Desde el diván: ‘Seven’, de David Fincher

Por José María Bardavio

    Cuando los policías Mills (Brad Pitt) y Somerset (Morgan Freeman) visitan  el piso de un sospechoso, el sujeto consigue huir por el pasillo de planta, entrar luego en un piso de vecindad y  escapar del edificio saltando  por la ventana del baño.

Dirección:David Fincher
Guion:Andrew Kevin Walker
Música:Howard Shore
Fotografía:Darius Khondji

Reparto

Brad Pitt, Morgan Freeman, Gwyneth Paltrow, Kevin Spacey, John C. McGinley,Richard Roundtree, R. Lee Ermey, Leland Orser, Richard Schiff, Julie Araskog,Mark Boone Junior, Daniel Zacapa, Richard Portnow, Bob Stephenson,John Cassini, Lennie Loftin, Reg E. Cathey, Michael Massee


Seven
 David Fincher,1995

Bañera 1

    Cuando los agentes vuelven al apartamento encuentran fotografías de torturas y pruebas que revelan que allí vive  John Doe el espantoso asesino que tiene aterrorizada a la ciudad.

      El convencimiento de estar en la vivienda del verdadero culpable lo obtiene Mills indagando en los alrededores de una bañera coronada por un tubo de luz fluorescente. ¿Para qué tumbarse allí desnudo rematado por una luz tan desagradable? Los objetos que se amontonan alrededor de la pila proporcionan al conjunto el ambiente de una truculenta instalación artística o de un enigmático acertijo. John Doe asesina escenificando cada uno de los siete pecados capitales. Mientras fotografía el proceso de tortura y muerte, utiliza finalmente la bañera como cubeta de revelado. Ahora estamos en la mostración perversa de la alegoría de la Gula, según John Doe.

     Cuando Mills se aproxima iluminando con su linterna el interior descubre lo que jamás habría podido  imaginar : su rostro,  persona, su propia imagen, sumergida en el líquido revelador, cubriendo el fondo de la bañera. Estaba  asesino  revelando la fotografía de su perseguidor, cuando los policías llamaron a su puerta.

   En castellano revelar es también la acción de hacer visible lo previamente fotografiado sacando a la luz –revelando- lo que permanecía oculto, que viene a ser,  que revela, el sentido fundamental  de Blow-up (1966) la intrigante película de Michelangelo Antonioni basada en Las babas de diablo un cuento (del libro Las armas secretas) del inolvidable Julio Cortázar.

    La bañera que revela fotos, revela a los policías la identidad del criminal porque las fotografías que encuentran copiosamente  le muestran en el acto de asesinar a sus víctimas –como sucede también en Copycat (1995). Pero muestra también muestran y revelan  que el teólogo psicópata, tan maliciosamente obsesionado con limpiar  la ciudad como el mismísimo Travis Bickle en Taxi Driver (1976), está buscando a los que le están buscando. Y es esa ambigua relación, definición, entre perseguido y perseguidor lo que espesa la profundidad de esta película de culto (nunca mejor dicho) y que terminará  mostrando cómo el perseguido (el malo) por fin es cazado y además muerto pero es capaz, en tan pésimas condiciones, de perseguir a Mills a través del crimen cometido en la persona de Tracy (Gwyneth Paltrow), la mujer de Mills

      Se trata de la famosa cabeza cortada que una camioneta de reparto trae ahora mientras que Mills lleno de ira (el pecado capital que el psicópata, John Doe, está escenificando en vivo manejando las reacciones de Mills), no sabe si disparar o no disparar al psicópata que yace esposado en el suelo. Finalmente, arrastrado por la ira, dispara y muere. La caja que trae la furgoneta, con la cabeza de Tracy fue cercenada y empaquetada con instrucciones muy precisas para que fuera entregada en el lugar y a la hora exacta.  Al saber Mills del contenido justo después de asesinar al asesino esposado en el suelo, entra en enajenación mientras es detenido por asesinato terminando, nos cuentan, desquiciado, en la cárcel, y luego en un hospital mental.

Bañera 2

    En la puesta en escena de uno de los asesinatos (Pride:  Soberbia)- Doe hiere calculadamente a su víctima para que malherida salga de la bañera y se arrastre hasta la cama dejando de paso un siniestro reguero de sangre. Tumbada ya la víctima en el lecho, le corta la nariz espantosamente y le venda el rostro para que no se desangre.

    Del disfrutar en la bañera pasa la víctima en un instante a la tortura y a la muerte. Del rostro hermosísimo que se beneficiaba de aceites, perfumes, sales y vapores, a una muerte que castiga perversamente la vanidad obsesiva.  El psicópata tiene buen cuidado de dejarle una pastilla en la mano y el móvil en la otra. La victima puede optar por llamar al hospital y salvar la vida aunque queda claro que no podrá recuperar su belleza. O tomarse la pastilla que le quitará la vida. Se toma la pastilla.

El blog del autor:   http://bathtubsinfilms.blogspot.com.es/

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