Por Eugenio Mateo Otto
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Parece que el verano no da muestras de agotarse.
Bajo el cultivo de las olas de calor, cada vez más contumaces, el germen de personas histriónicas ha salpicado nuestras rutinas estivales con toda la parafernalia de extravagancias y actitudes de actores sobreactuados. Quizá hayan servido para las conversaciones al borde del chiringuito playero o de la balconada de la casa rural. Quizás, y ojalá haya quedado en eso. Somos un país hecho a los aspavientos y molinetes de cara a la galería, pero también a la faja con la faca y no se puede negar que los vodeviles de algún iluminado mesiánico alimentan esa tendencia al melodrama y al drama más visceral. Confieso que siento por el ex Honorable una profunda prevención, si se pudiera llamar así al sentimiento del no fiarse sistemáticamente de alguien, desde que apareció en el firmamento independentista catalán a la sombra de figuras tan honorables, aunque luego el adjetivo se demostrara exagerado, como los Sres. Puyol y Mas. De su paso por la alcaldía de Girona hubo señales de que buscaba el papel de monaguillo en el bautizo y si hacia falta el de infantico del Pilar, en alusión a sus primeras maniobras de enfrentamiento con la Corona por el título de Príncipe/sa de Gerona. Vaya por delante mi respeto a las posturas políticas de cualquiera, también por las del Sr. Puigdemont, quien, por cierto, ha demostrado una línea de actuación decididamente soberanista, con todo el derecho de invocar la independencia de Cataluña desde los tiempos de su juventud como periodista. No se ha cortado un pelo para defender sus ideas y ha demostrado que las tiene muy arraigadas, pero, en mi opinión ha perdido la referencia de sí mismo en el escenario que dice defender. Como personaje público ha quemado sucesivamente su imagen a nivel internacional, y no digamos a nivel nacional, tanto hispano como catalán, porque ofrece titulares que luego él mismo desmiente y deslegitima. Todos recordamos sus diatribas contra Europa por no reconocer su autodeterminación con la propia bandera de la Comunidad de telón de fondo de sus intervenciones, o esas cosas tan suyas de sacar pecho mientras sus colegas de procés guardaban las mudas bajo el jergón de sus celdas, y el juego del mus de si vengo o no vengo. En fin, al buen hombre le sirve todo, pero eso es lo que se cree él. Quizá sean los suyos los que le muevan la baldosa. Se ha convertido en pesado hasta para sus conmilitones, salvo claro, sus abogados e incondicionales, que los tiene. Sus fugas pasarán a la historia, como las de Houdini, aquel escapista que asombró a la sociedad de primeros del siglo XX, pero con mucho menos romanticismo, la verdad. Al menos, este mesías con barretina ha animado un verano saturado de efectos y habrá indignado a muchos y resignado a otros. Al que le habrá amargado un poco su desaparición, se supone que, en Doñana, habrá sido al presidente del Gobierno, aunque me da en la nariz que esta ópera bufa estaba un tanto preparada, de tan burda. Nos iremos enfrentando al síndrome postvacacional con la mejor de las intenciones a pesar de que en todos los destinos turísticos se ha colgado el cartel de completo; a pesar de que los ucranianos pasan de ser atacados a atacantes; a pesar de que siguen muriendo como moscas las pobres gentes de Gaza; a pesar de unas olimpiadas demostrando cosas como que existen héroes que ganan récords o como que nuestros vecinos de al lado tienen la “grandeur” metida en vena. Los histriones de provincias se han fugado a sus ferias poéticas provincianas para llenar de inspiración el otoño que les espera y los jurados de concesión de ayudas municipales a la cultura han seguido de vacaciones a pesar del rastro de víctimas por el camino. Por los ibones pirenaicos han estacionado en guardia permanente los helicópteros de la benemérita para recoger a transeúntes que olvidan que la altura es lo contrario de la caída y nunca los hosteleros confesarán lo que facturan por si se entera Hacienda, que ya sabemos que es molesta. Se han declarado en fuga todos los tertulianos de lo transcendente, las modelos a la captura de un novio fondón con posibles, los políticos con excedencia por los saraos, los patrocinadores de “influencers” con ropa de marca. Todos volverán. Aunque algunos no lo quieran.
Publicado en el Periódico de Aragón