Para una contribución a la crítica de Podemos

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Por Manuel Sogas Cotano

     Aunque el título del presente trabajo, que se irá ampliando en próximas fechas, es “Para un contribución a la crítica de Podemos”; no es sin embargo su único destinatario. Se dirige también a cualquier otra organización política, social o cultural que como Podemos proponga una transformación económica, política e ideológica del sistema imperante.

     Los antecedentes más lejanos en el tiempo de este trabajo datan de 1994, fecha en la que comencé a intentar justificar la “Necesidad de una política de izquierdas”, de donde he tomado algunos datos para incluirlos en el presente; y los más cercanos del 15 M, en Zaragoza, y más en concreto, de la proposición que le hice a la Comisión de Eventos de los Acampados para la creación de la Universidad del Pueblo en la calle (UPC), tomando como modelo la Universidad Obrera creada en París por un grupo de profesores en 1.932.

    Proposición que fue aceptada y que fue inaugurada con la primera clase que me cupo la honra de dar el día 24 de Mayo de 2011 a los Acampados en la Plaza del Pilar de Zaragoza[1], con el título de: “Para empezar a entender, explicar y solucionar la crisis social, política y económica actual” y demostrar así que la “crisis” no tiene el carácter cuasi metafísico que normalmente se le atribuye, sino que se origina en el interior del proceso de producción basado en relaciones de explotación capitalista, lo que constituye el eje central sobre el que pivota el presente trabajo.

       La pretensión aparte falsas modestias, es contribuir a establecer un hilo conductor común y unitario que sirva de base teórica a las discusiones de dichas Formaciones en orden a la transformación social propugnada, dejando la práctica política a cada una de las mismas,  en función de la coyuntura particular, grado de organización, conciencia política, etc., en que se encuentre cada una de ellas.

     Para ello recurro al materialismo dialéctico descubierto  por Marx, filosofía que al no proponer dogmas de ningún tipo, ni fórmulas mágicas para resolver los problemas concretos del mundo, sino un método racional, lógico, objetivo, científico, para el conocimiento de los problemas de  ese mundo como requisito previo para poder solucionar esos problemas, sabiendo además que el mismo problema no tiene siempre la misma solución, porque las condiciones y las circunstancias donde parece siempre son distintas.

     Ello supone teorizar, es decir, saber de antemano que se quiere hacer antes de comenzar a hacerlo, cuya teoría no proviene nunca de la idea luminosa de nadie, sino de los datos que se extraen de la realidad, y teorizar de esta manera, que es la única manera de teorizar, evita caer en pensar en cosas que no se pueden hacer, en el teoricismo, en una sarta de palabras que lo único que contienen es el sonido.

     Teorizar de esta manera, a partir de los datos de la realidad, implica necesariamente una práctica determinada, la realización de la teoría, y esto  evita la práctica por la práctica, el practicismo, el hacer por hacer sin saber que se está haciendo ni a donde conduce lo que se hace, lo cual  no puede llevar más que a la frustración, al cansancio y a la desilusión personal.

     A lo largo de este trabajo en las sucesivas entregas (con la intención de publicarlas ulteriormente como folleto o libro) se analiza y valora el modo de producción capitalista, la crisis capitalista y su origen, la inviabilidad histórica del capitalismo una vez alcanzado un determinado grado de desarrollo, la necesidad objetiva de la alternativa al modo de producción capitalista y una propuesta de formación económica y política para todos los miembros y simpatizantes de esas Formaciones dichas que propugnan la transformación social, todo ello, a la luz del materialismo histórico y el materialismo dialéctico, ciencia y filosofía marxistas.

     No parece una cuestión baladí lo dicho hasta este punto cuando universidades como la de Cambridge y Harvard estén impulsando un manifiesto que hoy viene avalado por 42 grupos de pensamiento crítico de 19 países, en el que se critica que, como mucho, se enseñe el pensamiento económico y teorías de Keynes (que además o no se cumplen o no sirven para resolver los problemas reales dentro de la propia economía que predica), en tanto otros, como el pensamiento económico marxista permanece oculto.

I

     Que Podemos en las próximas elecciones locales, autonómicas y generales se pueda convertir en una fuerza política significativa dentro del sistema, es algo que hoy dudan muy pocos.

     Qué hará Podemos en el caso de que logre una cierta representatividad política, es una pregunta que por el bien de la inmensa mayoría social hay que empezar a responder de forma inmediata. Como tarde, al tiempo que se vayan definiendo y concretando las formas organizativas, de participación y de control a los posibles representantes elegidos por la Formación.

     ¿A quién se dirige Podemos? Los partidos políticos al uso como el PP,  PSOE, nacionalistas, regionalistas y otros, en su discurso se dirigen de forma abstracta a la sociedad entera, a la que pretenden redimir, pero esta remisión y bienestar en la que supuestamente se han de basar no aparecen en la práctica por ningún lado después de tres décadas de gobierno de unos y otros, en las que evidentemente se han producido progresos materiales, que sin embargo no han servido para distribuir la riqueza producida por el trabajo de una forma justa (dar a cada cual lo suyo) entre todas las capas sociales, sino todo lo contrario, ha servido para que los ricos se hayan hecho más ricos y con más poder de coacción y chantaje a toda la sociedad a través de los respectivos gobiernos, y que los pobres sean cada vez más pobres, al tiempo que han hecho que las perspectivas de futuro sean cada vez peores para la inmensa mayoría de la sociedad.

    En la práctica lo que resulta es que una minoría tiene cada vez más y disfruta más de la riqueza producida, en tanto que la inmensa mayoría tiene menos y vive cada día peor.

    Podemos debería concretar a quienes se dirige y a quienes no. A quienes favorecerán las políticas que aplique cuando esté en condiciones de hacerlo, y a quienes no. Quienes deben temerle y quienes no. En resumen, quienes son los enemigos declarados sin ningún rodeo y quienes los amigos y los aliados.

     Debe ser declarado enemigo sin ningún paliativo el modo de producción capitalista (m. p. c.), al que muchos denominan “neoliberalismo”, como si cambiándole el nombre a las cosas pretendieran cambiar su naturaleza y hacer que sus efectos fueran distintos.

    Hay que declararlo enemigo por serlo de la inmensa mayoría de la población, por  crear las condiciones presentes de desasosiego personal, inseguridad y falta de esperanza en un futuro mejor para prácticamente todos los sectores sociales de la sociedad y por ser objetivamente incapaz de resolver los problemas económicos, políticos e ideológicos creados, y que amenaza con seguir intensificándolos y extendiéndolos por el mundo entero, además de su incapacidad material para resolverlos, porque el m. p. c. no nació para resolver problema alguno sino para desarrollar todas las fuerzas productivas con un único fin: acrecentar indefinidamente los capitales invertidos.

    El enemigo que debe ser abatido irremisiblemente es el sistema. Un sistema, el modo de producción capitalista, que ha cumplido la función histórica que tenía encomendada: el desarrollo de las fuerzas productivas. Su verdadero mérito histórico que es lo que la historia  debe reconocerle, pero sin entrar en cuestiones de moralina barata, porque no se trata de ninguna cuestión de moral.

    Pero el sistema, el m. d. c., no es un misterio sobrevenido del más allá por voluntad de la madre naturaleza, sino cuestión humana, creado por humanos, manejado por humanos y para favorecer a una minoría de humanos, es decir, por obra de personas de carne y hueso entre las que se encuentran las 1.400 que representando el 0,0035% de la población española controlan el 80,5% de la riqueza de España[2], siendo algunas de ellas  Emilio Botín del Banco de Santander, Isidro Fainé de La Caixa, J. Manuel Lara de Planeta, Ignacio Sánchez de Iberdrola, César Alierta de Telefónica, Baldomero Falcones de FCC, Isidro Álvarez de El Corte Inglés o Antonio Brufáu de Repsol.

    Estas personas en tanto en cuanto tengan en sus manos los instrumentos de poder económico, político e ideológico que hacen funcionar el sistema en función de sus particulares intereses, con la suficiente capacidad como para condicionar o imponer a los diferentes gobiernos y demás instituciones las políticas que utilizan como instrumentos a su servicio para mantener sus intereses particulares contra los intereses de la inmensa mayoría de la población, son las que encarnan lo enemigo del sistema.

    Tener por enemigo declarado a estas personas no quiere decir en modo alguno que se pretenda o promueva o se incite a su eliminación física, ni a ejercer sobre ellas ningún tipo de revancha o venganza personal, por ser parte de las personas responsables directas de haber causado daños y perjuicios a la sociedad en general y a personas concretas de carne y hueso (algunos de esos daños materialmente irreparables), ni de dejarlas en la miseria material.

    Son enemigos y lo seguirán siendo en tanto en cuanto continúen disponiendo de los instrumentos de poder efectivos y reales como para poder condicionar las políticas del gobierno y otras instituciones para mantener e incrementar sus privilegios de todo tipo, causando con ello perjuicio a la inmensa mayoría de la sociedad.

   Dejan de ser enemigos de la sociedad y por tanto de Podemos, y pasan a ser ciudadanos normales para vivir se su trabajo, que como todo trabajo debe ser útil y en beneficio de la sociedad, cuando los instrumentos de poder efectivo que tienen para coaccionar y condicionar las políticas del gobierno para mantener y acrecentar sus privilegios pasen a manos de la sociedad en la forma que democráticamente sea decidida por esta.

    Otro tipo de enemigos declarados de la sociedad son Jordi Pujol, Luis Bárcenas, Messi, etc., al igual y en la misma medida que cualquier otra persona sin ningún tipo de distinción, por apropiarse delincuencialmente de una parte de la riqueza que no les correspondía y que fue creada por los trabajadores, y lo seguirán siendo en tanto en cuanto no comiencen a devolver a la sociedad de forma efectiva y no simbólica, todo lo que le han robado, y los beneficios producidos por esas cantidades robadas.

    No estamos en un juego floral de política, en que el ganador haya de ser quien más palabras diga por segundo y con más dominio de la retórica, acompañadas de la mímica previamente estudiada, y de acuerdo con el tono y deseo de quienes las escuchan según el momento y ocasión.

II

    Efectivamente, organizarse social y políticamente constituye una imperiosa necesidad objetiva. Y mucho más en una Formación política como Podemos que nació completamente desnuda tan solo hace unos meses. Esta es la idea que hay que extender y hacer arraigar en la mayoría de la sociedad, en lo que ya viene trabajando Podemos a través de sus Círculos. ¿Pero para qué y por qué tiene que organizarse social y políticamente Podemos? ¿Qué hará Podemos cuando encuentre y defina sus posibles formas de organización? ¿Qué formas prácticas aplicará Podemos para que sus bases sociales y políticas a través de sus diferentes Círculos puedan ejercer el control efectivo de sus cargos y representantes electos, llegando incluso, si el caso lo requiriere, a removerlo de sus cargos representativos.

    Qué hará Podemos y cómo, en el supuesto caso de que uno de sus representantes electos declarara como acaba de hacer Jordi Pujol, que le ha estado defraudando a la Hacienda pública durante 34 años. ¿Lo removería inmediatamente de su cargo o esperaría a que cumpliera el plazo por el que fue elegido para no votarle más?

     ¿Qué hará Podemos si llegado el caso el presidente del gobierno fuera de su Formación, y una vez en el cargo declarara que el programa que se le presentó a la sociedad no lo cumple porque su “deber” le exigía no cumplirlo, como hizo Mariano Rajoy del PP.

     El qué hacer y para qué, tiene que determinar el cómo. La organización social y política que se adopte tiene que responder necesariamente a este qué, para qué y cómo, y ha de surgir y tiene que ser la consecuencia de un proceso de análisis y discusión continuo  por parte de todos los miembros y simpatizantes de Podemos a través de los Círculos, basado en la observación de los datos proporcionados por la realidad económica, política e ideológica concreta del momento que se trate, de la que hay que extraer y traducir de forma practica las actuaciones concretas de Podemos, ya sean referidas a practicas políticas inmediatas, a más largo plazo o referidas a teorías ya establecidas, bien para confirmarlas y reforzarlas o para corregirlas en su caso.

      En la medida que Podemos se considere una Formación política democrática y transformadora de la sociedad en lo económico, lo político y lo ideológico, el tipo de organización que adopte no debe erigirse en el órgano supremo del que dimanen de forma incuestionable e indiscutible las directrices, consignas, planes o estrategias políticas para su obligado cumplimiento.

    Debe y tiene que ser todo lo contrario: el órgano director de la política de toda la Formación política, y para cumplir su función de dirección tiene que recoger previamente cuanta información, datos y propuestas  le puedan proporcionar los Círculos, otras organizaciones, instituciones o personas individuales a través de los canales pertinentes, y con todo ello elaborar teorías, planes de actuación, etc., que vuelven a los Círculos para su aprobación, y a partir de aquí y para dotar de unidad política a toda la Formación, es cuando empieza su tarea de dirección.

    En resumen, de la organización que termine adoptando Podemos no puede salir nada para su aplicación que previamente no le haya llegado. Y de esta forma el funcionamiento democrático de la Formación queda garantizado, y la figura del líder como cabeza “pensante” y buen pastor del rebaño  rechazada y proscrita.

    El qué, para qué y cómo, tiene que tener la consideración de  un conjunto formado por estos tres elementos, en cuyo conjunto ninguno de ellos constituye un departamento único y estanco con un funcionamiento independiente con respecto unos de los otros, sino todo lo contrario: interdependientes, influyendo y determinándose los unos a los otros dentro de la unidad que forman y configuran.

    Para que el qué, el para qué y el cómo no queden  en tres palabras vacías de contenido e inconexas entre sí, sino para que adquieran verdadero sentido y llenas de contenido real y efectivo, tienen que descansar y basarse en una teoría social que sea la que defina los objetivos a corto, medio y largo plazo, y que sirva como punto de referencia para comprobar si las actuaciones económicas, políticas e ideológicas que se van realizando en la práctica concreta, responden a ese objetivo definido a largo plazo, o si por el contrario, se desvían del mismo.

    La teoría social concebida como se acaba de exponer, para que tenga efectos prácticos requiere de un determinado método que evite en lo posible la improvisación o las ideas “luminosas” redentoras de la humanidad.

    No depende de quienes hagan las cosas, sino de las cosas que se hagan, y de la forma como se hagan y del fin con que se hagan. Lo que importa es el método para llegar al objetivo propuesto, Y lo que  importa sobre todo no es lo que se diga, sino lo que se haga: la práctica.

     El método consiste en saber de antemano el qué hacer, y qué se pretende para que la acción correspondiente tenga sentido. Pensar antes de hacer. Lo contrario, hacer y después pensar en lo hecho constituye un error.

    En suma, la acción económica, política e ideológica tiene que ir precedida de una teoría económica, una teoría política y una teoría ideológica, cuya teoría constituye el punto de referencia que permite alumbrar el camino, puesto que indicará si las acciones concretas que se vayan realizando acercan o alejan del los objetivos propuestos, y en su caso, si la teoría fue bien o mal elaborada.

    La propuesta de Podemos de una renta básica mínima pata todos, no sólo parece justa y lógica, sino que además es absolutamente necesaria, dado el estado de pobreza material galopante que han creado tanto las políticas realizadas por el PSOE como por el PP, y las que este último guarda en cartera y que sin duda aplicará si llegara a ganar las elecciones de 2015, en nombre de la “superación” de la crisis.

     Pero si no se profundiza más políticamente en este planteamiento nos quedamos en una simple cuestión de ética (la ética es la expresión práctica de una moral).

    Que la política haya de tener contenido ético parece una afirmación aceptable y muy poco discutible. Pero la política es cosa distinta a la ética. La política es una relación de fuerzas en las que unos grupos sociales intentan imponer sus formas de ver el mundo y sus intereses a otros grupos sociales, y esto no quiere decir en absoluto que la política tenga que estar desprovista necesaria y absolutamente  de los componentes moral y  ético. La cuestión está en determinar que tipo de intereses defienden unos grupos y a favor de quien (moral de esos grupos) y cómo (ética de esos grupos) y que otros intereses defienden otros grupos y a favor de quién (moral de estos grupos) y cómo (ética de estos grupos).

    Que el hijo de José María Aznar, ex presidente del gobierno de España se vea favorecido por su posición social por las viviendas financiadas por Bankia u otros bancos “malos”, que se habrá hecho lo más seguro dentro de la más estricta legalidad, responde a una moral: la del enriquecimiento personal, y responde a una ética: la del aprovechamiento de la aplicación del derecho (el término de derecho no coincide ni siempre ni necesariamente con el término de justicia). Pero ni esta ética ni esta moral es idéntica ni se corresponde con otros tipos de moralidad y ética, como por ejemplo, la de las Marchas por la dignidad  (22 de Marzo de 2014) en la que millones de personas reclamaban un orden social más justo (moral) mediante el único instrumento disponible: la protesta social (ética).

   Por lo tanto, la proposición de la renta básica de Podemos podría ser considerada negativa (reaccionaria) o positiva (progresista) según sea el punto de vista político y la defensa de los intereses que se adopte. Tanto lo uno como lo otro solamente puede ser dilucidado por la teoría.

    Si la renta básica se adoptara como un fin en sí mismo sin cuestionar el origen que determina el por qué existe la pobreza, se estaría en un ejercicio negativo (reaccionario) de la política, que en nada se diferenciaría de la ética cristiana, del ejercicio de la caridad, que en un principio es aceptado por una gran mayoría sin social, sin caer en la cuenta y sin reparar que el ejercicio de la caridad presupone la existencia de la pobreza, y que mientras esta no se erradique seguirá la caridad, por lo que al fomentar mejores métodos y prácticas más extendidas de la caridad, lo que se está pretendiendo implícitamente es el fortalecimiento y la perpetuación de la pobreza.

     Pero si la idea de establecer la renta básica es la de resolver un problema inmediato, acuciante, para cientos de miles de personas sin distinción de credos y universal, y que se mantendrá hasta tanto se erradique la causa que origina ese grave e injusto problema, se tiene que calificar de positiva, progresista, que es lo que está más a tono con lo que Podemos representa en estos momentos.

    La teoría social tiene y debe representar para Podemos lo que el plano del edificio al albañil. Sin el plano que recoja y especifique todas las partes del edificio, desde los cimientos al tejado, no puede haber garantía de que el edificio terminado sea el que inicialmente se pretendía. Sin teoría social previa Podemos no funcionará como Organización transformadora de la sociedad.

     La teoría social no significa en modo alguno un conjunto de palabras vacías, discursos, declaraciones formales, eslóganes, tópicos o aproximaciones muy bien construidas desde el punto de vista fónico, mímico, estético y teatral, sin conexión   lógica con los hechos y dirigido a remover la emotividad del individuo y sus instintos primarios, a fin de obnubilar la razón para provocar enfrentamientos sociales a nivel ideológico con el riesgo de provocar la violencia física de unos contra otros como cortina de humo para ocultar el origen de los problemas, y con ello cerrar la puerta para evitar que se entre en solución de los mismos, de modo que las clases dominantes puedan continúen manteniendo sus privilegios, con el resultado final de dejar las cosas como están y preparadas para que en el futuro sigan empeorando. La teoría social consiste en construir un modelo mental racional y lógico acerca de lo que se prevé podría ser la sociedad del mañana, una idea adelantada en el tiempo, a partir de los datos objetivos extraídos de la realidad social de hoy.

      Si lo que Podemos propone es una transformación de la sociedad actual para que en su lugar aparezca otra nueva, se tiene que plantear la creación de unas nuevas condiciones económica, políticas e ideológicas tales, en las que el individuo pueda encontrar la conciencia de sí mismo y de la sociedad para transformarse conscientemente en protagonista de sí mismo y de la sociedad, abandonando de esta forma el estado de alienación personal, social y política en el que se encuentra y que le impulsa a aceptarse y a ser aceptado socialmente como si por naturaleza fuera un objeto más, una mercancía que se compra y que se vende como cualquier otra. 

    Podemos tiene necesariamente que elaborar esa teoría social previa que contenga objetivamente los elementos fundamentales de la economía, la política y la ideología en los que haya de sostenerse esa nueva sociedad proclamada, y en consecuencia, se tendrán que abandonar, sacar de raíz (radicalmente), la retórica vacía de contenido, los tópicos, las aproximaciones, las figuraciones y los miedos y frustraciones personales, todo lo cual se opone a cualquier teoría social objetiva.

      La organización social y política concreta que adopte Podemos tiene que tener en cuenta como uno más de sus elementos fundamentales, un programa de formación económica, política e ideológica constante a través del tiempo, capaz de proporcionar a los integrantes y simpatizantes de Podemos los instrumentos objetivos de conocimiento necesarios, como para que todos ellos sean capaces de entender por sí mismos cualquier tipo de realidad económica, política o ideológica, de manera que el conocimiento intuitivo que es el que normalmente se tienen de las realidades pueda ser desplazado paulatinamente por el conocimiento objetivo,  lo que tiene que constituir el  arma social, intelectual y eficaz, por ser  racional y lógica, contra y frente a los ataques (que se han producido ya contra Podemos y que se seguirán produciendo en la medida que vaya perfilando y concretando sus políticas de transformación social) viscerales e ideológicas (porque no pueden ser más que viscerales e ideológicos) por parte de las clases dominantes y los medios de comunicación a su servicio, ante la amenaza cierta de que acabaran perdiendo su poder y privilegios.

III

EL CAPITALISMO 

    La forma como los individuos producen los objetos materiales e inmateriales de una sociedad concreta, la forma en como se distribuyen esos mismo objetos y la forma en como esa sociedad acepta las reglas de distribución de los mismos, es lo que constituye el modo de producción de esa sociedad concreta.

     La historia de una sociedad determinada, pasada o presente, no puede ser conocida si no se conoce su modo de producción.

    A lo largo de la historia de la humanidad se han sucedido diferentes modos de producción. En la sociedad actual el modo de producción dominante es el modo de producción capitalista, que deviene del anterior, el feudalismo, y este de la esclavitud, y éste del salvajismo y este de la barbarie.

    La historia de España ni la hace don Pelayo, por muy valiente que pudiera haber sido, ni se explica estudiando su valentía y la gran fe que pudiera haber tenido. Tampoco la hacen los Reyes Católicos, ni Felipe II, ni Franco ni el rey hijo ni el rey padre, ni se puede entender estudiando todo lo que estos pudieran haber hecho.

    Hacen más historia que todos ello juntos un peón de albañil; la cuadrilla de trabajadores portugueses que el primer tercio del siglo XX llegan a las Marismas de Guadalquivir, y concretamente, a lo que hoy es Isla Mayor, para abrir canales a golpe de palín y pala y hacer posible el cultivo del arroz hasta convertir aquellas Marismas improductivas en la mayor productora de arroz de España, y junto a ellos, los colonos valencianos y los braceros de Usagre, Badajoz, Dudar, Granada, La Puebla de Cazalla, Sevilla, Cabra, Córdoba…, y los mecánicos de de Las Cabezas San Juan …, y los presos políticos, y los anónimos que murieron asfixiados mientras dormían en las cascarillas del arroz, o construyendo las tapias de la fábrica de papel, o los que por haber sido inundados sus pueblos por los pantanos en Huesca en la segunda mitad del siglo XX, tuvieron que emigrar a Zaragoza, Cataluña u otras partes de España, para trabajar de peones en la industria o de taxistas. Esta historia no está escrita por quienes la hicieron ni por quienes se hayan podido poner o se pongan de su parte, sino por los que se aprovecharon de ella, que fueron o son muy pocos, que son los que escriben o mandan escribir la historia oficial y que, paradójicamente, no hablan de historia, sino de una ideologización de la historia, es decir, de cómo a esa minoría le interesa que se interprete la historia.

     La transición de un modo de producción a otro no se produce porque a un iluminado se le ocurra que hay que cambiar de un modo de producción a otro, sino porque en cada uno de ellos lo que le es específico (las técnicas productivas, los medios de trabajo que el individuo  utiliza en el proceso de trabajo) y lo que le diferencia del resto de los modos de producción, han llegado al máximo desarrollo que podían llegar, y en este proceso en que la naturaleza hace al individuo y a la vez el individuo a la naturaleza, mediante su trabajo, va surgiendo un nuevo individuo porque con él va surgiendo una nueva naturaleza (sociedad) y viceversa, de modo que al individuo se le presentan (tenga o no tenga conciencia de ello, es decir, conocimiento profundo) nuevas necesidades, que el modo de producción concreto en las que surgen ya no es capaz de satisfacer, y esto es lo que motiva y fundamenta el abandono de ese modo de producción que se transforma en inviable históricamente (que no puede continuar materialmente en el tiempo) dada su incapacidad de satisfacer las necesidades del individuo, y justifica al mismo tiempo la necesidad objetiva (lo piense o no el individuo) de cambiar ese modo de producción por otro.

     Una visión alicorta en extremo y muy estrechita y frágil intelectualmente, es la que lleva a ver en el modo de producción algo estrictamente económico. Y esto no sólo ocurre con los economistas actuales en general, que se dedican no a estudiar la economía, como es creencia general, sino un tipo de economía, la capitalista, a la mejor forma y procedimiento de acrecentar los capitales basándose exclusivamente en incrementar los ingresos disminuyendo los costes.

      Ha ocurrido también, y con gravísimas consecuencias para gran parte de la humanidad si acaso no fuera toda, en algunos que se erigían como la encarnación del marxismo, concretamente,  Stalin[3].

      El modo de producción capitalista sin discusión posible es un modo de producción, y por tanto, trata de economía, la forma de producir. Pero en absoluto es estrictamente un hecho económico, porque es un hecho concreto que no se da en el aire ni en abstracto, sino en concreto, y por tanto para ser posible necesita de una estructura política (un conjunto de leyes más o menos complejas que regula esa forma de producción, su distribución, etc.), y también de una estructura ideológica que imponga la aceptación social, tanto de la forma de cómo se produce y la forma de cómo se distribuye lo que se produce, además de la ética, la filosofía, la religión, el arte, la educación, etc.

     Por ello al hablar de economía no se puede tratar como algo independiente de la política o la ideología, y lo mismo al tratar de política o de cuestiones ideológicas. La estructura económica, la política y la ideológica forman un todo en el sistema capitalista, al igual que la formaron con el feudalismo o cualquier otro modo de producción anterior o la formarán con el modo de producción socialista, que es al que le corresponde sustituir históricamente al capitalismo.

     Para no inducir a error hay que señalar necesariamente que el modo de producción socialista al que acabamos de referirnos no tiene absolutamente nada que ver con el tipo de políticas, ni económicas, ni ideológicas aplicadas por el PSOE de Felipe González, ni por zapatero, ni por Rubalcaba, ni por su flamante secretario general, Pedro Sánchez.

    Para entender y poder analizar el proceso de producción basado en relaciones de producción capitalista, si lo que se pretende es transformar la sociedad, hay que sacarlo del campo de la moral, que radicalmente significa sacarlo del campo ideológico (la ética es la expresión práctica de la moral, y alguien puede tener un comportamiento ético perfecto atendiendo escrupulosa y exquisitamente a los requerimientos de una moral absolutamente corrupta, como por ejemplo, la moral de la monarquía), porque no tiene naturaleza moral.

      El espíritu que anima al capitalista y que inspira toda su actividad, es la sed ilimitada  beneficios con los que poder aumentar su capital cuanto pueda, sin ningún límite establecido previamente. Para ello y sin ningún otro propósito invierte el capitalista su capital, si bien este propósito aparece envuelto en un velo de palabras tales como bienestar social, crecimiento económico, libertad, democracia, etc., pero lo que él busca por encima de todo, es el acrecentamiento del capital, y que si las utiliza  no es más que para endulzar sus propósitos de cara a la opinión pública.

     El capitalista no invierte ni porque sea inmoral ni porque sea moral. No lo hace con el propósito deliberado de pagar lo menos posible ni de maltratar cuanto pueda al asalariado. Esto para el capitalista no cuenta en absoluto. Así como tampoco pasa por su cabeza la bondadosa y altruista idea de proporcionarle un puesto de trabajo para que dignifique su existencia y viva tan contento y feliz como unas Pascuas. Invierte si con la información que tiene y cálculos que hace, puede acrecentar su capital. En otro caso no invierte.

     El capitalista que invierte en una fábrica de proyectiles no lo hace calculando matar a cuantos mas niños e inocentes mejor. Lo hace pensando en acrecentar su capital, y para ello mientras más proyectiles fabrique y venda, mejor. Si en la práctica estos proyectiles matan niños e inocentes, a buen seguro que el capitalista nos responderá que eso no es asunto suyo, porque él no invirtió para matar a nadie, sino para ganar dinero honradamente vendiendo proyectiles.

     El capitalista que invierta en una empresa de seguridad privada para proteger a los cargos públicos amenazados por ETA, seguramente no querrá que ETA mate a nadie, pero sí querrá que no desaparezca, porque con su desaparición desaparecerá el negocio montado con la protección a cargos públicos amenazados, y con su desaparición la extinción de la fuente de ingresos para acrecentar su capital. Nadie que tenga una fuente de ingresos quiere que desaparezca. Y nadie que tenga una fuente de gastos pretende aumentarla.

      Que una vez realizada la inversión por el capitalista, este pueda o tenga que bajar los salarios cuanto pueda según las circunstancias y el momento, es algo que no debería serle atribuido al capitalista como algo negativo o inmoral. En todo caso, si estuviéramos tratando una cuestión moral, más cabría atribuírselo como una virtud, puesto que para él, el salario representa un gasto, y es virtud innegable del buen administrador, reducir cuanto pueda cualquier gasto que sea susceptible de ser reducido con el fin de aumentar los ingresos, y por consiguiente, acrecentar su capital. Al igual que por la misma razón, aunque e sentido contrario, no cabe calificar al asalariado de egoísta porque quiera aumentar su salario cuanto pueda, puesto que para él, representa un ingreso para mejorar sus condiciones de vida y es lógico que pretenda mejorarla.

     Sacado del campo de la moral el funcionamiento interno del modo de producción capitalista para tratarlo objetivamente, como un hecho social más, como haremos a continuación, es fundamental sacudirlo de elementos ideológicos y evitar caer en ellos, porque estos pertenecen y se refieren a la noción que cada cual tiene de la realidad, según su experiencia y punto de vista personal, intereses, gustos, miedos, frustraciones, esperanzas, y por ello, lo que hacen es enturbiar la realidad en lugar de clarificarla para poderla entender.

     El capitalismo, a pesar de tener la misma naturaleza (explotación de la inmensa mayoría a manos de una exigua minoría) y el mismo objeto (acrecentamiento, acumulación y concentración de capitales) no funciona de un modo homogéneo, uniforme, único y con la misma intensidad en todas partes.

    Por ejemplo, un asalariado tiene la misma naturaleza y las mismas característica allí donde se den relaciones de explotación capitalistas: que para subsistir tienen la imperiosa necesidad de vender su fuerza de trabajo como único recurso, al capitalista que es quien dispone de los medios de producción, ya sea China, EE.UU, Taiwán, Japón, Guinea Ecuatorial, Alemania, España o Francia, pero la forma y la consideración que tienen los asalariados en esos países es distinta, y tanto más distintas, cuanto más se diferencian en el desarrollo técnico que  tengan entre sí cada uno ellos con respecto de los demás.

    Este funcionamiento desigual del capitalismo que se da en cada lugar en concreto, se debe al distinto grado de desarrollo de las fuerzas productivas alcanzado en cada uno de ellos; al grado de organización de las clases trabajadoras; a los propios aspectos culturales y antecedentes históricos, etc., y a su vez es lo que determina y explica que una crisis capitalista, aun teniendo la misma naturaleza: descenso de la tasa de beneficios por debajo de un determinado nivel, se pueda a llegar a manifestar de diferente forma y grado en cada país.

     Lo que de común tienen todos esos estados mencionados, es que las consecuencias de las crisis siempre y sin excepción las pagan las clases menos favorecidas que cada vez van siendo más amplias, que la brecha que se abre entre los que más tienen y los que menos, es cada vez más grande, con lo que las diferencias de clases se hacen cada vez más patentes, que las esperanzas y expectativas de vida una vida  mejor y a la altura de los tiempos que corren es cada vez menor y peor para cada vez más gente, cuando objetivamente hoy se disponen de todos los medios materiales e inmateriales suficientes para hacer posible una vida digna para todos sin excepción, lo que además de injusto constituye el máximo exponente de la irracionalidad. Por ejemplo, junto a millones de personas que pasan hambre, pereciendo miles de ellos por inanición, existen excedentes de alimentos que a veces son tirados o destruidos para mantener artificialmente los precios. Habiendo cientos de miles de viviendas construidas y vacías hay muchas personas que duermen en la calle.

     Lo que de común tienen todos estos Estados mencionados es que el hilo conductor, el nervio de la sociedad, la economía, la tienen basada en las relaciones de producción capitalistas, y cuando estas han alcanzado un determinado nivel de desarrollo crean tales contradicciones dentro del mismo sistema, que dentro de las mismas el propio sistema se convierte materialmente en algo inviable, como manifiestamente lo está demostrando la práctica. En España y fuera de ella.

   Para incrementar su capital el capitalista invierte una determinada cantidad de dinero que llamaremos dinero inicial (D), con esta cantidad compra una determinada cantidad de mercancía (M)[4] que transformará mediante en un proceso productivo (P) en una nueva mercancía (D´), que constituirá el producto terminado que llevará al mercado y a través de su venta transformará en una nueva cantidad de dinero (D´), con cuya cantidad se resarcirá de todos los gasto ocasionados por la inversión inicial para iniciar un nuevo ciclo productivo (P), y además, le quedará un remanente de dinero que constituirá  sus beneficios con los que poder acrecentar su capital.

    La mejora del proceso de producción (P) para el capitalista consiste en incrementar la productividad cuanto le sea posible, es decir, que el trabajador produzca más por menos dinero, lo que le lleva a un proceso sin fin de realizaciones de nuevas inversiones en máquinas o tecnología (capital fijo C) a fin de poder obtener la productividad esperada, que es el único instrumento del que disponen los capitalistas para competir entre sí.

     Un claro ejemplo muy gráfico de la sustitución de mano de obra por maquinaria, es decir, de capital fijo (C) por capital variable (V), para conseguir una mayor productividad agrícola, lo constituye el pueblo de Isla Mayor en la provincia de Sevilla.

    Este pueblo tiene como actividad económica principal el monocultivo del arroz (que hoy junto a su comarca es el mayor productor de arroz de España y uno de los primeros a nivel europeo). En la primera mitad del siglo pasado, miles de trabajadores procedentes de diferentes puntos de la Península, Canarias y Portugal, nueve o diez meses al año, acudían al pueblo para realizar las labores de los arrozales: preparar tierras, sembrar, plantar, escardar, segar, trillar, secar y envasar el arroz, etc. Hoy, con el doble de superficie de tierras en cultivo, y una productividad muchísimo más elevada que entonces, la mano de obra que entonces estaba constituían por miles de trabajadores, ha sido sustituida por media docena de avionetas, unos tractores de mayor potencia, técnicas electrónicas para nivelar parcelas, unas pocas cosechadoras mecánicas y varios secaderos mecánicos  a la vez que se ha reducido el tiempo de trabajo de prácticamente todo el a unas pocas semanas.

    Las continuas y mayores masas de capital invertidas en capital fijo (C)  para incrementar la productividad, y a través de ella incrementar la extracción de cuanta plusvalía (PV) puedan, para resolver el problema de la competencia continua y permanente que entre sí mantienen los capitalistas, constituyen una carga cada vez más pesada y onerosa para todos ellos, especialmente para el pequeño y mediano capitalista no ligado a los grandes capitales, porque son los primeros que están abocados a desaparecer en cada periodo de crisis, dado que tienen que detraer de la tasa de ganancia (g´) que tiende a 1, cada vez mayores cantidades  para poder recuperar los capitales invertidos y acrecentarlos.

    De forma resumida el proceso producción (P) a través del cual el capitalista extrae la plusvalía (PV), que le permita reponer todo el capital consumido durante el proceso de producción (P) y acrecentarlo, puede resumirse así:

      Con un dinero inicial (D), compra toda la mercancía (M) necesaria para realizar el proceso de producción (P), a través del cual obtiene una nueva mercancía (M´), que llevará al mercado para su venta y transformarla en una nueva suma de dinero (D´), de modo que esta nueva suma de dinero (D´) sea superior a la suma de dinero inicial (D), cuya diferencia que constituye la plusvalía (PV), le permita reponer todo el dinero invertido en el proceso productivo (P), y acrecentar sus capitales.

    De forma elemental lo dicho puede se puede representar y sintetizar con la siguiente fórmula:

D – M… P… M´- D´  [1]

     Cuya formula desarrollaremos y explicaremos más adelante para ver donde y como se origina la crisis capitalista, al tiempo que se demostrará igualmente, como el desarrollo de esa crisis, inevitable, termina por crear las condiciones objetivas dentro de las cuales el modo de producción capitalista se hace material e históricamente imposible.

IV

LA CRISIS CAPITALISTA

   No está el horno para bollos. No estamos en ninguna crisis como las que ha tenido el capitalismo a lo largo de su historia marcando el “cambio” de ciclo económico como muy simple e interesadamente afirman algunos, cuya solución la fían al parecer  al cambio de algunos políticos por otros, los de peor fotogenia por otros de más prestancia figuronera; algunas modificaciones  formales en la ley y en la política, pero, sin introducir en el sistema cambio alguno que pudiera erradicar las viejas e inservibles relaciones de producción, distribución y consumo capitalistas y poderlas sustituir por otras nuevas.

     La OCDE[5] (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) no es España ni en dicha organización ha gobernado ningún gobierno español, sin embargo, en los casi cuarenta países que la forman, entre ellos España, también están padeciendo y sufriendo los efectos de la misma crisis.

    Antes de que apareciera la “crisis” de 2008, existían 33.100.000 personas en paro en la OCDE, por lo que se podría afirmar a la vista de este dato, que el sistema capitalista aun cuando no está en “crisis” ni siquiera es capaz de ofrecer un puesto de trabajo a toda persona que esté en disposición de poder trabajar.

    Seis años después de reconocida la “crisis” de 2.008 esa cifra se ha elevado a la cantidad de 45.000.000[6] de parados, además de bajar los salarios desde 2009 una media del 0,1% y tras haber empeorado las condiciones laborales y disminuidos los derechos sociales de los trabajadores, etc. ¿Habrá algún ingenuo que todavía pueda pensar –puesto que creerlo puede creerlo- que una vez se salga de la crisis se acabará con el paro? ¿Qué podrían producir los 45.000.000 de parados solamente en la OCDE –puesto que para dejar de estar parado hay que estar trabajando- que pudiera ser vendido en los mercados según los parámetros capitalistas?

    Efectivamente, en el Estado español la mayoría de las capas sociales de la población han padecido y siguen padeciendo los efectos de la “crisis” reconocida en 2008.

     Si por “crisis” entendemos que el trabajador en concreto y la sociedad en general ha empeorado sus condiciones de vida presentes y futuras, se puede decir que la sociedad española está en “crisis,” desde que se aprobó la Ley 26/1985 de 31 de Julio, gobernando el PSOE de Felipe González, de Medidas Urgentes  para la realización de la estructura y de la acción protectora de la Seguridad Social (BOE 1-VIII-1985), con la que se inicia el retroceso en los derechos de los trabajadores en materia de prestaciones de la Seguridad Social, acentuándose ese retroceso con todos los gobiernos que le siguieron y que llega hasta 2.014.

   A lo anterior hay que añadir los ingresos que deja de percibir el Estado al ser privatizadas las empresas más rentables de titularidad pública por iniciativa de los gobiernos del PSOE y continuada por los gobiernos del PP hasta 2014.

    Al disminuir los ingresos propios del Estado se inicia la espiral de endeudamiento público que llega a nuestros días, siendo la expresión práctica de ello, la pérdida de la independencia política del Estado español, que pasa  a ser dependiente de los mismo grupos capitalistas que previamente se beneficiaron de las privatizaciones realizadas, al tener que recurrir a ellos el propio Estado para pedirles dinero prestado con el que financiar las políticas sociales y de desarrollo industrial autóctono que antes de las privatizaciones financiaba en todo o en parte, con los ingresos propios provenientes de las empresas privatizadas.

     Estas políticas de privatizaciones que representaron una importante descapitalización del Estado, junto a otras como la entrada en la OTAN llevada a cabo por el gobierno del PSOE presidido por Felipe González, para financiar parte de los gastos militares de EE.UU; la cesión de la política monetaria nacional al Banco Central Europeo, o la liberalización del suelo llevada a cabo por el gobierno del PP, presidido por José María Aznar, son las que originan el endeudamiento actual del Estado, y no porque el trabajador haya vivido por encima de sus posibilidades.

     Sin embargo y a pesar de lo dicho, no hay que caer en el error (muy extendido socialmente, pero carente en absoluto de validez como instrumento de conocimiento para poder entender la realidad) de que estemos sufriendo los efectos de una crisis específicamente española que pueda ser atribuida a unos gobernantes incompetentes, manirrotos, corruptos e incapaces de preverla, y en consecuencia, incapaces de encontrarle solución, sino porque España  es una parte más del sistema capitalista, que es el que verdaderamente está en crisis, como lo demuestra el conjunto de países que forman la OCDE, y el resto de los mismos que tienen una economía basada en el modo de producción capitalista.

     Tales políticas se deben al carácter depredador sin límites del capitalismo para obtener beneficios, de modo que cuando no puede obtener directamente del proceso de producción P la tasa de ganancia g´[7] que necesitan los capitales invertidos para mantenerse en pie, recurren a tales políticas de privatizaciones para conseguir la parte de ganancia “extraeconómica” hasta completar la tasa de ganancia g´ que necesitan. Y esta y no otra, es la razón básica que justifica las políticas de privatizaciones realizadas por los distintos gobiernos (no sólo en España), las disminuciones salariales y los “recortes” (robos) sociales

      Cosa distinta es que los efectos de la crisis para la gran mayoría de la población española se hayan manifestado y se estén manifestando de forma distinta a como lo hayan podido hacer o lo esté haciendo en otros países. Pero esto tampoco forma parte de la explicación de la raíz de la crisis ni es atribuible en exclusiva a ninguno de los gobiernos habidos en España, sino al funcionamiento desigual (aunque tenga la misma naturaleza, inamovible) de las diferentes  formaciones capitalistas de cada lugar especifico, que están determinadas por el grado de desarrollo de las fuerzas productivas; de las fuerzas sociales, grado de organización de las clases trabajadores y el grado de concienciación de las mismas; de las condiciones históricas, culturales, etc., de cada sitio en concreto.

     Las crisis que a lo largo  de la historia del capitalismo han ido apareciendo no se resolvieron nunca, porque nunca se actuó allí donde tenían su origen: en el proceso de producción P, en las relaciones de producción capitalistas, a través de las cuales una mayoría crea la riqueza existente con su trabajo mediante la venta de su fuerza de trabajo, de la que depende la subsistencia propia y la de los suyos, y una minoría, la que dispone de los medios de producción, que se apropia de la mayor parte de la riqueza producida por el trabajo. Resulta de ello, que la mayoría que trabaja vive cada vez peor y disfruta menos de lo que produce, en tanto que la minoría que no trabaja tiene cada vez más y disfruta más de lo que no produce.

    Las crisis capitalistas no se resolvieron nunca de forma definitiva, porque de haberlo hecho habría supuesto el fin del modo de producción capitalista, y sabemos que ningún sistema tiende a destruirse voluntariamente por sí mismo.

    El origen de la crisis capitalista se halla en la disminución de la tasa de ganancia g´ es decir,  cuando la relación entre la plusvalía PV y la suma de capitales invertidos (capital fijo C y capital variable V) se aproxima o es igual a 1, o sea, cuando la tasa de ganancia g´ no es suficiente para recuperar los capitales invertidos y hacer que estos crezcan.

      El significado práctico de la disminución de la tasa de ganancia g´, cuando esta es o se acerca a 1, es que el capitalista no obtiene por la venta de sus productos en el mercado la cantidad suficiente de dinero D´ que le permita, por una parte, recuperar todo el dinero D invertido inicialmente, más otro tanto, para poder incrementar sus capitales, que es su único y verdadero objeto.

    Llegado este momento o próximo al mismo, como la tasa de ganancia g´ se genera en el proceso de trabajo que se da en el proceso de producción P, al capitalista no le queda otra opción que intensificar la explotación del trabajo que se da en el proceso de producción P, con el objeto de elevar la tasa de ganancia g´, lo que no puede hacer más que reduciendo gastos (bajando salarios) y subiendo la producción (incrementando la productividad), con lo que ambas medidas, que son las únicas a las que puede acudir para “salir” de la crisis, lo que en realidad esta haciendo, lejos de solucionar crisis alguna, es sentar las bases de la siguiente, porque el mecanismo donde se origina  no ha cambiado, ni puede cambiar dentro del sistema capitalista.

     La única “solución” que puede presentar el capitalismo a las crisis que crea es de tipo ideológico, lanzando al aire un juego malabar de palabras a través de la propaganda política realizada por los principales medios de comunicación a su servicio: prensa, radio y televisión, presentando a la opinión pública unos hechos que no existen (la solución de la crisis) como si existieran y además fueran verdaderos, dado que no puede hacer otra cosa porque como ya ha sido señalado anteriormente, la crisis capitalista responde al proceso de disminución paulatina de la tasa de ganancia g´, y esta va unida de forma inseparable al proceso de desarrollo de las fuerzas productivas capitalistas.

     La crisis capitalista no es pues, un elemento extraño que se introduce en el seno del sistema capitalista desde el exterior para perturbar su “armónico” y “perfecto” funcionamiento, ni se presenta de una forma súbita de un momento a otro y sin que se sepa su procedencia. Tampoco aparece como consecuencia de una inmoralidad del capitalista, aunque el capitalismo está repleto de elementos inmorales, ni porque el capitalista haya sido un viva la virgen o un mal gestor, cosa que evidentemente puede ocurrir, pero como algo concreto y particular, y nunca como categoría del sistema, ni porque los organismos e instituciones que el propio capitalismo provee para controlar el funcionamiento del sistema hayan podido cometer errores. Y ni siquiera porque los gobiernos hayan sido unos incompetentes incapaces de evitar la crisis, como más de una vez se afirma superficialmente con la única intención de la descalificación política entre partidos o dirigentes de esos partidos, como chispa incendiaria que provoque una fogata de palabrería política vacía de contenido a fin de dar la sensación a la opinión pública expectante, de que están representando posiciones políticas y económicas diferentes y opuestas, pero de ningún modo para describir y analizar fenómenos que contribuyan verdaderamente a entender la realidad.

     La crisis no puede concebirse en modo alguno como un error de este o aquel otro elemento del sistema capitalista, sino como una consecuencia lógica que irremediable e invariablemente crea la propia dinámica de funcionamiento interno del propio sistema. Es un componente inherente a la propia dinámica de funcionamiento  del modo de producción capitalista. Mientras existan relaciones de producción capitalistas, la “crisis” subyace latente en su interior.

    Desde el punto de vista económico se manifiesta objetivamente cuando la tasa de ganancia g´ de los capitales invertidos cae por debajo de un determinado nivel, como ya ha quedado señalado anteriormente.

    La crisis del modo de producción capitalista se produce cuando (tasa de ganancia) se acerca a 1. Y esto se produce esencialmente:

a)      Por un excedente de producción que no puede ser vendida en el mercado, o que para poder ser vendida, se tienen que bajar tanto los precios, que el dinero D´ obtenido por su venta en el mercado, sería igual o incluso menor que D (el dinero invertido inicialmente).

b)     La tendencia a que vaya disminuyendo con el paso del tiempo es consustancial y va unido al desarrollo de las fuerzas productivas, que necesaria e incesantemente impulsa la competencia entre los propios capitalistas, en su disputa interminable por conquistar mercados, lo que les lleva a tener que producir cada vez más  y con costes cada vez más bajos, lo que les obliga a estar renovando la capacidad productiva con inversiones cada vez más costosas que determinan que la composición orgánica del capital o´ sea cada vez mayor, que es el elemento que mayor incidencia tiene en la disminución de la tasa de ganancia g´, como veremos más adelante.

     No estamos ante una crisis como las habidas anteriormente a lo largo de la historia del capitalismo, en que se salía de una estableciendo las bases de la siguiente y así sucesivamente.

      Estamos inmersos (y no sólo en España) en una coyuntura económica mundial que afecta a todo el modo de producción capitalista, en la que la crisis declarada y reconocida por todos en 2008, lo que hace es poner manifiestamente evidente la inviabilidad material e histórica del capitalismo, dado que su nivel de contradicciones ha alcanzado su máximo nivel, el cual objetivamente no permite que puedan ser resueltas dentro de los parámetros capitalistas: ni en los económicos, ni en los políticos ni en los ideológicos, sino sustituyendo las relaciones de producción capitalistas por otras nuevas.

   Dicho en el más amplio y profundo sentido del término. Estamos en la crisis integral del modo de producción capitalista, como modo de producción dominante, y ello es lo que establece las condiciones objetivas para abrir las puertas a una Nueva Era de la Civilización, que si la denominamos sin ningún tipo de complejo semántico ni intelectual, será la Era de la Verdadera Civilización.

    A esta coyuntura económica, política e ideológica del sistema capitalista (y no sólo en España), Podemos la ha denominado “ventana de oportunidad”.

      Si el sentido que tiene esta expresión para definir o describir una situación, se refiere exclusivamente a la posibilidad cierta que tiene Podemos (asociada o coaligada con otras Formaciones políticas o no ) de convertirse cuando menos, en determinante de la política española después de las próximas elecciones municipales, autonómicas y generales, dadas las expectativas electorales levantadas, que se deben casi exclusivamente al descontento generalizado que la gran mayoría de la sociedad siente hacia los partidos políticos tradicionales y las políticas concretas, insolidarias, injustas y demagógicas, que en concreto ha venido realizando el PSOE, y que está intensificando y agudizando el gobierno del PP, convendría que fuera urgentemente corregida para dotarla de contenido concreto para que exprese ideas concretas capaces de mover al pensamiento. Y lo mismo podría ser dicho en relación a otras palabras utilizadas en el argot político de Podemos, como “casta” por la de clases sociales minoritarias, dominantes y dirigentes; la de “los de arriba y los de abajo” por la de clases sociales y fracciones de clases sociales; la de “golfos” pro servidores y agentes defensores de los interese de las clases dominantes, etc.

    La naturaleza de las cosas no se puede cambiar ni variar mediante la suavización del término con que se definan o expresen

    La forma del lenguaje no es cuestión baladí a la que se pueda pasar por alto sin darle ninguna importancia, porque es a través del lenguaje como se expresan las ideas o, las creencias.

    Si nos referimos a situaciones nuevas, el lenguaje ha de ser nuevo. No tanto por la forma en como hayan de ser expresadas las palabras, por ejemplo, “nublao” por nublado o “sentao” por sentado, sino por el contenido: de tópicos o aproximaciones a conceptos con contenido real, concreto, y con relación de los unos con los otros.

     Si Podemos ha levantado grandes expectativas de cambio en el panorama político español, cosa que hay que reconocerle de forma absoluta, y calificarlas de absolutamente positivas y necesarias para el cambio económico, político e ideológico real que la sociedad actual necesita, se coloca por esa razón en el primer nivel de responsabilidad social, por lo que cabría exigirle responsabilidades sociales si llegara el caso sin ningún miramiento ni matiz, y es obligatoriamente necesario que explicite claramente a la sociedad entera, mediante conceptos, y no con palabras vacías de contenido (que no expresan nada), ni con aproximaciones, el papel activo que cada individuo tiene que desempeñar según su capacidad y disposición personal, pertenezca o no a Podemos, para que la transformación social sea una realidad y no quede en un artificioso jugueteo político palabrero más.

    Desplazar del poder político tanto al PP como al PSOE y partidos políticos afines, para que ocupe su lugar Podemos (con otras formaciones políticas y sociales o no) es fundamental para poder realizar la transformación social. Pero teniendo en cuenta y haciendo saber, para no crear falsas expectativas ni ocultar la complejidad del problema a la sociedad, que el poder político al fin y al cabo no es más que el fiel servidor de los intereses económicos y financieros minoritarios de las clases dominantes, y que sin el dominio del poder económico todo intento de transformación social, no pasaría de ser una fantasía ideológica más, por lo que la necesidad de disponer del poder político es imprescindible, pero con la condición de convertirlo en instrumento que ayude a dominar lo económico, con el objeto de que lo económico pase efectivamente al servicio real de toda la sociedad, empezando por los más necesitados, y dada las circunstancias de pobreza galopante en muchísimos casos, de forma inmediata para cubrir las necesidades materiales elementales, sin perjuicio de tener aceptado que el auténtico cambio social requiere un proceso muy largo en el tiempo.

    Hay que obtener el poder político porque ello es posible y está al alcance de la mano, pero con la condición acabada de mencionar.

     Lo que diferencia la crisis de 2008 con respecto de las anteriores habidas en el capitalismo no es su naturaleza, que es idéntica: disminución de la tasa de ganancia g´, sino el alto nivel de contradicciones alcanzado en todas sus estructuras: la económica, la política y la ideológica, jamás visto antes, cuyas contradicciones no pueden ser resueltas ni siquiera a nivel teórico dentro de los parámetros del sistema capitalista, y es esto lo que determina el fin del modo de producción capitalista, como modo histórico de producción dominante, y establece la posibilidad real de dar un salto cualitativo (de mucha gente) adelante, para promover de forma real y efectiva un nuevo marco económico, político e ideológico, dentro del cual el individuo encuentre las condiciones reales (que el capitalismo por considerarlo simple objeto le niega) de poder desarrollar todas sus potencialidades, las materiales y las espirituales, y dejar de ser así un objeto, una mercancía más que se compra y que se vende, que es la verdadera consideración que tiene el individuo dentro del modo de producción capitalista, para pasar a ser un sujeto con valores y cualidades personales.

    Y por estas razones históricas, y no por gusto ni invención u ocurrencia de nadie, junto a otras que veremos más adelante, es por lo que hay que sustituir las relaciones de producción capitalistas por las nuevas relaciones de producción Socialistas, capaces de desarrollar y potenciar todas las capacidades que posee  el individuo como sujeto

V

ORIGEN, DESARROLLO Y CONSECUENCIAS DE LA CRISIS CAPITALISTA

    Más abajo en esta misma entrega vamos a demostrar mediante la exposición y explicación de la fórmula descubierta por Marx, el origen de la crisis capitalista que radica en el seno del proceso de producción P capitalista, cuando la tasa de ganancia g´ cae por debajo de un determinado nivel de tal modo que no es suficiente como para que el capitalista recupere los capitales invertidos, y además una cierta cantidad de dinero que le sirva para incrementar su capital, y que esta disminución de la tasa de ganancia se debe fundamentalmente al aumento de la composición orgánica del capital ó, por hallarse en el denominador de la fracción que se utiliza para calcularla (g´ = p´/o´+ 1 [8]), lo que hace que al aumentar indefectiblemente disminuya el cociente de la fracción.

    No se trata, pues, de una opinión particular más o menos ocurrente o más o menos original con mayor o menor acierto, sino de la demostración matemática de un hecho que se da en la realidad: el modo de producción capitalista, que no es que no deba pasar inadvertido para cualquiera, Podemos o cualquier otra organización política que se plantee la transformación social, sino que debe ser imperiosa y radicalmente entendido como punto de inicio imprescindible de esa pretendida transformación social. Si es que se habla con rigor y seriedad de esa transformación social.

    Si lo que se pretende es el análisis de una realidad social concreta para localizar en esa realidad concreta el origen de la crisis como es el presente caso, mediante el ejemplo sencillo que se propondrá más adelante, es preciso aclarar antes de continuar que al plantearse el análisis de una realidad concreta[8], ya no nos estamos refiriendo al  modo de producción capitalista, sino a una formación social capitalista concreta, cuyos fundamentos lógicamente se encuentran en el seno del modo de producción capitalista.

   El concepto de modo de producción capitalista de Marx se refiere a la pureza de funcionamiento del mismo, es decir, a una abstracción, que “químicamente puro” ni existió ni existe ni puede existir en la realidad.

   Como tal concepto abstracto solo tiene validez, lo cual no es poco, para comprender y poder explicar el mecanismo interno de su funcionamiento, pero no para analizar y comprender una realidad concreta.

     Para este conocimiento es imprescindible el concepto de formación social capitalista, que por cierto, no aparece elaborado en el Capital de Marx, porque este en El Capital en absoluto se propuso analizar ni ninguna realidad concreta, sino explicar el funcionamiento del modo de producción capitalista en su conjunto, como una totalidad y las leyes internas que lo mueven, cuyas leyes no han cambiado de naturaleza en absoluto, aunque aparentemente y por efecto de la ideología dominante hayan podido sufrir alguna variación en la forma.

    Superficialmente hemos mencionado ya que los procesos productivos se dan siempre en condiciones históricas determinadas: en un lugar y en un tiempo determinado, en el que se da una estructura política y una estructura ideológica también determinadas, que sirven para mantener y justificar socialmente el modo de producción existente.

   Para hacer más comprensible la fórmula ya mencionada D – M … P … M´- D´ [1], que representa el proceso de producción capitalista, a través de la cual llegaremos a la demostración del origen de la crisis, vamos a partir de un ejemplo elemental, sencillo, pero que, ni por lo de elemental que contiene ni por su sencillez resta lógica al razonamiento, que es de lo que se trataba.

    Situaremos el ejemplo en la República Ejemplar, un Estado democrático con los poderes judicial, legislativo y ejecutivo formalmente independientes, con 10 trabajadores y sin paro, puesto que se supone también que el paro es desconocido en ese lugar , y considerando un único capitalista[9] que fabrica todo lo necesario para esa comunidad a fin facilitar la comprensión del ejemplo, supuesto que es imposible en la práctica, pero que tiene validez también para demostrar (solamente apuntada en el ejemplo) como algunos capitalistas, no todos los capitalistas, o como algunos empresarios, no todos los empresarios, a pesar de obtener una tasa de ganancia g´ negativa en el proceso de producción P,  pueden hacer que sus capitales continúen acrecentándose con independencia de la tendencia que tenga la formación de la tasa de ganancia g´, gracias a la posición socio-política privilegiada que ocupen, la que le permite disponer de determinados mecanismos extraeconómicos  particulares (que no llegan a todos los capitalistas en general) que manejan a su favor, de modo que si la tasa de ganancia g´ que ese grupo de grandes capitalistas dominantes  necesitan para rentabilizar los capitales invertidos y su acrecentamiento, es inferior al nivel deseado, la pueden compensar con las ganancias que obtienen fuera del proceso de producción P provenientes de los mecanismos extraeconómicos de los que disponen.

     De aquí ya se puede concluir que  la crisis no afecta por igual a todos los capitalistas, ni que todos ellos disponen de los mismos instrumentos para hacer frente a la misma, ni que todos ellos viven las consecuencias de la misma de igual manera, ni que todos ellos, siendo en su conjunto responsables de la crisis, tienen el mismo grado deresponsabilidad en ella, y que por tanto, existen diferentes tipos de capitalistas[10], no desde el punto de vista de capitalistas buenos y capitalistas malos, que aquí no se trata de juicios de valor, sino en función del lugar que ocupan dentro del modo de producción capitalista, y que por ello pueden o no, utilizar determinados instrumentos extraeconómicos para acrecentar sus respectivos capitales.

    Y si se acepta que la crisis no afecta a todos los capitalistas por igual, huelga decir que los más afectados negativamente por los efectos de la  misma, son los trabajadores y las clases sociales menos pudientes, incluidos los pequeños y medianos empresarios mencionados.

    Nuestro capitalista del ejemplo  a primeros de año dispone de un dinero inicial D con un valor de 120, que es el que invierte en el proceso productivo P y que dispone de la siguiente forma:

D = dinero inicial 120

M= total de la mercancía que compra para poder realizar su proceso de producción durante un año[11] (M = C + V)

Y una previsión de las ventas D´ para el año por valor de 300, o lo que es lo mismo:

 

Dinero inicial D                                               =  120

Capital fijo C  (2 Máquinas x 50)                    =  100

Capital variable V  (10 Asalariados x 2 )       =    20

Dinero final por ventas D´                             =  300

    Las previsiones y cálculos y realzados por el capitalista a primeros del año se ven confirmados al final del mismo sin ninguna variación. Y lo primero que se puede comprobar es que efectivamente ha obtenido beneficios: 180 (300 – 120 = 180), que es el primer y último objetivo que persigue el capitalista por encima de cualquier otra consideración. Lo que le permite reponer el dinero inicial D (120) invertido, e  iniciar un nuevo proceso de producción P para continuar extrayendo plusvalía PV (beneficios) y, además, un remanente con un valor de 60, que es justamente lo que ha crecido su capital, cuyo remanente podrá invertir libremente donde quiera.

     En esta situación, evidentemente, el capitalismo que representa el capitalista del ejemplo no está en crisis, puesto que ha logrado plenamente su objetivo: incrementar el capital, puesto que ha obtenido beneficios, cuyo cálculo aritmético se puede hacer mediante la explicación y desarrollo de la fórmula elemental que representa el proceso de producción capitalista que ya conocemos: D – M … P … M´ – D´  [1], de la siguiente manera:

D = PV [2]

300 – 120 = 180 (PV)

     Dividiendo la plusvalía PV que ha obtenido de 180, por el total del dinero inicial D invertido 120, se obtiene la tasa de ganancia g´ de los capitales invertidos:

PV / D = g´ [3]

180 / 120 = 1,5 (g´)

   De estas dos fórmulas hay otras tantas consecuencias inmediatas, evidentes e innegables:

Primera: la plusvalía ( PV [2] ) se genera en el proceso de producción P a través del proceso de trabajo que realizan los trabajadores a cambio de su salario.

Segunda: que mientras los capitales del capitalista han crecido 1,5 ( g´ [3] ) los salarios de los trabajadores no han variado.

     De donde se puede deducir que no estando en crisis el modo de producción capitalista los capitales del capitalista crecen, al tiempo que los salarios permanecen inamovibles.

   Dividiendo la plusvalía (PV) por el capital variable (V) –salarios- se obtiene la incidencia del mismo en la formación de la plusvalía, que es a lo que se denomina la tasa de plusvalía p´, es decir:

PV / V = p´ [4]

180 / 20 = 9

    Dividiendo el capital fijo C (100) por el capital variable V (20), se obtiene la  composición del capital orgánico o´, o sea:

C / V = o´ [5]

100 / 20 = 5

    Con estos datos aritméticos, que son: la tasa de plusvalía p´ (9); la composición orgánica del capital o´ (5) y la constante 1,  se está en condiciones de saber analíticamente los elementos o componentes que influyen y el grado de esa influencia en la formación de la tasa de ganancia g´.

   La constante 1 se calcula a partir de lo que indica la expresión [3] (PV / D = g´ ) que ya conocemos.

   Sabemos que D = C + V, luego sustituyendo D por su valor (C + V) en [3]  (PV / D = g´ ) tenemos que:

g´ = PV / C + V [6]

   Si ahora dividimos la expresión anterior [6] por V resulta la siguiente expresión del mismo valor (puesto que sabemos que al dividir una fracción por la misma cantidad no varía el valor de la misma):

g´ = (PV/ V) / (C / V + V / V) [7]

   Observando la última expresión [7] vemos que:

PV / V = p´, es decir, la tasa de plusvalía [4]

C / V = o´, es decir, la composición orgánica del capital [5]

V / V = 1, es decir, la constante 1

Por lo que la expresión [7] se puede representar así:

g´ = p´/ ó + 1 [8]

    En la que sustituyendo los signos algebraicos por sus valores numéricos del ejemplo que hemos tomado, resulta:

g´ = 1,5 = 9 / 5 + 1 [9]

    Hemos pasado así de la visión global de la tasa de plusvalía g´ que nos proporcionaba la formula [3] a la visión analítica de los elementos que intervienen y en la forma y grado en que lo hacen en la formación de la plusvalía g´, que nos proporciona la formula [8], la cual nos permitirá ver de un modo objetivo el cómo y el porqué se originan las crisis en el modo de producción capitalista desde el punto de vista económico, pero también nos permitirá explicar las políticas capitalistas (neoliberales) de los “recortes” sociales y económicos que han venido aplicando los diferentes gobiernos al servicio de los grandes capitales, y que objetivamente no podrán dejar de aplicar, al igual que nos permitirá entender todo el montaje ideológico que necesitan los grandes capitales para evitar que se entre en su cuestionamiento. Todo ello se irá explicando a medida que vayamos desarrollando en ejemplo de la República Ejemplar.

     Prosigamos con nuestro capitalista.

    Puesto que al capitalista le fue bien el año anterior, el siguiente lo inicia basándose en los mismos presupuestos y cálculos, es decir:

D =   120

C =   100

V =    20

D´ = 300

     Esta situación al principio del segundo año se refiere estrictamente al proceso productivo P, puesto que hay que recordar que el capitalista dispone además, como resultado positivo del año anterior, de un remanente de capital por valor de 60, al que necesariamente debe encontrar algún modo de hacerlo crecer, puesto que el capital no puede permaneces inmóvil en un cajón sin aportarle ninguna utilidad al capitalista, dado que ello sería sinónimo de no disponerlo.

    Pero además el capitalista sabe que no puede invertir el remanente disponible de 60 en un nuevo proceso productivo P, porque significaría un incremento de la producción que no podría vender, por lo que no le produciría beneficios, toda vez que sabe que lo máximo que puede vender en la República Ejemplar es 300, cantidad que ya está vendiendo.

    Por lo que decide, aprovechando el prestigio que tiene y las buenas relaciones que mantiene con el gobierno de la República Ejemplar, hacerle un préstamo al Estado por valor de 60, para que este realice determinadas infraestructuras, como un polideportivo y un aeropuerto para cuando lleguen aviones.

    Propuesta que es muy bien recibida por el gobierno y por tanto, aceptada. Para ello el gobierno propone al poder legislativo que modifique la vigente estructura política al tener que establecer una nueva situación legislativa que recoja por una parte, la aceptación del préstamo y por otra, la devolución del mismo al cabo del año al capitalista, más los intereses correspondientes que se han cifrado en 30 para que el capitalista obtenga la misma tasa de ganancia g´ que obtuvo el año anterior en el proceso productivo P, que como ya sabemos fue de 1,5. En total, el Estado de la República Ejemplar pagará al capitalista al cabo del año la cantidad de 90, y esto tiene que estar legalizado: la admisión del préstamos, la cuantía a devolver y la forma en como se devolverá.

     Por otra parte, el gobierno debe llevar a cabo una campaña informativa por todo el Estado para hacer saber a sus habitantes lo que de positivo tiene la construcción del Polideportivo y el Aeropuerto, lo cual no es otra cosa que modificar el estado de la opinión pública en general para movilizarla a favor de un proyecto en el que nunca antes se había pensado, con el fin de que el gobierno no tenga problemas a la hora de su realización.

    De esta manera el capitalista dispone de dos fuentes ganancias:

1)     El proceso productivo P que tiene en marcha.

2)     La financiera al convertirse en prestamista del Estado.

     Con respecto a la primera fuente de ingresos, al finalizar el segundo año, la situación prevista inicialmente al principio del mismo se cumplió según lo previsto, pero con una variación en el dinero D´. Variación “imprevista” en los propios planes del capitalista realizados con respecto al proceso de producción P, que se origina al decidir prestarle al gobierno el remanente por valor de 60 que dispone.

    Al aceptar el préstamo de 60 el gobierno más 30 de intereses (60 + 30 = 90), acepta igualmente su compromiso de pago al capitalista, por lo que el gobierno tiene que hacer recaer sobre los ciudadanos un impuesto por ese mismo valor de 90, cuyo valor los ciudadanos lo tienen que sustraer de su capacidad de consumo que sin dichos impuestos era de 300, de manera que el consumo posible es de 300 – 90 = 210,  por lo que las cifras para poder hacer los cálculos que ya conocemos al final del segundo año quedan así:

D =   120

C =   100

V =    20

D´ = 210

M´ = Productos fabricados pero no vendido = 90

    Realizando cálculos:

Plusvalía PV =  D´ – D = 210 – 120 = 90

Tasa de ganancia g´ = PV / D = 90 / 120 = – 0,75

Tasa de plusvalía p´= PV/ V = 90 /20 = 4,5

Composición orgánica del capital o´= C / V = 100 / 20 = 5

V / V = 20 / 20 = 1

    Aplicando los datos numéricos a [8] (g´ = p´/ ó + 1), la tasa de ganancia g´ que resulta para el capitalista en el segundo año es: 

g´ = 4,5 / 5 + 1 = -0,75 [10]

   La primera observación que salta a la vista es que efectivamente el capitalista en el proceso productivo P ha obtenido pérdidas. Está en crisis, no hay duda, porque lejos de acrecentar sus capitales los ha disminuido en 0,25.

      La “crisis” se ha producido y siempre se produce invariablemente en la entrañas del modo de producción capitalista, cuando la tasa de ganancia g´ se acerca a 1 (empieza el capitalista a dejar de ganar dinero). Si fuera 1 no ganaría ni perdería su capital, se limitaría a intercambiarlo sin ningún beneficio, a recoger después de la inversión lo mismo que invirtió, y si es menor que 1, o sea, negativo, como en el ejemplo, pierde dinero, disminuye su capital.

    En el ejemplo (pero que es aplicable y funciona exactamente igual en cualquier sitio donde existan relaciones de producción capitalistas dominantes, si bien es verdad que con una mecánica de funcionamiento absolutamente mucho más compleja,  pero absolutamente con la misma naturaleza) en realidad se ha producido la crisis por un exceso de producción de mercancía M´, razón por la cual no ha podido ser vendida, y ello está motivado fundamentalmente, porque un capital fijo C por valor de 100 que puede producir 300 en la práctica y de forma efectiva, sólo ha producido 210, puesto que 90 de lo producido se ha quedado sin vender, lo que significa que el capitalista ha tenido infrautilizado parte de ese capital fijo por valor de 100, lo que es sinónimo de decir que ha tenido en su proceso de producción P un exceso de “maquinaria” (inversión anti económica)

    El planteamiento general y aplicable siempre es que la composición orgánica del capital o´ figura en el denominador de la expresión [8] (g´ = p´/ ó + 1), y por tanto, al aumentar el mismo hace disminuir el cociente, es decir, la tasa de ganancia g´, que es la tendencia general a la que irremediablemente se ve sometido el modo de producción capitalista al tener que realizar cada vez más y mayores inversiones en instalaciones o tecnología con el fin de abaratar los costos de producción que se imponen unos capitalistas a otros,  para ser más competitivos el uno con respecto de otro, y así poder vender más que los demás.

      Pero continuemos ahora con el ejemplo de nuestro capitalista del que ya hemos visto que está en “crisis”, porque como acaba de ser demostrado ha obtenido pérdidas en el proceso productivo P.

     Veamos que le sucede a nuestro capitalista en su vertiente de financiero del Estado de la República Ejemplar, que es bien sencillo, prestó 60 y cobró 90 a finales del año, por tanto su estado de cuentas queda así:

Dinero ganado en el proceso productivo P         =    90

Dinero prestado y recuperado                             =    60

Intereses dinero prestado y recuperado               =    30

Mercancía M´ fabricada y no vendida                  =   90

                                                                  TOTAL = 270

Dinero inicial D´ invertido                          – 120

PATRIMONIO TOTAL DEL CAPITALISTA   = 150

 

    Se desprende de lo expuesto:

1)     Que el capitalista a pesar de haber perdido dinero en el proceso productivo P, debido a la crisis que él creó, al convertirse en financiero del Estado para continuar acrecentando su capital, si se le suma lo que ganó precisamente por convertirse en financiero, la resultante es que logra acrecentar  su capital en 150, después de descontado todo lo que invirtió.

2)     Que los trabajadores tienen en contraposición al incremento del capital del capitalista lo mismo que el año anterior, 20. Y estos junto a la inmensa mayoría de la población, vieron disminuida su capacidad de consumo, o sea, reducida su capacidad de disfrute de los bienes producidos que también fueron los mismos, por valor de 90, precisamente lo que costó la devolución del préstamo más intereses al capitalista.

3)     Que en la República Ejemplar pagan los impuestos la inmensa mayoría de la población que es la que resulta directa y objetivamente perjudicada por los efectos de la crisis que crea el capitalista.

SOBRE LA CRISIS Y LOS DIFERENTES CAPITALISTAS

VI

 

     La realidad supera a la ficción.

    En la formación social capitalista de Aragón la estructura económica productiva  descansa en las empresas y trabajadores que aparecen en el cuadro siguiente[12]:

(Cuadro nº. 1)

EMPRESAS Y TRABAJADORES QUE OCUPAN

Tipo de Empresa/num. Trabajadores      nº. Empresas    nº. Trabajadores

De 1 trabajador                                             13.885                13.885

De 2 a 5                                                         12.665                37.383

De 6 a 50                                                         7.128                97.842

De 51 a 100                                                        300                21.252

De 101 a 500                                                      255                51.528

De 501 a 1.000                                                     26                18.724

                 Más de 1.000                                                       14                32.824

               TOTAL                                                          34.276              273.438

 

     Si reparamos en las empresas que tienen entre 1 y 50 trabajadores que aparecen en el cuadro nº 1, vemos que son 33.678 (13.885 + 12.665 + 7.128 = 33.678) que ocupan a 149.110 asalariados (13.885 + 37.383 + 97.842 = 149.110).

    Estos empresarios (capitalistas, puesto que sus relaciones de producción son relaciones de producción capitalistas con el único objeto de hacer crecer sus capitales), representan el 98,25 % sobre el total de los empresarios en Aragón, en tanto que los asalariados que ocupan representan el 54,53% de todos los trabajadores de Aragón.

    Si suponemos una crisis en Aragón idéntica a la expuesta en el ejemplo de la República Ejemplar, esto es, con una tasa de ganancia g´ negativa de -0,75, que  era la que resultaba de la situación inicial de la que partía el capitalista, que como se recordará era la siguiente:

D   =  120

C   =  100

V   =   20

 D´ =   210

     Se recordará también, que el capitalista del ejemplo de la República Ejemplar a pesar de estar en crisis no tuvo necesidad de cerrar su empresa, porque lo que no consiguió ganar en ella mediante el proceso de producción P, lo pudo hacer gracias a la posición socio-política que ocupaba, la que le proporcionó el instrumento extraeconómico singular de poderle prestar dinero al Estado, con lo que a pesar de estar en crisis terminó acrecentando su capital, que es el primer y último objetivo de cualquier capitalista, aunque para ello se tuvo que modificar la estructura ideológica y la estructura política del Estado, al tener que convencer el gobierno (estructura ideológica) a la mayor parte de la sociedad de las bondades de los proyectos que quería realizar, y tener que elaborar una nueva ley (estructura política) que le permitiera tomar dinero prestado del capitalista, y otra para garantizar al mismo la devolución del dinero tomado a préstamo, más sus correspondientes intereses.

     No es aleatorio el hecho de haber elegido el grupo de las 33.678 empresas de Aragón que incluyen a las comprendidas entre 1  y 50 asalariados, sino para dejar con ello fuera de discusión la posibilidad de que ninguna de estas empresas tiene capacidad efectiva, ni por separado ni en conjunto, para poder modificar a su favor las estructuras ideológicas y políticas de Aragón, menos aun las del Estado español y todavía menos las de la Unión Europea o las del mundo entero, lo que representa una diferencia sustancial entre el grupo de empresas elegidas y el capitalista de la República Ejemplar, que sí disponía de ese mecanismo extraeconómico de poder variar las estructuras ideológica y política para utilizarlas a su favor, que fue precisamente lo que le salvo del cierre a su empresa.

    Este grupo de capitalistas aragoneses (siempre y cuando no sean apéndices o formen parte de los grandes grupos de capitales), los pequeños y medianos empresarios, que únicamente tienen en común con el capitalista de la República Ejemplar que disponen, al igual él, de un proceso de producción P para acrecentar sus capitales, pero en cambio, a diferencia del mismo no tienen a sus disposición ningún instrumento extraeconómico a través del cual puedan obtener la parte de beneficios que pudiera sustituir a las pérdidas que en caso de crisis se producirían en sus respectivos procesos de producción P, que  los que se relacionan directamente  con el proceso de producción P concreto que cada uno de ellos realice con el objeto de procurar elevar por encima de 1 la tasa de ganancia g´ particular, de manera que su campo de acción para “luchar” contra la crisis queda necesariamente circunscrito a poder actuar sobre:

D

C

V

    Veamos a continuación el hipotético comportamiento que podría tener el grupo de capitalistas elegido de Aragón, ante una situación de crisis idéntica a la del capitalista de la República Ejemplar, que obtuvo una tasa de ganancia g´ negativa de -0,75, como resultado de la situación inicial de la que partió, que fue:

D   =  120

C   =  100

V   =   20

 D´ =  210 

     La situación inicial de la que parten los capitalistas de Aragón es la acabada de citar, la que tuvo el capitalista de la República Ejemplar, y como se ha señalado no podrán actuar de hecho y de forma efectiva para salir de la crisis más que sobre el proceso de producción P particular de cada uno de ellos, y más concretamente, sobre el capital variable V, es decir, los salarios.

     Teóricamente podrían hacerlo también sobre el dinero D´, o sea, incrementando la entrada de dinero D´ procedente del incremento de las ventas de sus mercancías en el mercado. Pero esta teoría pertenece más al campo de la ficción que de la realidad, toda vez que la esencia de la crisis reside precisamente en que se producen más mercancías de las que pueden ser vendidas, como consecuencia del incremento constante de la productividad a la que se ven sometidos todos los capitalistas entre sí por la ley de la competencia (todos contra todos) para producir más al coste más bajo posible para vender lo más posible. Si se pudiera vender toda cuanta mercancía se produce originando beneficios, la crisis capitalista jamás aparecería, pero ello es imposible, por cuanto que el mercado por amplio que se pueda considerar, siempre tiene limites.

     Supongamos que mediante milagro de la Virgen del Pilar  se llega a un piadoso y amoroso acuerdo entre los 33.678 capitalistas considerados y sus 149.110 asalariados, de modo que los salarios queden reducidos a la mitad (de 20 a 19) y aceptados de buen grado por todos para salir de la crisis, y así el capital variable V (salarios) que tenía el capitalista de la República Ejemplar, que era de 20, en virtud de dicho milagro, para los capitalistas de Aragón queda reducido a 10. Con lo que la situación inicial para estos para salir de la crisis sería:

D   =  120

C   =  100

V   =   10

 D´  =  210

 Si aplicamos las fórmulas que ya hemos visto con anterioridad a esta nueva situación inicial, vemos que:

 

PV = D´ – D = 210 – 110 = 100

g´ = PV/ D = 100/ 120 =  -0,83

     Con lo que se demostraría que el grupo de capitalistas que venimos considerando hasta aquí (el pequeño y mediano empresario aragonés), no podría ni siquiera recuperar el dinero inicial D invertido, a pesar de haber reducido los salarios a la mitad (de 20 a 10) para salir de la crisis, puesto que la tasa de ganancia g´ que obtendría  sería menor de 1, concretamente, de -0, 83, es decir, que perdería dinero, por lo que no se podría salir de la crisis.

     Si ahora del mismo cuadro nº 1 tomamos a un capitalista de los que ocupan a más de 1.000 asalariados, nos encontraremos con uno de ellos, por ejemplo, GM-OPEL, en Figueruelas, Zaragoza, tan empresario jurídicamente como la fontanería de dos asalariados que nos podamos encontrar en cualquier rincón de Aragón, pero que a diferencia de este y del grupo de capitalistas que venimos considerando de 50 o menos asalariados, no disponen de instrumentos extraeconómicos reales para poder luchar contra la crisis y salir de ella, salvo las actuaciones concretas que cada uno de ellos puedan hacer particularmente dentro  de su propio proceso de producción P, como ya se ha indicado, y que también como acaba de ser demostrado, son ineficaces porque no se dirigen al origen de la misma (relaciones de producción capitalistas), mientras que GM-OPEL se parece más, de hecho, al capitalista de la República Ejemplar, al disponer igual que él, como veremos a continuación, de instrumentos extraeconómicos que le permiten mantener su tasa de ganancia g´ por encima de 1, o sea, con ganancias, aunque cuando en su proceso productivo P directo y particular, sea negativa, que es la constante en la inmensa mayoría de los capitalistas cuando el sistema está en crisis.

      Si el capitalista de la República Ejemplar pudo acrecentar su capital, a pesar de la crisis y cuando el resto de la sociedad se empobrecía, gracias a su capacidad de poderle prestar dinero al Estado, el capitalista GM-OPEL por pertenecer a una formación social capitalista mucho más desarrollada, no es que le pueda prestar dinero al Estado, que no se lo presta, sino que al contrario, como si de un auténtico señor feudal se tratara con derecho a pernada sobre Aragón, le puede exigir al Estado (con el beneplácito social y aceptación política generalizada) que le “done” gratuitamente y sin contrapartida efectiva alguna, la cantidad de dinero necesaria para poder seguir acrecentando sus capitales. Y de esta manera, como si en la Edad Media estuviéramos, sin ningún sonrojo y sin que haya ofendido la dignidad personal de nadie, “el presidente de GM, Carl Forster, ante las penurias financieras (que datan de mucho antes de la crisis de 2008) del grupo norteamericano defendió independizar Opel para garantizar su supervivencia. Pero reclamó la ayuda pública (es decir detraer fondos del Estado con los que este está financiando políticas sociales o de otro tipo, como por ejemplo, la investigación, para entregárselos a GM-OPEL) de 3.300 millones a los gobiernos interesados (España, Alemania, Gran Bretaña, Bélgica y Polonia), que apuntalarían la compra de Opel por parte de inversores privados[13]

    Respondiendo al deseo feudal del presidente de GM-OPEL, el gobierno de Aragón acordó en 2008 destinar (o sea, dejar de financiar todas o en parte algunas políticas sociales públicas o de investigación, por ejemplo)  5.891.000 euros a la GM en tres años.[14]

    Con lo expuesto hasta este punto se ve meridianamente claro, porque salta a la vista a poco que se mire,  excepto para el que ideológicamente no lo quiera ver, que más allá de la igualdad teórica jurídica, la realidad muestra que existen dos tipos de capitalistas bien diferenciados, y no necesariamente con absoluta identidad de intereses.

    Por un lado están los que por su posición socio-económica pueden chantajear, coaccionar y determinar a favor de sus intereses las políticas de los gobiernos contra y a pesar de los intereses generales de toda la sociedad hasta empobrecerlas si llega el caso, y por otro los que no pueden hacerlo, entre quienes se encuentran los pequeños y medianos capitalistas considerados de Aragón.

     El caso de GM-Opel que afecta directamente y en concreto en Aragón no es único, ni se produce exclusivamente en Aragón porque existan o se den determinadas condiciones específicas, sino que es ley general del modo de producción capitalista.

    Cualquier pequeño o mediano empresario cuando se declara una crisis (tasa de ganancia g´ 1 o menor de 1), está más cerca de pasar a engrosar las filas de los asalariados que la de los grandes capitalistas, por ello se tiene que plantear como una tarea política importante y de las primeras a nivel ideológico (forma personal de percibir la realidad)  para ir construyendo la nueva ideología, el desmontar y denunciar el concepto abstracto de empresario en general, por lo que tiene de engañoso y por su inutilidad para comprender y explicar la realidad social que se pretende transformar, y establecer que una cosa es el gran capitalista y otra bien distinta los pequeños y medianos empresarios, que son aquellos que sometidos y dependientes económica, política e ideológicamente a los primeros, igual que los asalariados, pero en distinta forma y grado, se juegan su patrimonio personal, y en más de una ocasión, los de su familia o amigos por avalarles ante la banca, sin ningún poder efectivo par poder reaccionar contra la crisis

     Con la crisis ganan los grandes grupos de capitales. Las grandes empresas, asegurándose la tasa de ganancia g´ mediante la coacción y chantaje a través de todos los medios extraeconómicos de los que disponen. Pero no ganan todos los capitalistas en general. Y la crisis la sufren y la pagan en primer los asalariados, y a continuación los pequeños y medianos capitalistas, los pequeños y medianos empresarios, de los que los grandes grupos de capital, y por ese orden, extraen sus ganancias.

     Por tanto no son lo mismo (al margen de la consideración jurídica teórica) el gran capital que los pequeños y medianos capitalistas, por consiguiente, objetivamente no pueden tener los mismo intereses, y esta diferenciación entre unos y otros no es una simple cuestión superficial de diferencia de matiz, sino algo fundamental que organizaciones políticas como Podemos o cualquier otra que se proponga transformar la sociedad económica, política e ideológicamente de la sociedad de forma democrática, han de tener en cuenta a la hora de formar mayorías en aras de esa transformación social.

    La ideología dominante (la estructura ideológica) capitalista ha presentado y hecho creer a la sociedad que el modo de producción capitalista es algo natural, y que el día que desaparezca desaparecerá junto a al mismo todo vestigio de civilización y orden apareciendo en su lugar el caos de la nada.

    Hoy sabemos que tal concepto del modo de producción capitalista es absoluta y radicalmente falso, porque objetivamente es el producto de la historia realizada por el trabajo del individuo. El presente es una síntesis de toda la historia, de todo lo que hizo el individuo en el pasado y de todo lo que hace en el presente.

     Hoy sabemos por lo que conocemos del pasado que los poderes establecidos y dados por naturales y “queridos” por Dios del modo de producción capitalista, ni son naturales ni tienen que ver con deidad alguna y por consiguiente tampoco son inalterables, sino variables y modificables según transcurre el desarrollo de la historia, por lo que es lógico pensar que se les pueden hacer frente para sustituirlos por estrictas razones históricas  y en la medida  que impiden la satisfacción de las necesidades sociales, mediante la razón y la organización política correspondiente.

     En su momento la esclavitud según la ideología dominante también fue algo “natural”, porque así lo habían establecido los dioses para la humanidad, pero ocurrió que ese orden “natural” de la esclavitud querido por los dioses, fue desbancado y arrinconado en el cajón de la historia por otro orden que ideológicamente también se presentaba como “natural” y divino: el feudalismo. Pero ocurrió que a este orden, tan “natural” como los anteriores, el feudalismo, tan querido por Dios, al igual que los anteriores como el anterior (Aquí ya desaparecen incluso hasta las decenas o centenas de dioses existentes hasta entonces para ser reemplazados también por un Dios más potente, único) también fue desbancado y arrojado al cajón de la historia, como los anteriores, por otro orden tan “natural” y querido por Dios para sus criaturas: el capitalismo, que lógicamente desde la visión ideológica capitalista también es el orden “natural” que Dios quiere. Y este orden “natural”, el capitalismo, también será arrojado al cajón de la historia exactamente igual que fueron arrojados todos los demás, por otro orden económico, político e ideológico nuevo: el Socialismo. Y no por deseo expreso ni ocurrencia genial de nadie, sino porque el Socialismo, de la misma forma que todos los anteriores modos de producción habidos, responde al desarrollo histórico de la humanidad que no puede ser detenido.

     No se puede tener por “natural” lo que simplemente obedece a la óptica capitalista (ideología) en función de sus propios intereses (mantener por encima de un determinado nivel la tasa de ganancia g´) que los grandes de capitales financieros que dominan las compañías eléctricas pueden hacer y de hecho acaban de hacer, obligar al gobierno de España (que no es el gobierno nacional y mucho menos independiente, sino supeditado cada vez más a los intereses de los grandes grupos de capitales, algunos denominados nacionales, y otros extranjeros incluso de nombre) a una subida de las tarifas eléctricas  que han determinado un diferencial de precios de hasta un 60% para algunas empresas asentadas en el Estado español con respecto de Alemania, lo que ha supuesto el cierre de más de 20 de ellas[15]. La guerra declarada y abierta no es solamente entre el capital y el trabajo, siendo esta la fundamental, sino también entre los grandes capitalistas y entre estos y los pequeños y medianos capitalistas (pequeños y medianos empresarios).

     No tiene nada de “natural” (salvo la justificación ideológica de los intereses de los grandes capitales), sino que responde a la estrategia de los grandes grupos de capitalistas dominantes en previsión de la bajada cierta de la tasa de ganancia g´, y para asegurárselas en el presente y en el futro, que mediante los gobiernos a su servicio las empresas más rentables del Estado pasen de este a sus manos sin desembolsar dinero propio, tal y como ocurre en una compra-venta normal (lo que no deja de ser un robo directo al patrimonio de todos los ciudadanos, aunque legalmente) mediante la figura jurídica de la “privatización” hecha por y a medida de los intereses de los grandes capitales y en perjuicio de la inmensa mayoría de la sociedad, como ya han hecho los distintos gobiernos españoles mucho antes de que se declarara la crisis de 2008:

PRIVATIZACIONES

     Las privatizaciones realizadas por los diferentes gobiernos de España han sido de dos tipos. Uno, venta directa de aquellas empresas que no eran consideradas de interés para el Estado (desde un punto de vista elemental de sentido común, cabría preguntarse si que el Estado disponga de ingresos de sus propias empresas para poder financiar proyectos autónomos concretos al margen e independientemente de los poderes financieros, tiene o no interés para la sociedad en general).

      Entre 1985 y 1996 a través del INI y TENEO vendieron 68 empresas[16] de sectores tales como automoción, transporte marítimo, Turismo, electrónica, bienes de equipo, y otros.

     Lo ingresos producidos por la venta de estas empresas, que antieconómicas no podían ser, puesto que de haberlo sido ningún capitalista las habría querido comprar, se dedicó a la financiación de algunas empresas deficitarias que quedaron en manos del Estado, pero también a financiar el desarrollo de algunas de las propias empresas privatizadas.

     El otro tipo de privatización respondía al rimbombante nombre de desinversión (recuperar lo que se tiene invertido. Quedaría por saber para qué se quiere recuperar el dinero invertido y qué se quiere hacer con él. A don José María Aznar se le llenaba la boca diciendo que era para hacer caja. Hacer caja sí, por supuesto, ya sería el colmo vender algo y encima no hacer caja. Pero para qué) sacando las empresas rentables en Bolsa, a través de Oferta Pública de Venta de acciones (OPVs).

     A través de este último procedimiento se privatizaron empresas vitales para los intereses del Estado español como ENDESA, REPSOL, ARGENTARIA, TELEFÓNICA Y ENCE, que le produjeron unos ingresos al Estado de 10.200 millones de euros. Tendríamos que preguntarnos cuantos ingresos habría producido al Estado español estás mismas empresas de no haber sido privatizadas y en qué medida estos ingresos habrían disminuido la deuda pública española, en estos momentos (Septiembre 2014) materialmente imposible de pagar, porque se debe todo lo que se produce en un año (PIB), o cuando menos, en que se aplicaron aquellos 10.200 millones de euros, la rentabilidad obtenida derivada de su aplicación, y la mejora social que como consecuencia de ello se produjo.

     No tiene absolutamente nada de “natural” y absolutamente todo de un esquilmo a la inmensa mayoría de la sociedad y una ofensa personal a la misma que habría resultado inadmisible desde todos los puntos de vista, y por tanto irrealizable, de haberse tenido socialmente conciencia de ello (conocimiento claro y profundo), que los denominados rescates a bancos y grandes empresas, cuyos “rescates”, desprovistos de eufemismos, consisten en reponer en esos bancos y grandes empresas el mismo dinero que sus principales dirigentes se han llevado a su peculio personal mediante exorbitantes sueldos, injustos planes de jubilación, abusivas primas, enormes gastos de representación, etc., sea repuesto a la fuerza con dinero público detraído de bajadas de salarios, bajadas de pensiones, incrementos de impuestos indirectos que afectan a la inmensa mayoría de la sociedad y en nada o en muy poco, precisamente a quienes se han llevado el dinero que se repone, cuando no mediante el robo legal directo a pequeños ahorradores como en el caso de las preferentes, haciendo de intermediarios directos para dicho robo la propia banca.

    Un ejemplo indiscutible de las realidades acabadas de aseverar, lo puede constituir las declaraciones recientísimas de Joaquín Almunia, el dirigente no socialista del PSOE  que ni siquiera ganaba las elecciones dentro de su propio partido con todo el apoyo político del aparato de poder del mismo, Vicepresidente de la Comisión europea y comisario de la competencia, confirman y ratifican todo lo dicho anteriormente a título de ejemplo y no exhaustivo: “… desde 2.008, los Estados miembros han inyectado 608.000 millones de dinero público en los bancos para evitar la quiebra del sistema. De ellos, en torno a un 10% corresponde a los contribuyentes españoles”, de 110 bancos de la UE que supone un 25% de todos los activos han recibido ayudas públicas”. “Pero además de los 608.000 millones inyectados directamente en el capital de los bancos – algunos estudios apuntan que una cuarta parte jamás se recuperarán-, los Veintiocho concedieron avales por valor de 835.000, pico alcanzado en 2009” [17]

    Estos auténticos atropellos y avasallamientos a la inmensa mayoría de la sociedad no lo llevan a cabo los grandes grupos de capitales, sino los parlamentos, los gobiernos y otras instituciones y organismos que actúan en su nombre como instrumentos políticos a su servicio a cambio de unos platos de lentejas, creando leyes o modificando las existentes, para legitimar la parte de los salarios indirectos que ha de quitársele a los trabajadores a través de los diferentes mecanismos: pensiones, sanidad, enseñanza, becas, ayudas sociales, etc., y ser para ser puestos en manos de los grandes grupos de capitalistas a través de mecanismo complejos para que quede asegurada la tasa de ganancia g´ que consideran necesaria.

     La ley no crea ningún hecho. La ley regula hechos ya existentes, situaciones dadas, por lo que esperar que la ley cree las condiciones para salir de la crisis es tanto como esperar el canto del lucano.

    Los presuntos cambios que promueven las leyes es cambiar algún aspecto de lo ya existente para que su fundamento no cambie nada. Se legisla “contra” la crisis, pero en realidad lo que se hace es regular algunos de sus efectos de modo que estos no sobrepasen un determinado límite que pueda poner en peligro el sistema, pero no se legisla para erradicar el origen de la crisis que tiene su origen en el modo de producción basado en relaciones de explotación, y no se hace, porque no se puede hacer hasta que en la práctica no aparezca el hecho de querer erradicar las relaciones de producción capitalistas.

    En España ha habido importantes cambios legislativos que sin embargo, como no afectaban a las relaciones de producción, ni se proponían hacerlo, no se traducían en efectivas mejoras de las condiciones de vida a niveles generales de la sociedad, sino para redistribuir privilegios y ajustar situaciones de poder de los diferentes grupos de capitales que entraban en pugna por adquirir pociones de ventaja con respecto de los demás.

     Uno de estos cambios se produjo en 1945 (plebiscitada en 1947) con la promulgación de la Ley sobre la sucesión  a la Suprema Magistratura del Estado, mediante la cual el General Franco podía elegir a su sucesor como Regente.

    Tal Ley, contrariamente al pensamiento del pretendiente don Juan, es apoyada por el aparato oficial, el clero e incluso la mayoría de los monárquicos que abandonan a don Juan. El Consejo Privado del Conde de Barcelona, el pretendiente don Juan, hubo de ser disuelto y estuvo constituido por  “91 miembros…, se conectan 81 de ellos, evidentemente, con lo más pimpante del latifundismo español, y a su vez, se ligan a los grupos de los siete grandes (Bancos Español de Crédito, Hispano Americano, Bilbao, Vizcaya, Central, Urquijo y Popular Español) nada menos que 39  de los mismos. Con puestos, no ya en los grupos, sino en los propios Consejos de estos 7 Bancos, existen 13 Consejeros. Pasando a porcentajes, el grupo gran capitalista-latifundista supone el 67 % de los miembros del citado Consejo Privado; el de los 7 grandes Bancos se vincula con el 43 %  de los miembros de tal Consejo, y finalmente, tienen puestos en los Consejos de Administración de los 7 grandes, el 14 % -porcentaje ciertamente muy alto- de los miembros del mencionado Consejo Privado, que sube al 32 % si se suman los latifundistas y la representación del Banco Exterior de España.

    Hay que poner punto final a estas consideraciones. El pueblo que, aparentemente “callado, sufre y llora”,  parece en este momento lejano. Sin embargo, a poco que se detenga uno a pensar, a escuchar, ahí está, incluso vociferando. Ahí están también las instituciones que en su favor hay que transformar….”[18]

     Otro momento histórico (pero sin el idealismo ni la altura de miras que se le atribuye) y las pruebas a la vista están, es el denominado periodo de la transición política que va desde la muerte de Franco en 1975 hasta la aprobación de la actual Constitución española mediante  referéndum en 1978, en el cual los diferentes grupos capitalistas, los más dinámicos (que no tiene que ver nada con la bondad) frente a los más reaccionarios intentan reubicarse en la posición más ventajosa posible de la situación que se avecinaba, cuyo análisis de esa coyuntura política la hace cabalmente Felipe González Márquez al afirmar: “Por primera vez aparece de forma manifiesta la gran contradicción entre una derecha que quiere cambiar el marco político para seguir defendiendo sus intereses y la ultraderecha, que sabe que incluso ese cambio de marco, aunque la derecha controle el poder, supone la pérdida de sus privilegios, mantenidos por un capitalismo de rapiña, de especulación, de corrupción. A eso se añade la explosión de las ansias de libertad popular y ya tenemos montado el “rompecabezas”.[19] En estas condiciones socio-políticas, parece llegado el momento de que  “las fuerzas progresistas de la sociedad tendrían que llegar a un compromiso de futuro para la transformación de la sociedad capitalista y el avance hacia el socialismo. Cuando hablamos de que hay que superar el 51% queremos decir que para avanzar hacia el socialismo hay que contar con un consenso popular suficientemente amplio como para que la derecha esté disuadida de cualquier golpe (…) Porque partimos de la base que la lucha de clases se plantea en términos prácticamente iguales en Carmona que en el Bajo Llobregat (…) cambiando todo lo cambiable, que entre socialistas es todo, salvo la necesidad de transformar la sociedad capitalista en sociedad socialista”.[20]

    Ni que decir hay que esta cita es del Felipe González, eso sí, al Felipe González marxista, porque hasta hace poco, excepto que se fuera idiota por los cuatro costados, no se podía uno declarar socialista renunciando al mismo tiempo al marxismo, a la ciencia y a la filosofía descubiertas por Marx, esto es, al materialismo histórico y al materialismo dialéctico, del que más de cuatro imbéciles sin  haber comprendido una sola letra ni de la ciencia ni de la filosofía marxista  dan al marxismo por muerto.

     Hay que tomar el poder político? Por supuesto. Pero la transformación social no es cuestión de leyes ni de intencionalidad política, sino de controlar el proceso productivo para ponerlo al servicio de las necesidades materiales y espirituales de toda la sociedad, y esto a su vez, sin el conocimiento previo de la realidad que se quiere transformar y sin la formación continúa de quienes han realizar esa transformación, sencillamente es imposible.

(Continuará)


[1] De cuyo acto se hicieron eco algunos medios de comunicación como la Televisión autonómica y Crónica de Aragón.

[2] Revista SOLIDARIA con los EMPOBRECIDOS de la TIERRA. Febrero-Marzo 2012/Nº 92

[3] Los más simples o simples del todo dan en calificar a la URSS como un Estado comunista. Y del comunismo lo más que sabemos, y por intuición, porque todavía no se ha podido demostrar en ninguna parte, que se sepa, implica necesaria y obligatoriamente la extinción del Estado como aparato político represor de unas clases sociales sobre otras, tal y como hoy lo conocemos, circunstancia que en absoluto se dieron nunca en la URSS, sino la contraria: un aparato represor como nunca conocido en la historia, de la clase dirigente del Partido Comunista ruso, erigido como organización omnipotente y suprema, indiscutida e indiscutible, encargada de establecer todas las directrices  económicas, políticas e ideológicas (lo cual se parece más a un dogma de fe católico que a otra cosa) de obligado cumplimiento sin excepción, y la extinción de las clases sociales, que tampoco se dio absolutamente nunca en la URSS, sino que al contrario, es donde mejor y más definidas estaban.

    Por consiguiente, si los dos elementos básicos que según podemos conocer hoy para la existencia del comunismo, tal y como hoy puede ser imaginado, no se dieron nunca en la extinguida URSS, ¿en base a qué se podría calificar de comunista?

    Estaríamos mucho más cerca de la verdad si lo definiéramos como de un estado capitalista monopolista y burocratizado de estado, el cual como es lógico, tiene que sucumbir ante un capitalismo monopolista de estado mucho más dinámico (pero mucho mas cruel y despiadado desde el punto de vista moral) representado por el imperante en EE.UU.

     Los crímenes materiales cometidos por el estalinismo no es cuestión baladí que haya de ser olvidada ni mucho menos justificados, puesto que los crímenes, crímenes son, pero utilizar los crímenes cometidos por el estalinismo, para comparar a Stalin, con Lenin, Engels o Mao y, de paso acusar al marxismo y a los marxistas de criminales, media un abismo, que es lo que vienen haciendo los más ignorantes a este respecto y los de más mala fe, que lejos de intentar aclarar nada no hacen sino emborronar la historia premeditadamente.

    Moralmente los crímenes del estalinismo no pueden ser sino rechazados y condenados sin ningún matiz que le reste importancia. Otra cosa es ya su análisis histórico.

     Hay dos libros de Marx que resultan imprescindibles para la correcta y completa interpretación de la ciencia marxista, el materialismo histórico, y la filosofía marxista, el materialismo dialéctico. Pues bien, el primero, Manuscritos de economía y filosofía, publicado en la URSS después de la muerte de Stalin, y el segundo, El Método en la economía política, publicado mucho después. Hecho este que constituye una razón de peso (puesto que ni siquiera a nivel teórico fue comprendido el marxismo en toda su profundidad) para explicar el simplismo, mecanicismo y economicismo con que el estalinismo interpretó y aplicó el marxismo, pues la lucha de clases, la economía y la organización de masas, pilares únicos donde el estalinismo encerraba al marxismo, siendo elementos básicos y elementales del mismo, no eran más que el cuerpo del marxismo, pero sin su espíritu. Sin la filosofía marxista, que a diferencia de la burguesa, con la que la confundía el estalinismo y por esta razón la proscribió prohibiéndola, lejos de quedarse en la explicación de lo existente, en la interpretación del mundo, alumbra el camino de lo que vendrá, la plena transformación del individuo para dejar de ser objeto, que es la consideración que tiene en el mundo actual y transformarse en sujeto, esto es, el desarrollo consciente y pleno de todas sus facultades y potencialidades contenidas como ser humano.

    Dicho lo cual, y a pesar de ello, sería absolutamente absurdo no reconocerle a la URSS el progreso en el desarrollo de las fuerzas productivas que se tradujo en un avance técnico, material y parcialmente social, jamás visto antes en la historia de la humanidad, teniendo en cuenta la situación prácticamente medieval de la Rusia de 1.917 en la que se inicia la Revolución y de los más de quince millones de muertos y enormes destrucciones materiales causadas durante la II Guerra Mundial. En este periodo de tiempo, medio siglo prácticamente, no sólo alcanzo el mismo nivel de desarrollo técnico que los EE.UU, sino que en algunos aspectos científicos y técnicos se puso por delante de ellos.

    Igualmente de absurdo sería no reconocerle a la URSS, a pesar de haber realizado la misma política exterior imperialista que los EE.UU, y sin paliativo alguno, con mayor gravedad e injusticia, por cuanto que la URSS decía actuar en nombre del pueblo, que gracias a la Revolución de Octubre de 1917, las clases trabajadoras en general de casi todo el mundo empezaron a experimentar mejorías materiales y en sus derechos sociales, y que estas mejorías materiales y derechos sociales de las clases trabajadoras, empezaron a empeorar con la desaparición de la URSS, que dejó de constituir el contra poder y freno a la expansión y dominio del capitalismo.

 [4] El sentido que aquí se le da al concepto mercancía M, no es el mismo que pueda tener en el lenguaje económico normal ni el que se utiliza en la contabilidad normalizada. Aquí se entiende por mercancía M a la suma de la materia prima que  el capitalista utiliza en el proceso productivo,  instalaciones donde las lleve a cabo, sean alquiladas o de su propiedad, y demás servicios necesarios para poder realizar el proceso productivo, a lo que llamaremos capital fijo (C), y a lo que se gasta en salarios que llamaremos capital variable (V). Es decir, que M es la suma de C + V. Esta separación entre C y V no es caprichosa. Nos servirá para explicar por qué la tasa de ganancia g´ tiende a bajar cuando desarrollemos más adelante la formula D – M … P … M´ – D´.

 [5]  La OCDE nació en 1961 con el objeto de promover políticas para mejorar el bienestar económico y social de las personas alrededor del mundo. Actualmente la forman cerca de 40 países: Australia, Bélgica, Chile, Dinamarca, Alemania, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Irlanda, Islandia, Israel, Italia, Japón, Canadá, Corea del Sur, Luxemburgo, México, Nueva Zelanda, Países Bajos, Noruega, Austria, Polonia, Portugal, Suecia, Suiza, República Eslovaca, Eslovenia, España, República Checa, Turquía, Hungría, Reino Unido, Estados Unidos.

    Rusia es país candidato a formar parte de ella. Y Brasil, China, India, Indonesia y Sudáfrica son países en adhesión y cooperación reforzada.

[6] En seis años (2.008 – 2.014) la cifra de parados creció en 11.900.000 de personas en los países ricos y más desarrollados.

[7] Explicaremos la tasa de ganancia g´ más adelante al desarrollar y demostrar la formula D  –  M … P … M´ –  D´ de Marx que representa el ciclo del proceso de producción capitalista.

[8] Que en la entrega siguiente (VI Sobre la crisis y los diferentes capitalistas) se aplicará a la realidad concreta de Aragón, a partir de la elaboración de un Ensayo inédito del mismo autor  titulado “La necesidad de una política de izquierdas” realizado en 1995.

[9] El hecho de que también se haya dado la inexistencia de la competencia como real tampoco varía la naturaleza del razonamiento. La competencia (“pelea”)  tanto del trabajador con el trabajador por vender su fuerza de trabajo como único medio de subsistencia que tiene, como la competencia (“pelea”) del  capitalista con el capitalista para vender más el uno con respecto del otro, que es el único medio que tienen para poder acrecentar sus capitales, lo único que le añade al razonamiento es complejidad sin variar su naturaleza. La competencia tal y como se concibe en el modo de producción capitalista, o sea, en la sociedad actual significa o “tú” o “yo”. Es algo excluyente, que excluye, o “trabajas tú” o “trabajo yo”. O “vendes tú” o “vendo yo”.  La competencia así concebida es el origen de la violencia que se origina en las relaciones de producción capitalista y que después trasciende a todos los niveles de palabra y obras de la sociedad.  Eficiencia no es necesariamente sinónimo de competencia, y colaboración, cooperación, “trabajar con” es siempre y necesariamente la antítesis de competencia.

 [10] Llegar a la conclusión de que existen diferentes tipos de capitalistas (grandes empresas y multinacionales y pequeños y medianos empresarios) en orden a formar grandes mayoría para la transformación democrática de la sociedad adquiere una dimensión política de primera magnitud, toda vez que no tienen los mismos intereses la señora Botín del Banco de Santander que un fontanero autónomo con dos empleados, siendo ambos jurídicamente igual de empresarios.

[11] Para simplificar al máximo los razonamientos que se harán posteriormente en este ejemplo,  se considera que la materia prima y demás servicios necesario para poder realizar el proceso productivo P no le cuestan nada al capitalista (lo que no afecta para nada a la naturaleza del cálculo, excepto que el mismo queda reducido a su grado más elemental), por consiguiente, en el concepto de mercancía M que aquí se considera, sólo se tienen en cuenta máquinas y tecnología como capital fijo C y el capital variable V –salarios-, que en todo caso, son los dos elementos básicos que afectan al beneficio del capitalista.

[12] Estudio de la situación actual de la economía aragonesa, pág. 95. UGT, noviembre 1.994 (Si se tratara de analizar la formación social aragonesa a fecha de 2014, únicamente habría que actualizar los datos).

[13] Eliseo Oliveras. La UE se planta ante la caza de subvenciones de GM para Opel. El Periódico de Aragón, 14.03.1009.

[14] El gobierno de Aragón concede a GM una subvención de casi 6 millones de euros para la fabricación del nuevo Meriva.  Comarcalización de Aragón, comarcas.es, 25.11.2008.

[15] Lorena López/Rubén Estebler. Veintiuna grandes industrias paran por la subida de la luz en la bolsa eléctrica. Eleconomista.es. 12.12.2013.

[16] SEPI.ES: Seat, Enansa, Trasatlántica, Marsans, Entursa, Secoinsa, Teisincro, La Maquinista Terrestre y Marítima, Ateinsa, Fábrica San Carlos, G.E. Álvarez, Artespaña, La Luz y Oesa entre otras más pequeñas.

[17] Adolfo Lorente. La UE ha inyectado 608.000 millones para rescatar bancos. Heraldo de Aragón, hoja 35,  24.09.2014.

[18]  Juan Velarde Fuertes, Catedrático de la Universidad de Madrid, prólogo a la obra de Juan Muñoz, “El poder de la banca en España,  2ª edición, edit. Zero, Madrid, 1970.

[19]  Felipe Gonzalez. Avance/Intervención, Colección de actualidad, número 1, pág. 50. Edit. Avance, abril 1976, Barcelona.

[20]  Felipe González. Obra citada, págs. 54 y 55.

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