La desinformación, el peligro invisible que amenaza la Democracia


Por Whiston Blaky

      La desinformación a debate en un evento trascendente en el que participaron la Presidenta del Congreso de los Diputados, tres Ministros del Gobierno en funciones y representantes de los partidos políticos, además de profesores de universidad y expertos.

    Fernando González Urbaneja, presidente de la Comisión de Arbitraje, Quejas y Deontología del Periodismo de la FAPE, sorprendió al público cuando a la pregunta de Carmela Ríos: «¿Hemos sido los medios y los periodistas ignorantes o tontos útiles?», respondió con un rápido y rotundo «Sí». La declaración generó risas y abrió un apasionado debate sobre la responsabilidad de los profesionales de la información. Arsenio Escolar, presidente de CLABE, organizadores del evento, describió la desinformación como un problema ‘gravísimo’ que amenaza la democracia.

     Recientemente asistimos a las I Jornadas contra la Desinformación organizadas por CLABE en Casa de América. A lo largo del día pasaron expertos periodistas, catedráticos, comunicadores y políticos. Mesas, debates y conversaciones sobre Alfabetización Mediática, Ética y Deontología Profesional, Indicadores Fiables, Libertad de Expresión, Derecho a la Información en la Sociedad Digital, Compromiso Social con la Verdad, entre otros temas.

   Durante toda la jornada se intercambiaron reflexiones sobre el destacado papel de los medios como generadores de opinión, las consecuencias de la información no contrastada distribuida por los ciudadanos en las redes sociales y la necesidad de formación tanto en la educación mediática como en la interpretación de los hechos.

    Eugenia de la Rosa, especialista en lucha contra la desinformación de la UE; Raúl Magallón, Profesor del Departamento de Comunicación de la Universidad Carlos III; Marta Pellico, del equipo de Código de autorregulación y miembro experto del Grupo Media Literacy de la Comisión Europea; Marina Rodríguez Díaz: Jefa de la Unidad de Ciberseguridad y contra la Desinformación del Departamento de Seguridad Nacional; Rafael Rubio: Catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad Complutense de Madrid, Álvaro Nieto y Rosalía Lloret, directores de The Objective y de elDiario.es respectivamente; Borja Díaz-Merry de Verifica RTVE, fueron algunos de los ponentes.
Destacados cargos públicos como los Ministros del Gobierno en funciones de Interior, Fernando Grande-Marlaska; de Defensa, Margarita Robles; de la Presidencia, Felix Bolaños y María Lledó, Secretaria General para la Unión Europea Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, participaron en el debate.

   La última mesa la formaron representantes de los principales grupos políticos y finalmente la jornada fue clausurada por Francina Armengol, Presidenta del Congreso de los Diputados.

    Todo el evento fue organizado por el equipo de CLABE, Club Abierto de Editores de Medios de Comunicación; encabezado por su presidente Arsenio Escolar y su director general, Juan Zafra.
 
Un ecosistema complicado     La frase que más repetida entre los ponentes ha sido: “es un asunto muy complejo” y ciertamente lo es. Y lo es porque los actores del ecosistema se retroalimentan, los objetivos se diversifican y las nuevas tecnologías lo expanden de manera inconmensurable.

     Durante la joranada los ponentes debatieron sobre dos elementos cruciales que cuentan como los más vulnerables:
– El ciudadano de a pie, que en grupo es la opinión pública.
– La verdad.

     El primero se trató como el verdadero target de todos los actores. A quien se le ofrecen ideas, periódicos, productos, servicios y filiaciones o posturas políticas. Los editores les ofrecen sus medios informativos con esmero, cuidan el precio, la calidad sin perder de vista que se aprecie la idea de utilidad, de ocio y de ser un elemento necesario para mejorar la vida de todos. 
En este marco, se debatió sobre la desinformación que suele ofrecerse con bastante buen resultado y que, como producto ideado y construido, fomenta la confrontación, «deteriora y pervierte el dialogo intelectual, manipula la opinión y lesiona gravemente la democracia, al punto de ser una de las mayores amenazas de en los sistemas democráticos» enfatizó Arsenio Escolar.
 
Y ahora, la verdad.

    Se habló mucho acerca de la verdad durante la jornada, especialmente en las intervenciones de los periodistas ya que la verdad es el elemento aspiracional por excelencia del periodismo.

     El tema de la verdad también coincidió como complejo, no sólo por razones filosóficas sino porque aunque un periodista ponga en práctica todo su esfuerzo y conocimiento en honor de la verdad, como por ejemplo, con la corroboración de datos a través de las fuentes, a veces falla. El periodista Álvaro Nieto, Director de The Objetive, apuntó que “en España tenemos un problema con la transparencia y con la verdad, especialmente en el ámbito político… tu llamas a un Ministerio y si (tienes la dicha que) te cogen el teléfono, muchas veces te mienten abiertamente”.
 
Y entonces llegaron Internet y las redes sociales.

     Como venimos diciendo, el escenario de la desinformación ya era conocido y practicado cuando los medios de comunicación eran prensa escrita, televisión y radio. Durante la jornada se recordaron los casos icónicos de la guerra de Irak de marzo de 2003: George W. Bush y su poderoso vicepresidente, Dick Cheney, implacables ante la necesidad de hacer frente a la amenaza de las armas de destrucción masiva que supuestamente tenía el régimen de Sadam Hussein. Luego se arrepentirían abiertamente de haber dado un argumento falso para justificar una guerra, y eso nos toca de cerca porque de ahí al ataque terrorista en Atocha hubo solo un paso y también un mensaje del entonces gobierno de Aznar que aseguraba que se trataba del terrorismo de ETA de cara a salvar las elecciones de 2004.

   Fueron casos emblemáticos de desinformación emitida por el poder político con diurnidad y alevosía a través de los medios que tenían a su disposición.

    Dejando de lado estos ejemplos famosos que hasta fueron llevados al cine, salieron a debate situaciones cotidianas y no por ello menos inocuas. Informaciones sobre asuntos domésticos, consejos sobre la salud como hubieron tantos para combatir el Covid, fórmulas mágicas para adelgazar, no envejecer o temas políticos que solo existen en la imaginación.

      Después le llegó el turno a la era del clic. Como comentó Rosalía Lloret, Directora general de elDiario.es. “Todo el mundo anda buscando clics porque quieren páginas vistas que a su vez se conviertan en euros”.

    Coincidian las declaraciones de los ponentes en que las razones por las cuales la desinformación gana terreno ya no son solamente políticas, partidarias o partidistas. Ahora se incorpora al maremágnum de la finalidad comercial, la sensacionalista, la del miedo y una necesidad incontrolable por tomar partido de forma radical en todos los asuntos de los cuales, en la mayoría de los casos, se está desinformado.
Para este fin las redes sociales han hecho una labor impecable generando un clima tóxico tanto en temas baladíes, como el fútbol, como en otros tremendos como la guerra entre Hamás e Israel.

     La novedad no solo es la velocidad de propagación de bulos y fake news, sino la diversidad de fuentes. Cualquier individuo es plausible de ser una fuente y de, además, difundir algo al resto del mundo con la intención de que la gente se posicione frente a esta información.
La cancha ahora es enorme, porque antes eran los jugadores y el público pero ahora están los que miran por televisión y los que tienen el videojuego asociado al partido real e intervienen con sus mandos desde casa. 

    La periodista, consultora en Comunicación, Formación y Redes Sociales, Carmela Ríos preguntaba a la mesa que moderaba: La responsabilidad de los profesionales de la información, «¿Hemos sido los medios y los periodistas ignorantes o tontos útiles?» Fernando González Urbaneja, presidente de la Comisión de Arbitraje, Quejas y Deontología del Periodismo de FAPE, respondió rápidamente con un Si. Lo que generó un brote espontáneo de humor entre los asistentes y abrió un intenso debate, gracias a la positiva actutud autocrítica de los periodistas y al hecho de ser conscientes del nivel de responsabilidad que tiene la profesión.

     Quedaron cuestiones sin resolver como si hay remedio contra la desinformación, si son las nuevas tecnologías un medio para las fake news o son el mensaje en sí mismo quien las genera. Si las personas quieren saber la verdad de los hechos y conocer la amplitud del espacio teórico. En definitiva, si todos los actores somos capaces de ir más allá de la tentadora fuerza a tener razón, a hacer coincidir lo que pensamos con lo que nos cuentan, así como asumir que a veces solo buscamos y creemos los mensajes mensajes que respaldan y apoyan lo que nosotros queremos escuchar. 
Arsenio Escolar, presidente de CLABE, quien tuvo la iniciativa de organizar este evento tan trascendente, describió el fenómeno de la desinformación como “gravísimo problema del conjunto de la sociedad”.

    Muchas otras propuestas quedaron en el aire como si puede existir un sistema que no dependa de la financiación de la publicidad, propuestas de cambios en la educación escolar para un aprendizaje crítico de los medios, de los mensajes y de los nuevos canales tecnológicos, así como aprender a interpretar los hechos que ocurren.

   En el debate será útil y constructivo si estamos dispuestos a echar por tierra ciertos conceptos y, a partir de la verdad revelada, cambiar de opinión, o de champú, o de partido político, o de postura frente a ciertos asuntos, o de alimentación. ¿Estamos dispuestos a cambiar?

    La buena noticia es que esta Jornada contra la desinformación tiene vocación de continuidad y por tanto hemos asistido a la primera de muchas que vendrán.  

Inicios de la desinformación

  La desinformación ha evolucionado, empleando diversos procedimientos retóricos como fake news, presuposiciones, mentiras, bulos, falacias, sobreinformación, generalización y oscurantismo. En su esencia, la desinformación constituye una campaña hostil que utiliza múltiples formas de información y conocimiento como armas para manipular explotar o intensificar controversias con fines políticos, militares o comerciales. No se trata de un fenómeno reciente.

    Por estar informados: en 1923 Józef Unszlicht, vicepresidente del GPU (servicio de inteligencia y policía secreta de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia) solicitó la creación de una “oficina especial de desinformación para realizar operaciones de inteligencia activas” y fue así fue como nacieron este término y concepto para tácticas de inteligencia desde las esferas de poder. A partir de entonces la desinformación pasó a ser un arma más en la guerra política. 

   Más de dos décadas después, el término «desinformación» hizo su debut lingüístico en la primera edición del Diccionario de la Lengua Rusa definiéndolo como la acción de inducir a confusión a la opinión pública mediante el uso de informaciones falsas.
Un par de años más tarde y según el Oxford Dictionaries, la palabra inglesa disinformation, traducida del ruso desinformatsiya comenzó circular para describir una de las estrategias que signaron el período más activo de la Guerra Fría. La táctica fue utilizada por múltiples agencias de inteligencia, además de la KGB soviética, el MI6 británico o la CIA estadounidense. Era la década de los 50 del Siglo XX.

Publicado en: https://www.infoperiodistas.info/

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