La mujer deshabitada


Por José Joaquín Beeme

     Una película empieza a provocarme cuando moviliza muchas de mis referencias, cinéfilas o no, y los pistoleros de los Coen…

…me recuerdan Centauros del desierto (azarosa incursión en tierra hostil), Dos cabalgan juntos (colisión de caracteres, después de todo, complementarios), Pat Garrett y Billy el Niño (la caza al forajido como misión de vida), Shane (la mirada niña construye al héroe) e inclusodel lado del cómic, Blueberry (polvoriento, cutre Oeste).

    El tono de autenticidad, que dan los diálogos y la ambientación de época, lo han reconocido los propios americanos y es el que a un ciudadano medio de nuestros pagos llega sin ninguna dificultad. Todo discurría, pues, con sabor y mirada clásicos, incluso sin demasiados latigazos irónico / paródicos que son marca de la hermandad de Minneápolis, cuando tras una elipsis de una treintena de años llega el desenlace, sombrío, desolador, y viene a trizar cualquier ilusión épica o consolatoria que el espectador menos avisado pudiera haber concebido.

    Hailee Steinfeld defiende una Doña Rosita de frontera, que dejó a sus hombres, padre y amores adolescentes, enterrados física o mentalmente en el pasado, para después crecer desabrida y sola entre recuerdos y emociones que nunca más iban a volver. El auténtico coraje del título (True grit; ¿de dónde Valor de ley?) lo consumió todo y de un golpe en las cabalgadas febriles aguijadas por el honor familiar y el cálculo patrimonial —»Vengaré la muerte de papá»—, para advertir luego, alcanzado su objetivo, que el mundo de los sentimientos era inaplazable y que su ausencia le había convertido en una mujer deshabitada.

   Remake del film homónimo de Hathaway, con John Wayne como sheriff perdulario, lo que ha llovido entre uno y otro abordaje del mismo material narrativo no es sino la diferencia entre el optimismo posibilista de los 60 y esta creciente crepuscularidad que nos envuelve.

www.fundaciondelgarabato.eu

Artículos relacionados :