Por Jesús Soria Caro
Nuevas voces arrancan la piel externa del lenguaje, muestran a carne viva el interior de este, lo hacen con la perspectiva de la rebeldía para revelarnos otros caminos hacia el yo.
Este perdió la libertad en nuestro orden tecnologizado, democrático, lógico, fundado en las grandes verdades que son edificios de pensamiento con cimientos de virtualidad, una forma revestida de apariencias, pero vacía en su interior, con una evolución de la realidad social que nos ha alejado de lo que fue el proyecto de la utopía, del camino del hombre hacia otras versiones más libres de la Historia. Encontramos tres poetas que son una buena muestra de la perspectiva crítica del pensamiento poético.
Celia Carrasco Gil
En “Invocación desde el acantilado” el yo lírico quiere ser silencio en la nada, regresar al origen del estema, ser voz en la raíz de la que surge la poesía, desaparecer en una autoinmolación de su voz, para así, al desaparecer, retornar al origen de lo poético, lográndolo tras recorrer el río de la muerte Aqueronte, y en sus aguas del final ser de nuevo reintegrada en los orígenes…
Madre Safo de todos los poemas,
quítame de este fondo el agua dura,
ven a mi Lesbos, óyeme hoy y jura
que darás a mis versos más estemas.
Líbrame de las olas de estas yemas
si sangran, y pon comas de sutura
para paliarme el golpe a tanta altura
si acaso se suicidan mis fonemas.
Safo, ven hoy y escucha mi plegaria.
Acércate y alumbra mi horizonte.
Madre, ven a ayudarme con el aria.
Rocíame la alcoba de armonía
y llévame con vuelta al Aqueronte
a ser del loto fiel melancolía.
“Limonita” alude a la contemplación de una estatua, en sus ojos se ve reflejado lo que somos: hierro de la nada que puede ser extraído de nuestro ser. Gota de ausencia que se transforma de estado sólido, líquido y gaseoso, para constituir en lo que no somos lo que podremos ser; una mística de la nada en la que converge todo, de la ausencia surgirá lo desconocido:
LIMONITA
Entre la limonita de la estatua, oyes la incandescencia amarilla
donde la roca es el laúd de un pulmón hueco,
el humo de un relente quejumbroso
que anticipa la promesa de un incienso tenue,
la posesión del candor entre las manos
de algún cáliz
de la infancia meliflua.
El vértigo a los cielos ha inyectado en sus ojos
el apremio del panal que se asienta,
el nido de la piedra desvestida,
l a i n s i s t e n c i a
cansada
del grifo que desmiente aquello que hemos sido.
Y al mirar a sus ojos, te desaguas.
Te frotas con las manos con tan frágil urgencia
que te borras cuando lavas el tiempo demasiado.
Te rompes al postrarte y te erosionas
para que tu goteo sobremuera.
Porque en el fondo sabes que eres sangre sin forma
y el vaso del que bebas será la silueta de tu vida,
el globo amarillo que reviente y al quebrarse
retenga con su helio la voz pueril del mundo,
la vuelva cotidiana y la suspenda como pompa de palabra,
como un día que asciende en carbonato en el bar de la esquina:
reflujo gaseoso del instante que crece de la glotis
desde un desprendimiento de limón.
Lázaro en ademán de estalagmita.
Otro ejemplo subversivo del viaje de negación del yo poético, de su identidad como sujeto que pertenece al orden establecido por la realidad externa, lo encontramos en el siguiente poema.
ESTE SOL DE LA INFANCIA
Como un limón bruñido
o coágulo de albor en los mimbres del mundo
amamanta a la luciérnaga su tumba de resina.
Juegas al escondite debajo del patíbulo
y desde allí haces al ahorcado ser pendiente,
tesoro faraónico que cuelga del ajuar,
joyel momificado del instante en tu lumbre
detenida.
El cuento
atrás
se pausa.
Y la voz es relámpago de exequias.
Pavesa interrogante que ha iniciado su búsqueda
y diluye en la noche
un llanto de pabilo incandescente,
un perfume de luz anegado por la cera que lo acuna,
el sonido de emergencia de una gota tullida.
El día que se incendia en su apogeo último
y que anuncia en la cuenta de la vida
una amable tragedia o el golpe de dulzura
que nos brinda la cidra si se pudre.
Es el sol de la infancia metafóricamente es como la pavesa que huye del fuego. Con el pabilo del tiempo es por donde huye el ser, que se escinde del fuego de la luz, de su totalidad siendo así fragmento alejado, separado de la mirada del sol.
Paz Guerrero
En “Me repito” aparece la idea de los múltiples yoes que habitan en la voz del poeta. Al igual que acontecía con Pessoa, esas multiplicidades abren el abismo del yo, las diferentes subjetividades otras que anidan en el ser. El yo es el director de esa orquesta de infinitos de sí mismo:
por eso soy tantas a la vez
tantas que se me escapan
tiro una red para atraparlas
las cazo una por una
cuando una muerde el anzuelo
la siento, la amarro
a veces la torturo, un poco,
nada más para que no lo vuelva a hacer:
irse de mí.
Se realiza una crítica al “intelectual” que cree pensar por sí mismo, cuando es tan sólo parte de una red en una estructura tejida por un orden de pensamiento impuesto, que cree pensar, pero lo hace desde unas coordenadas pre-fijadas, que carece de una verdadera mirada libre, creativa. El poema recuerda del grabado de Goya sobre el asno ilustrado:
Asno rebuzna pasito
con sus patas rompe libro
pasa páginas, anota y no acaba.
Orejas atentas a los pitos de la calle.
Cada bus se aplasta en la tronera.
Tapemos ese hueco con cobija de basuquero.
Burro lee didascalia
lee templo, lee cuerpo erguido, lee drama.
D e l e t r e a con acento de asno
se acuesta en tapete viejo
encorva pupilas
Rebuzna vocales
traduce
repite
regurgita
la trama
Olga Sanz
“XXV” constituye un Interesante juego tipográfico. Se destruye en este y en otros poemas la lógica del pensamiento con una poesía visual que deconstruye la lógica del lenguaje poético, abriendo esta a otras miradas libres de lo racional. Se cita a Caeiro, heterónimo de Pessoa. Se nos propone que, como este, debemos abrir otras miradas que anidan en nuestro yo subconsciente más latente. La ruptura visual intenta representar una perforación de la conciencia; tal vez buscando en esta los resquicios de ese otro yo libre al que el yo racional le ha usurpado su lugar:
XXV
No tiene sentido no tiene sentido no tiene sentido
no tiene sentido no tiene sentido no tiene sentido
no tiene sentido no tiene sentido no tiene sentido
no tiene sentido no tiene sentido no tiene sentido
no tiene sentido no tiene sentido no tiene sentido
l o r e
no necesité PÓLVORAAA (que esto es lo mejor que hay) ni 1 palo atravesando mi cráneo me volví loca y ya pero no importa si importase . . . no sé cómo sería eso la verdad
hay muchos puntos ciegos todavía no he conquistado esas torres pero sé que hay 1 mal que asola esto que flota pero tampoco importa Caeiro vivía en 1 videojuego y admiraba los pixeles del pasto su rol de campesino mundano al que paran los viajeros y lo socorren cuando monstruos aparecen por las noches de luna carmesí en 1 naturaleza albina
péndulos que esconden 1 deseo que no tiene sentido
yo quiero nacer en Urano
más allá del frío
dentro de unos años luz
La fragmentación, la disolución del yo ante la nada, el todo que anida en el vacío de nuestra realidad, de nuestro ser, aparece en el yo poético del siguiente poema de Olga Sanz de forma similar a como lo intuyó Empédocles al lanzarse al fuego, para, al dejar de ser el yo social, el personaje de la realidad que el mundo y él mismo se habían impuesto, desaparecer del yo, no ser y en ese gran vació que lo puede contener todo; al no ser nada poder serlo todo…
XXX
Eres pedazos eres pedazos eres pedazos
eres pedazos eres pedazos eres pedazos
eres pedazos eres pedazos eres pedazos
eres pedazos eres pedazos eres pedazos
eres pedazos eres pedazos eres pedazos
c o r t a d a
fueron tantas veces que solo parecen 1
fueron tantos dolores que solo parecen 1
^ click ^ con la yema puedo levantar distancia construir 1 bastión visigodo con chips 1 puerta de isthar
estar sola
talar 1 crosta
esta ficción que hemos creado es 1 cruce
también mi cuerpo se rompe a veces : la perpendicular de la sangre y eso me asusta se expande y desaparece más allá del horizonte y entonces me disuelvo infinitos asteriscos en el movimiento el culo del mundo siempre es más rápido
deja los libros que los libros son árboles y los árboles nada saben del horror que hemos creado hay que trasplantarse branquias cumplir
fueron tantas veces
fueron tantos dolores
líneas rectas de humo escapan de mi cuello estoy abierta
El yo se autoindaga, recorre los caminos de su vacío, ha intentado disolverse, dejar de ser su yo, reconstruir su identidad desde la libertad de una nada en la que se pueda ser todo al no ser contenido en ningún límite. Sin embrago, en ese viaje se recorre el dolor, la crueldad que es un territorio-espejo en el que el yo, como decía Amado Nervo se confronta en el espejo a su máscara de yo externo: “Pero tu yo impasible, cuya fisionomía solo conocen/ los dioses, sabe que él no es la máscara […] Tu yo, al verse en el espejo a través de las ventanas cada/vez menos luminosas de los ojos se dice a sí mismo:/”He aquí el antifaz nuevo que me ha puesto la vida”.
XXVI
El cielo es rojo el cielo es rojo el cielo es rojo
el cielo es rojo el cielo es rojo el cielo es rojo
el cielo es rojo el cielo es rojo el cielo es rojo
el cielo es rojo el cielo es rojo el cielo es rojo
el cielo es rojo el cielo es rojo el cielo es rojo
m e r c e n a r i a
de tus emociones del misterio de la espera del semblante de la piedad solo le rindes cuentas a las nubes hay belleza en la crueldad
el brío llega con la última gota
el remordimiento nunca
si el acantilado es 1 la paralela es el silencio
cada día me levanto y el cielo no se ha caído puta miseria pero se tumbaron 2 torres 2 falos 2 monolitos 2 zócalos 2 cruces 2 mausoleos 2 obeliscos 2 tumbas todos ellos en spring grove
las manos separadas
las verjas puntiagudas y risueñas ^^^^^ se cerraron ante nosotras ^^^^^
y yo quería saltar y desangrarme en el hierro abrir mi cuerpo como 1 huevo hay belleza en la crueldad.