincado en Los Ángeles que ha participado en rodajes de spots o películas como ‘La mirada de Lucía’ (Imanol Uribe, 2022), más interés ofrece el largometraje ‘Planeta 5000’, del también zaragozano (de San Mateo de Gállego) Carlos Val, un retrato de las tensiones emocionales que se dan entre un grupo de gente perteneciente a una secta religiosa, que todo lo confían al poder de su fe. Y el realizador (y guionista junto con Alexis Barroso) habla del fanatismo que conduce a la maldad. La secta religiosa como succionadora de vida. La necesidad de creer en algo para dar un sentido a nuestras vidas. Los límites de la libertad y lo fácil que es perderla hasta convertirse en una cárcel. Toda una metáfora del lado oscuro de cada uno de nosotros, de nuestra inclinación a la perversidad. Es la violencia ejercida contra los individuos disfrazándola de liberación, promesas de lujo y placeres.

  Rodada  en la provincia de Zaragoza –nunca la capital del Ebro ha sido capturada en cine de modo tan elegante-, Huesca y el sur de Francia, a través del gran trabajo del director de fotografía Sergio de Uña, ‘Planeta 5000’ es una producción de también zaragozano José Ángel Delgado y una película nada convencional, solvente, repleta de detalles, de revelaciones, acaso algo arrítmica, atonal, efectista, con un exceso de frialdad y un reparto ciertamente disperso, descoordinado, sin desarrollar todo su potencial. Pero es una eficaz reflexión sobre los líderes y los súbditos, las sectas y las prisiones, los sueños y las huidas, los dogmas y sus espejismos. El título hace referencia a una canción del elepé ‘Código secreto’, del grupo valenciano Video, y habla de la heroína, ese planeta que te absorbe y, a la vez, te expulsa. Como el propio filme.

  También lo hizo en algún cortometraje, entre ellos ‘Solo’ (2019), del oscense Lorenzo Montull, uno de los mejores realizadores del cine aragonés (signifique lo que signifique cine aragonés), autor del imprescindible ‘Castillos en el aire’. La valiosa pieza habla de la vida de una persona mayor (Mariano Anós es el protagonista, junto a Carmen Barrantes, María Jesús Sanvicente y el propio Rebollo) que vive sola y no sale de su casa, con la necesidad de creer en algo para dar sentido a su existencia, una suerte de reflexión de la prisión en que se convierte la tercera edad. Asimismo, el conquense afincado en Zaragoza Tasio Peña lo ha filmado en varias de sus representaciones teatrales.

   Pedro Rebollo, en fin, se ha ido y, en efecto, se ha llevado la lengua. Como homenaje, termino con sus propias palabras: “A mí lo que me gusta es explicar el mundo y que luego la gente que me ve me diga que gracias a lo que he contado ha entendido mejor la realidad”.

Artículos relacionados :