Desde el diván:’Blue Jasmine’ de Woody Allen


Por José María Bardavío

    Hal (Alec Baldwin) que está terminando de vestirse, le muestra a Jasmine (Cate Blanchett) que se está bañando en una preciosa bañera de mármol rosa, la fabulosa pulsera que le ha comprado para que la luzca en la inminente fiesta a la que van los dos a asistir.

Título original: Blue Jasmine
Año: 2013
Duración: 98 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Woody Allen
Guion:Woody Allen
Música:Varios
Fotografía: Javier Aguirresarobe

Reparto: Cate Blanchett, Alec Baldwin, Sally Hawkins, Bobby Cannavale, Peter Sarsgaard, Louis C.K., Michael Stuhlbarg, Andrew Dice Clay, Max Casella, Tammy Blanchard, Alden Ehrenreich

    Hal es un respetado  financiero que gana fabulosas cantidades de dinero en operaciones peligrosas pero suficientemente legítimas como para driblar la ley. En realidad estafando a los inversores que han confiado en sus promesas de  obtener grandes beneficios.  Y Hal es además un compulsivo sexual capaz de hacer cualquier cosa con tal de no hacerlo con Jasmine, su espléndida e inigualable mujer. Como si  la sexualidad legítima sin  riego de infidelidad perdiera demasiados atractivos. Circunstancia que emparenta, que marida magistralmente y a lo Woody Allen, los hábitos sexuales con las prácticas financieras.

 

    Aprovechando que su mujer se está dando un baño, le muestra a Jasmine el fabuloso brazalete que le ha comprado por su cumpleaños, pero que en realidad excusa el no tener que ser corporalmente efusivo con ella: Al separarles el hecho de estar la una desnuda y tumbada y el otro recién vestido y separado por la bañera , consigue evitarla corporalmente, consigue el no tener que abrazarla, pues lo que en realidad sucede es que está  -cree y dice él- enamorado de una jovencísima francesa que trabaja de au pair  en casa en unos amigos y con la que ha hecho descabellados planes para huir juntos a Francia. Antes, durante años, se ha ido acostado con un sinfín de mujeres algunas  grandes amigas de la propia Jasmine.

  Así que la bañera, las posiciones corporales, el vestido/desnudo, se convierten en dispositivos estructurales esenciales para impedir la efusión corposentimental que racionalmente se supone y espera de un matrimonio después de un obsequio  tan fabuloso.

  El brazalete  trasluce a nivel simbólico su carácter esclavista, el estar ambos poderosamente  encadenados, esclavizados, a sus constituyentes hipócritas, ese laisser faire  que les permite seguir viviendo juntos sin encarar lo que realmente siente el uno por la otra. Para Hal engañar a su mujer se convierte en fuente de atractivo para seducir a algunas (muchas) mujeres. Y Jasmine se ve tan colmada de riquezas y de triunfo social procedentes del éxito financiero, pero delictivo, de su marido que está químicamente dispuesta a hacer la vista gorda con todo aquello que puede inhibir el estado de opulencia y bienestar que le proporciona Hal.

   Él siente que ella le hace más importante aún de lo importante que le hace el dinero que consigue engañando a los inversores. Y la grandiosidad natural, la belleza, el tacto social de Jasmine le sirve a él de cebo para que piquen a su favor mujeres que se sienten atraídas por lo que -además- posee:  la mujer más bella y glamurosa que pensarse pueda. Usa el resplandor procedente del aura de Jasmine para malvenderlo con cualquier otra que se sienta  atraída por todo lo que posee, como si lo que poseyera, gracias al espejismo de su mujer, fuera verdaderamente ilimitado. Como la joya que acaba de regalarle estando ella en la jaula de oro de la bañera.

El blog del autor: http://bathtubsinfilms.blogspot.com/

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