Italia: Cabeza a mariposas


Por Jose Joaquín Beeme

     Aprendo de mi amigo Giuseppe Armocida, que enseña historia de la medicina en la universidad de la Insubria, que el gran contrincante de Ramón y Cajal, el bresciano Camillo Golgi, veraneaba aquí al lado, fuera del ruido de Pavía, esposado…

Por Jose Joaquín Beeme
Corresponsal del Pollo Urbano en Italia

…a la hija del histólogo Bizzozero (el de la dichosa Helicobacter pylori). 

     Neuronal el uno, el otro reticular, unidos ambos por el Nobel de 1906 (con Carducci, en literatura, el primer italiano en ganarlo), la intuición de nuestro paisano se reveló acertada aun cuando deudora de las tinciones del italiano, especie de maniera nera que acendraba al detalle la maraña cerebral. No fue la única conexión cisalpina de RyC, de cuya Sociedad de Psiquiatría fue miembro de honor. Y al Cervantes de Milán ha llegado otro neurólogo y en cierto modo su heraldo, Javier de Felipe, que precisamente en el Instituto Cajal (CSIC) dirige el laboratorio de circuitos corticales, para hablar de los avances en neurociencia, desde los aurorales dibujos a mano hasta la ciberneuronas y el Blue Brain. Miles de minuciosas copias del natural salieron, en efecto, del buen pulso del aragonés, «espectador embobado» perfilando caprichosas arborescencias en su, también pionero, laboratorio de micrografía. Tuvo Cajal sus coqueteos con el mundo del arte (curando incluso un museo, anatómico y facultativo), y sus fotografías lo demuestran con un no sé qué de surreal y contemporáneo. Como también su literatura no científica, fundamentalmente memorialística y propedéutica pero con sorprendentes incursiones en la fantaciencia. Había ya evocado De Felipe en la exposición Fisiología de los sueños, que don Santiago pudo entrever desde su sitial del Paraninfo zaragozano, sus muchas metáforas botánicas para dar cuenta del escenario donde se agita y vive nuestra conciencia: «jardín de la neurología», «selva temerosa», «fibras musgosas y trepadoras», «vergel de la sustancia gris», «bifurcaciones y ramas ascendentes y descendentes de las raíces sensitivas», «arborizaciones axónicas», «bosques neuronales» por donde revolotean las «misteriosas mariposas del alma» (lo que no es para poco: 27.000 neuronas en cada milímetro cúbico). De manera que, sabedor de aquellos préstamos entre ciencia y arte (y de la sentida transposición de Forqué / Marsillach), cuál no sería su sorpresa cuando la filmoteca valenciana recuperó unos minutos de filmación del Nobel con sus discípulos: aquello parecía un gif animado, pero era un eslabón perdido de vanguardia científica y arte en movimiento. Escribo estas líneas apenas recibida el alta de una intensa escuela SciArt, artistas pluridisciplinares que interaccionan con el masivo bigdata que está atravesando, de parte a parte, nuestra pobre y perpleja posthumanidad.

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