Por José Joaquín Beeme
Golfo de los poetas, promontorio-gruta Byron, La Spezia. Hasta allí nos hemos ido, buscando una rompiente poderosa a lo Friedrich, para hacer unas tomas que se revelarán útiles en nuestro cortometraje sobre Goya.
Naturalmente, para gozarnos de las caletas de mar brava y los aromados olivares de Porto Venere. Rodeamos en barca saltarina, el cerebro en puras natillas, los murallones de las islas Palmaria y Tino, que sirvieron a J. Lee Thompson para localizar Los cañones de Navarone, gustamos la fresca gastronomía marina en compañía de gaviotas argénteas que comen de nuestra mano y deambulamos por calles pinas hasta la posada de San Pedro, donde nuestra amiga Erika (su botega artesana sumida en un túnel que conducía al refugio antiaéreo) nos recuerda que se instaló la comandancia de la Kriesmarine Arsenal, después del armisticio del 43. Eran tiempos en que todo el pueblo acabó minado, listo para saltar por los aires aun si la causa del Eje tocaba a su fin. Hubieron de ser los mismos vecinos quienes desactivaran, una a una, las minas arrojando su carga explosiva al mar. Reflexiono sobre todo esto porque ahora mismo, en la placidez de esa costa preferida por un turismo de sol y playa, de yate blindado y grandes mariscadas (los criaderos de mejillón amojonan las claras aguas), a intervalos regulares se escuchan tremendas deflagraciones que parten en pedazos el cristal del día, con gran revuelo de pájaros y lástima de ladridos. Proceden del vecino polígono de tiro de Balipedio Cottrau, donde se testan explosivos para la Armada italiana y otros oscuros comitentes, y que anda en litigio entre fuerzas políticas que, de otra parte, nunca atacarían el sustento de numerosas familias de la zona. Reconozcámoslo: también el pequeño archipiélago se ha salvado, al punto de convertirse en parque natural, gracias a la ocupación militar. Contradicciones sangrantes que, entre cócteles Rossini, reguetón inmisericorde y mascarillas de pulsera, ponen todos mucho empeño en olvidar. Como una lastrada liberación. Como una extraña posguerra.
Blog JJ Beeme