La Polinesia y sus colores

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Por Marta Notivol

   La naturaleza, las costumbres y la geografía configuran un despliegue de colores específico. Y ese fue uno de los aspectos que más me sorprendió de la Polinesia cuando llegué : sus  colores.

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Por Marta Notivol
(Texto y fotos)
Corresponsal del Pollo Urbano en la Polinesia Francesa

    Es verdad que a España y a otros países del mundo no les faltan, pero quizá es la combinación de ellos lo que me sorprendió.

    La Polinesia Francesa es un conjunto de archipiélagos (Islas de la Sociedad, Tuamotu, Australes y Marquesas) que se despliegan en una superficie tan grande como Europa. Esta comparación nos es ya presentada en la revista del avión poco antes de llegar. Esta distancia no ha impedido a los polinesios comunicarse y relacionarse desde hace mucho antes de que los “civilizados europeos” llegásemos. La extensión es aún mayor si añadimos otros archipiélagos de la Polinesia, con quienes comparten parte de su cultura maorí.

     Una de las visiones más maravillosas de las islas es desde el avión o avioneta. Los colores son diferentes en función del tipo de isla. Las islas más jóvenes que todavía no se han hundido mantienen la montaña, a veces con bastante altura, de un verde maravilloso debido a su vegetación constante. Desde sus cimas el espectáculo hacia el mar es indescriptible.  Este es el caso de las Marquesas.

    Las islas más bellas, según mi punto de vista, son las que están en la mitad de su proceso de hundimiento, puesto que ya han formado su arrecife de colores inimaginables, y una maravillosa laguna turquesa gracias a su arena blanca del fondo, manteniendo la montaña y por lo tanto el verde de selva tropical. Así, son el paraíso del turismo, todas las islas del archipiélago de las islas Sociedad, donde se encuentra su isla más poblada y la capital de Polinesia Francesa: Tahití con Papeete, y otras no menos conocidas Bora Bora, Moupiti, Huhaine, Taha’a, Raiatea, Morea y otras.

     Las islas más viejas y más ricas en vida marítima, son las que ya se han hundido y han dejado en su recorrido un legado de ensueño. Sólo queda el arrecife y por lo tanto en la superficie apenas hay tierra. Su vegetación se limita a las palmeras y plantas bajas y sus colores se balancean entre el verde y el amarillo que intentan competir con el turquesa y azul intenso de su laguna. Esta escasa tierra con un arrecife rocoso y marrón, nos permite delimitar ligeramente desde la superficie lo que una vez inmersos en el agua se nos antoja como un acuario gigantesco y natural. Las lagunas son espacios en el medio del océano donde las especies marinas encuentran cobijo, alimento y por tanto existe un ir y venir, y épocas de reproducción de numerosas especies. “Los pasos” de estos arrecifes son espacios entre ellos que dejan paso libre a las corrientes y los animales formando motus (pequeños islotes) entre ellos. Estos pasos son antiguos lechos de los ríos que un día fluyeron en la isla alta. Aquí es donde los buceadores encuentran el placer de observar en su verdadero medio a tiburones, rayas manta, rayas águila, meros, arenques, napoleones, barracudas….y un sinfín de peces tropicales.

     Pero los colores forman también de la vida en Polinesia. A los polinesios les gusta llevar camisas de estampados inspirados en su flora: Tiaré, flamboyant, hibisco, plumería, jazmín… al igual que las telas y pareos con las que se visten las mujeres y adornan sus casas. La combinación de estos colores es cuidada y en ocasiones de gran fineza, pero en general sobresaltan a la vista con la fuerza e intensidad con la que encontramos esas mismas flores en la naturaleza.

    Sin embargo, su construcción,  es sencilla y con tonos blancos o amarillos. La vivienda parece confundirse entre la naturaleza, utilizando en algunos casos materiales naturales. Esto responde, seguramente, a la franca adoración que tiene la población de estas islas por la naturaleza. Su deseo en conservarla y protegerla y su deseo en confundirse en ella. Esto evidentemente tiene su excepción en Papeete y Faa’a (poblaciones anexas) que recogen aproximadamente 60.000 habitantes entre ambas de casi 200.000 de toda la isla de Tahiti. Esta población supone un 70% de la población total de la Polinesia Francesa (260.000). Aquí la aglomeración  es clara.

    Mientras tanto en el resto de las islas las construcciones se disponen de forma salpicada y apenas se aprecian sus tejados entre los cocoteros fuera de pequeñas poblaciones centralizadas. Disfrutan del espacio y del tiempo y no son pocos los que se instalan en Motus, (islotes) de terrenos que provienen de sus familias (sus ancestros),  los cuales no ponen a la venta a  extranjeros en la mayoría de las islas.

    Me gustaría que estas imágenes pudieran mostraros el regalo para nuestros ojos que supone para mí el mirar en la Polinesia, aunque mi inexperiencia en la fotografía no me permita hacerlo mejor de lo que las cámaras autosuficientes de las que disponemos ahora lo hacen.

    De la misma manera que obtener la borrachera de colores que se pueden ver en un arrecife de corales bajo al agua requiere de buenos dispositivos y solo obtenemos el color azul cuando no los tenemos. Pero esto será quizá, un buen tema  que os enviaré la próxima vez, pues una vez bajo el agua, hay otro mundo.

Marta Notivol: «….. Soy una persona sencilla con ganas de vivir y de descubrir cosas diferentes. He vivido muchos años en Zaragoza, soy maestra, y he vivido 9 años en Bruselas trabajando en una Escuela Europea. Allí descubrí el buceo y empecé a viajar en mi tiempo libre para bucear en todo el mundo. Hasta ese momento conocía la naturaleza a través de la montaña, el Pirineo había sido mi escuela, y el mar un gran desconocido, pues bien, ahora es a través del mar donde aprendo del mundo en el que vivimos. Es mi gran pasión.  El año pasado estuve ocho meses en la Polinesia, viví en Tahiti, trabajando como lectora de español.  Ahora me dispongo a marchar allí de nuevo…»

 

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