Pollerías (febrero)


Por Martín Ballonga 

    ¡Un éxito sin igual del Pollo Urbano!. Una sección de Martín Ballonga con píldoras, runrunes y comentarios que nos llevaran por pequeñas pistas a caminos de interés asegurado para nuestros lectores ¡No te las pierdas! 


 
Hace ocho meses que el nuevo ‘Justicia de Aragón’, Ángel Dolado, está al frente del cargo. Y viene reivindicando la importancia del comercio minorista para hacer ciudad. Pero lo dice con la boca pequeña, el muy truhán –que no señor-, porque un quiosco “de toda la vida”, que suministraba al organismo prensa local, regional y nacional desde los tiempos democráticos, ha recibido una carta vergonzante agradeciéndole los servicios prestados. Y hasta luego, Lucas. Ya lo decía Salomón, no hay negocio sin suscripción. ¡Abajo las caenas!


 
¿Están los músicos limitados por el miedo a ofender a algún colectivo? ¿Ha cambiado la forma de escribir letras? ¿De qué modo influye la corrección política en los estribillos que cantamos? ¿Hay censura en España? El puritanismo lo está invadiendo todo. Lo de la canción de Amaral ‘Sin ti no soy nada’ y su contenido sexista es una gilipollez del tamaño de un castillo. Este es el formalismo feminista mal entendido, pues la letra del dúo zaragozano formado por Eva Amaral y Juan Aguirre solo expresa nostalgia por un amor perdido que lo mismo podría embargar a un chico que a una chica, y a nadie ofenden. El puritanismo es reaccionario de una manera abundante y natural. Siempre hay un inquisidor capaz de culparte contra la justicia, cargado de razón, apoyado en el decoro como el que se sienta en un cocodrilo.

  El torero jerezano Juan José Padilla ha recibido el premio nacional de tauromaquia, reconociendo su carrera a lo largo de veinticinco años, con casi dos mil corridas y tres mil toros estoqueados. Toreando en Zaragoza, el siete de octubre de 2011, un toro le arrancó el ojo izquierdo. Que tenga cuidado con los antitaurinos ‘falconettis’, otros puritanos de la causa, que le pueden arrancar el otro. Y así no podrá fardar de sus cineastas favoritos, los que toreaban con la cámara, todos con parche: John Ford, Nicholas Ray, André de Toth, Raoul Walsh…

  Cristiano Ronaldo y su pareja, Georgina, esa prodigiosa chica del Alto Aragón que ha pasado de ser dependienta en una tienda de Madrid a comprar ella misma tiendas enteras como feroz practicante del ‘shopping’, han estado en Londres para celebrar la pedida de mano. Se fueron a cenar al exclusivísimo Scott’s, en Mayfair, para darse un capricho, y pidieron vino, el más caro. El sumiller les trajo un richbourg Grand Cru, de 25.000 euros la botella. Cuando se cansaron, pidieron otro, esta vez un Burdeos, un Pomerol Petrus de 1982. Tampoco se lo terminaron. Qué lástima no haber podido compartir mesa con la feliz pareja. Y que conste que no lo decimos por los vinos, sino por la conversación…

  En un artículo, Manuel Vilas habla del horror. El horror sigue entre nosotros, escribe. También escribe que el horror es ser autónomo en España. O un teléfono móvil de hace dos años. O un programa de televisión en donde salen ricos y famosos haciendo de ricos y famosos. O el taxímetro de un taxi en un atasco. El horror es, decididamente, Manuel Vilas (“yo soy una marca, la marca Vilas”, dijo en el teatro Principal, en un encuentro poético con Daniel Arana), un auténtico bluf de las letras españolas.

  La amistad entre dos jóvenes soldados británicos en la batalla del Somme es el punto de partida de ‘Los desertores’, una nueva –y magnífica- novela del escritor zaragozano Joaquín Berges, recién publicada por Tusquets, y que recuerda a los jóvenes soldados que fueron carne de cañón en las trincheras de la primera guerra mundial. Por su parte, el también zaragozano José María Conget, cuyo parecido con el actor Donald Pleasence es asombroso, publica ‘El mirlo burlón’, otra extraordinaria novela sobre lo que los personajes hacen con el tiempo que les fue concedido, y en donde el escritor utiliza la voz de un autor omnisciente por primera vez. Berges y Conget, o Conget y Berges, los mirlos que se burlan amablemente de las pretensiones y amores de los jóvenes. Enhorabuena a ambos.

  Se ha estrenado recientemente ‘Champán para todos’, un documental que aborda la figura del cantante de pop y poeta (fallecido prematuramente en 2008) Sergio Algora, con dirección de la barcelonesa Lola Lapaz. En él aparecen testimonios de compositores, artistas, escritores o allegados: Fran Fernández, Sergio Vinadé, Eva Amaral, Juan Aguirre, Nacho Vegas, Enrique Moreno, Jesús Ordovás, Julio Ruiz, Francisco Nixon, Ricardo Vicente, Octavio Gómez Milián… Digan lo que digan, preferimos a Raphael, porque siempre nos ha parecido, Algora, un músico muy limitado. Y un poeta del montón.

  “¿Cómo son los franceses?”, le preguntaron sus colegas del club a George Bernard Shaw de vuelta en Londres tras un viaje a Francia. “No sé, no me los han presentado a todos”, respondió el dramaturgo para frustración de aquellos que esperaban una respuesta más simple. Pero Shaw, inteligente siempre, sabía bien que generalizar solo sirve para caer presos de nuestras propias generalizaciones. Lo que sí tenemos claro es que las subvenciones son un semillero de amiguismo, clientelismo y otros intereses. Van en contra del mérito, del esfuerzo y, demasiado a menudo, las aprovechan vagos y vividores del cuento. Desde estas páginas no queremos generalizar, nos lo dijo Shaw, pero en esta tierra nuestra hay muchos que viven, esto es, del cuento.

  Paco Ortega, recientemente jubilado de la Escuela Municipal de Teatro, y que fuera responsable del Centro Dramático de Aragón y de la Expo 2008, es un mentiroso compulsivo. Hay que tener cuidado con él cuando se le hace una entrevista, pues sus embustes los enmaraña con patrañas que hace pasar por ciertas. No crean todo lo que lean o vean. Ya definen los académicos la posverdad como la “distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”. Y ya dijo en una ocasión Woody Allen: “Odio la realidad, pero es en el único sitio donde se puede comer un buen filete”.

  El comité de empresa de CHIP Audiovisual revocó la sanción impuesta al meteorólogo de Aragón TV Eduardo Lolumo, que había sido sancionado con tres días de suspensión de empleo y sueldo por aparecer vestido de negro (color que portan los trabajadores de CHIP cada jueves para reivindicar mejores condiciones laborales). La asociación de periodistas de Aragón que preside José Luis Trasobares llegó a emitir una queja, y cientos de colegas respaldaron a nuestro hombre del tiempo. El asunto trascendió a nivel nacional cuando todos los meteorólogos de las cadenas en España vistieron de negro un mismo día a finales del año pasado en protesta contra esta sanción. No contenta, la empresa CHIP piensa demandarlo ahora por predecir que íbamos a tener sol hace unos días y cayó la de dios. Cristo, di algo.

  Las filmotecas de Navarra, Galicia, Valencia, Galicia, Andalucía y Castilla-León, según iniciativa de la cinemateca española, han alumbrado un proyecto compuesto a partir de grabaciones privadas en celuloide de pequeño formato en unas cintas rodadas entre 1976 y 1979. Aparece el concierto de José Antonio Labordeta que Alberto Sánchez-Millán filmó por orden de la televisión estatal. Por seguridad, el cinéfilo y cineasta zaragozano usó dos cámaras para la grabación: una de dieciséis milímetros y otra de ocho. Todo acabó, recuerden, con una carga policial y el gobernador civil de Zaragoza prohibió un segundo recital. TVE censuró el material de 16 milímetros y nunca más se supo. Pero Sánchez Millán guardó el otro.

  Eduardo Lolumo fue compañero de estudios de nuestro subdirector Carlos Calvo, y este nos cuenta que ya le gustaban, desde pequeño, las cosas de la meteorología. En un examen del colegio les preguntaron de dónde venía el cierzo y Lolumo, contraviniendo las enseñanzas dadas, dijo que el Moncayo nada tenía que ver, que el molesto viento zaragozano venía directamente de la ribera del Ebro, explicándolo con gráficos y todo. Suspendió, por supuesto. O cierzamente. Ya lo dijo el protagonista de ‘Memento’, no contravengas las cosas del viento.

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