Por Antón Castro
El escritor, profesor, naturalista y geógrafo presentó en Cálamo su libro ‘La imagen del paisaje’ (Fórcola), sobre la generación del 98 y Ortega y Gasset.
“Qué energía, que pasión por el conocimiento tiene este hombre”, dijo alguien en la librería Cálamo. Más tarde, otra de las personas del público, precisó: “Eduardo Martínez de Pisón se parece un poco a Carlos Castilla del Pino. Es como un ciclón”. La observación no era gratuita: Martínez de Pisón, nacido en Valladolid en 1937 (a los 12 años se trasladó a Zaragoza), es profesor, viajero, naturalista y geógrafo, y es, también, escritor. Confiesa: “Para mí escribir no tiene nada que ver con llorar: escribir es gozar, ausentarse, jugar con las palabras, es algo muy divertido. Es comunicarse. Y el lector es el vaso comunicante: tener lectores, o un solo lector, es algo indecible. Me gusta leer buena literatura. Y me gusta aprender para enseñar: en cierto modo, con mis libros prolongo mi actividad académica. Escribir es seguir enseñando. No entiendo a esos profesores que esconden lo que saben, que carecen de generosidad con los alumnos”. Eduardo Martínez de Pisón presentaba este jueves, en Cálamo y en conversación con el escritor y naturalista Eduardo Viñuales, su libro ‘La imagen del paisaje. La generación del 98 y Ortega y Gasset’ del sello Fórcola; el editor Javier Jiménez también acudió desde Madrid y realizó un retrato del personaje que ya había publicado en la editorial madrileña otro libro: ‘El largo hilo de seda’.
Martínez de Pisón dijo que el libro tenía algo de recuperación, “de volver a soplar en el fuego el ascua de la llama del paisaje que vieron los escritores del 98. Se trata de sacar a flote, de abrir la maleta: el paisaje es una realidad tangible e intangible, que se ve y que no se ve, que nos traduce cosas”. Aludió por un instante a Antonio Machado y recordó esa imagen de los chopos que se reflejan en el agua. “En cierto modo, es como si Machado nos quisiera decir que el agua es la conciencia de los chopos”. Y recordó que los escritores –Baroja, Azorín, Unamuno o Machado – embellecen el paisaje, lo enseñan a mirar con “su sensibilidad inducida”.
Geografía sentimental
Machado y los escritores del 98 convirtieron el paisaje en su geografía sentimental, en la naturaleza del espíritu, de la emoción. Dijo Martínez de Pisón, más en serio que en broma: “Lo peor que ha existido para el paisaje han sido los alcaldes con iniciativa”. Y contó la anécdota de Unamuno que salió a pasear al campo con unos amigos y los vio un paisano, más bien mal encarado. Se les acercó y les preguntó: “¿Qué hacen por aquí?”. Unamuno le dijo que paseaban por la naturaleza. El paisano entonces gritó a sus compañeros, ocultos tras los árboles, los matorrales o los peñascos, y le dijo: “Podéis salir. Son inocentes. No son los de las aguas”. Martínez de Pisón añadió: “Los costistas”.
Martínez de Pisón dijo que “existía una vuelta sentimental al paisaje”. Explicó que Azorín había cantado en sus libros, hechos de estilo, el paisaje de Alicante y de Castilla; Baroja habla de Euskadi y de Aragón; Unanumo cantó la profundidad de Castilla y de sus escenarios vascos, y firmó dos artículos sobre Aragón: uno. ‘Al pie del Maladeta, “así lo dijo y habla de paisajes resplandecientes y cegadores”, y otro sobre San Juan Peña. “Habla de la gruta, que esconde sombras dantescas, del claustro en solitario y casi a la intemperie, de los grajos que vuelan, de los bojes pinchudos, de los jabalíes que se acercaban…”.
Martínez de Pisón dijo que ese paisaje ya era irrecuperable, “no se pueden recuperar las montañas de antaño, no solo las que vieron Unamuno u otros, sino las que vi yo, pero también está bien que se proteja todo lo que sea posible”. Si los escritores exaltaron el paisaje, Ortega y Gasset teorizó sobre él: siempre aparece en sus libros, aunque sea de modo disperso. “Encarna al pensador geográfico que cree que el medio determina la historia”.
Fuente: http://www.heraldo.es/noticias/cultura/2013/03/08/martinez_pison_elogia_naturaleza_225621_308.html