‘El collage’, ensayo de Manuel Sánchez Oms

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Por Carlos Calvo

Es difícil determinar las fronteras de las realidades artísticas, las huellas de un proceso que anhela un equilibrio entre lo caótico y la orientación, una inconfesable necesidad de orden. ¿Qué es el collage? ¿Es un género menor?

¿Se impone la necesidad de replantear la problemática del collage, de dejar de mimarlo como a un hermano pequeño de las artes mayores –tal como han sufrido las llamadas ‘artes decorativas’ o ‘industriales’-, para considerarlo como un ‘accidente’ histórico en la gruesa cáscara que protege el arte en su cobijo?

Manuel Sánchez Oms es doctor en historia del arte, ha trabajado como investigador y profesor en la universidad de Zaragoza y ha publicado ‘L’écrevisseécrit: la obra plástica’ (Puz, 2006), ‘Terapia Marx: poesía, teatro y surrealismo en el cine’ (Mala raza, 2009) y, ahora, ‘El collage, historia de un desafío’ (Erasmus, 2014), además de ser teclista y bajista en distintos grupos de música experimental, coordinador cultural de la revista ‘El pollo urbano’ o comisario en diversas exposiciones. Actualmente es miembro de la asociación internacional de críticos de arte y de la junta directiva de la asociación aragonesa de la misma disciplina.

Todo lo mencionado pudiera parecer convencional, pero equilibra su dedicación docente con la investigación y entonces surge el físico, el zoólogo, el entomólogo, el analista de los seres en el tiempo y el espacio. Se acercó por Zaragoza para presentar su último libro en la sede de ‘La pantera rossa’ y ofreció una conferencia apasionada, de primer orden, exhaustiva, profunda, siempre con humor, para defender el collage como un proceso emancipador y no simplemente como una alternativa plástica. Se trata de un ensayo en el que Sánchez Oms intenta condensar toda una década de investigaciones historiográficas, a la vera de otros ilustres como FlorianRodari, Diane Waldman, Françoise Monnin, HertaWescher o Eddie Wolfram.

Dice el autor: “Esta aventura nos guía a través de los parámetros económicos y sociales que administran la cotidianeidad, por ser este el verdadero ámbito donde surgieron las motivaciones por las que la obra artística desapareció para resucitar en un nuevo renacimiento cultural representado por las vanguardias históricas. Los logros de estas, preocupadas por el conocimiento de una realidad alienada que debía ser reconstruida, permanecen latentes en nuestra realidad, a pesar de haber sucumbido al poderío de su enemigo: el arte institucionalizado. El collagista ha dejado de ser valorado como un terrorista de las disparidades. Ahora es aquel que investiga nuevos órdenes, unidades y sentidos para un mundo ya fragmentado”.

Se podrá estar de acuerdo o no estar de acuerdo con su tesis, pero el libro del historiador hace un recorrido que despierta un tsunami de interés, entre pinturas, esculturas, dibujos, grabados, fotografías y cinematografías, y permite reflexionar la influencia del collage en todo el arte del siglo veinte –y con anterioridad, naturalmente-, comparándolo con artistas forjadores o partícipes del arte moderno, como Braque, Picasso, Duchamp, Dalí, Miró, Blanchard, Juan Gris…

Efectivamente, el collage sirve a Sánchez Oms para reflexionar sobre el arte, la relación entre naturaleza y cultura, el compromiso del artista con la tragedia histórica, la aparición del monstruo con rostro humano, la metáfora del deseo erótico como fuente privilegiada de creación y visión del mundo. ¿Es un collage ‘Un perro andaluz’, de Buñuel? ¿Lo es ‘La edad de oro’? ¿Y ‘El discreto encanto de la burguesía’? ¿Qué significan, pues, las hormigas, los escorpiones o las cucarachas en la historia del pensamiento?

Sánchez Oms inicia el libro de manera contundente, con el brindis ofrecido por Karl Marx en abril de 1856 con motivo del aniversario del ‘People’spaper’ del cartista Ernest Jones, para dar paso a un denso ensayo en el que recorre una búsqueda, una aventura, el riesgo del espacio abierto, anhelando que el collage salga de las sombras de la noche a la calle. El autor, claro está, viene del mundo del conocimiento y el pensamiento, y no se queda anclado en el terreno de lo que nos dicen. Indaga y va en busca, en efecto, de otra explicación y le parece mucho más convincente un árbol repleto de flores que la demagogia de un funcionario.

El tronco del ensayo se ramifica en cuatro amplios apartados para introducirnos, en primer lugar, en el concepto histórico del collage y su contribución a una historia material del arte contemporáneo. El collage como un atrevimiento y no como una invención es el capítulo que refrenda los precedentes, sus rupturas y reestructuras, y su exhibición pública. De aquí nos traslada Sánchez Oms a un nuevo conocimiento de la realidad (comercio, alienación, vanguardia) y nos sumerge, a continuación, en una universalización del ego y una realidad que exige nuevas explicaciones, más o menos revolucionarias, más o menos surrealistas, más o menos constructivistas. El último apartado lo emplea el autor para abarcar la irrupción del formalismo, la historia de los estilos en los medios de reproducción mecánica, la exhibición reiterada, la pornografía o la dictadura del lenguaje. Y concluye, finalmente, con un demoledor escrito sobre la institucionalización y la muerte del arte.

El ensayo parece querer rehabilitar un género desconocido, olvidado o despreciado, y mostrar cómo su breve pero intenso paso por el arte, con curiosidad casi científica, es decisivo para poder explicar y desentrañar una corriente que cuestiona el concepto clásico de arte. Y abre nuevas vías hacia una obra más mental, que no solo coquetea con los principales movimientos pictóricos sino que los atraviesa, libando su esencia, para rápidamente desprenderse y continuar su búsqueda creativa.

A lo largo de cuatro capítulos, decía, Sánchez Oms realiza una suerte de cronología para explorar el periplo creador del collage, una corriente que se codea, entre 1910 y 1923, con todos los movimientos de vanguardia (fauvismo, simbolismo, cubismo) buscando su propia vía y agotándolos para quedarse con lo que más le interesa. O dicho de otro modo, inventar un punto de ruptura en adecuación con la sociedad contemporánea con intenciones técnicas y que, en definitiva, es la suma de una búsqueda. De algún modo, esta experimentación se vuelve cada vez más compleja y desemboca en un arte –pictórico, escultórico, fotográfico, cinematográfico- en el que vemos cómo las distintas fuentes de las que bebe se superponen.

Dicho recorrido, insisto, no solo ayuda a comprender las fuentes que nutren el collage –y al revés-, sino que constituye la iconografía de este ensayo, con el que Manuel Sánchez Oms refleja el invento de una obra conceptual, sensual, poética, acaso matemática, acaso geométrica. El autor, esto es, imbrica todos los registros para abrirse así al arte contemporáneo y muestra su hegemonía para otorgar a un arte supuestamente inválido y decadente un rigor y unas posibilidades desconocidas, una especie de estrategia encaminada a regalarle nueva vida a la pintura. O, por extensión, a todas las artes y las letras.

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