El patrullero de la filmo: Aquel poblado de Esplugas City


Por Don Quiterio

  Lo explica bien Darío Villagrasa en su libro ‘Monegros, tierra de cine’: Balcázar Producciones Cinematográficas era una industria de cine fundada por la familia Balcázar, que instalan  en Barcelona su empresa de producción y distribución cinematográfica.

     Es en 1951 cuando empiezan con su primera película, ‘Catalina de Inglaterra’. A lo largo de toda su trayectoria intervino en películas de todo tipo de géneros (histórico, policiaco, drama, comedia, musical, aventuras, erotismo), especializándose en la coproducción de wéstern de los que muchos se rodaron en la provincia de Huesca. A la labor de producción el siguió la construcción de un macro estudio de cine en 1964 que contaba con más de 6200 metros cuadrados de decorados, un poblado del lejano oeste situado en las afueras de Esplugas de Llobregat, conocido popularmente como ‘Esplugas City’. Un universo cinematográfico e histórico de primera magnitud”.

   Balcázar Producciones Cinematográficas, continúo con Villagrasa, “se posicionó como primera productora del país, con un amplio abanico de coproducciones con Italia, Francia, Reino Unido, México o la República Federal Alemana, lo que hizo posible el desarrollo tímido de una industria y de profesionales en nuestro país. Una apuesta arriesgada de la que nos quedan todas sus películas, algunas de ellas realmente buenas, y el sueño de materializar un gran estudio de cine, como fue aquel poblado de Esplugas City a no muchos kilómetros de la comarca de Los Monegros”.

  De todo esto habla el documental ‘Goodbye Ringo’ (2018), dirigido por Pere Marzo Font y estrenado este mes en la filmoteca de Zaragoza. La familia Balcázar provenía de la industria de las pieles y pronto se hizo un hueco en la producción, coproducción y dirección cinematográfica. Al principio patrocinaban las películas de otros, con mayor o menor fortuna e interés, y posteriormente desarrollaron el conocido poblado del oeste para rodar decenas de wéstern entre los años sesenta y setenta. Entre ellos ‘Pistoleros de Arizona’ (Alfonso Balcázar, 1964), ‘El retorno de Ringo’ (Duccio Tessari, 1965), ‘El yankee’ (Tinto Brass, 1966) o ‘Los profesionales del oro’ Giorgio Capitani, 1968), cuatro títulos que la filmoteca también programa.

  ‘Pistoleros de Arizona’, en la que interviene de coguionista José Antonio de la Loma, supone el primer eurowéstern de los hermanos Balcázar, un modesto espectáculo de acción, de nula calidad, alejado del modelo espagueti incluso en su paisaje –se rueda en Huesca y Cataluña-, con notables defectos técnicos y un reparto de madera (y no porque el protagonista se apellide Woods), del que se salva el zaragozano Fernando Sancho, quien inaugura ese simpático (y cochambroso) mexicano que explota hasta la saciedad.

  También participa Fernando Sancho en ‘El retorno de Ringo’, un filme ambientado en el término de la guerra de Secesión, donde un capitán abandona su brillante carrera en el ejército para volver con su esposa, con la que se casa poco antes de iniciarse la contienda. Se trata de la segunda parte de díptico (‘Una pistola para Ringo’, con el mismo reparto pero con distinto hilo argumental) con el que el italiano Duccio Tessari se propone ofrecer una alternativa desenfadada, aunque trepidante, al imitado estilo de Sergio Leone. Un producto sin trascendencia, pero simpático (e ingenuo), que se inspira descaradamente en ‘La odisea’.

  El argumento de ‘El yankee’ no tiene gran cosa especial (forastero que llega al pueblo, se alía con una banda para robar un cargamento de oro, acaba con ellos y se queda la parte correspondiente a la recompensa que por ellos ofrecen) y la firma de Tinto Brass no parece la más adecuada, un realizador que le interesa algo el cine social, mucho el erótico y poco (o nada) el wéstern.

  En ‘Los profesionales del oro’, para terminar, un hombre se dirige a una secreta mina en Nevada y contrata a tres ayudantes, con los que deberá atravesar el desierto. Estamos ante un peculiar filme del oeste cocinado al estilo espagueti (o paella o salchicha Frankfurt, pues es una coproducción a tres bandas, entre España, Alemania e Italia), pero muy al dente, que trasciende la condición de este subgénero: paranoico clima, interesantes relaciones entre los personajes (dos de ellos, homosexuales), compactas interpretaciones e increíble desfile de modelitos. Una curiosa historia de avaricias y sicopatías alrededor de lo que se conoce como ‘la fiebre del oro’.

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