Crónicas broquelianas: ‘El mercado’


Por Lucio Lanzan

   Después de cinco semanas de reclusión, acabo de de sacar Crónica Broqueliana que teníamos en el congelador desde marzo.

   Y como cuando marzo mayea, pues eso, en mayo publicamos la crónica de marzo, saquémosla, entonces,  y que vaya entrando en calor.

   La concesión que los detallistas del Mercado Lanuza tenían llegaba a su fin.

   Desde el año 2006 la gestión del Mercado Central la llevaba Mercazaragoza, una sociedad cuyo presidente es el Alcalde de Zaragoza.

    El Mercado necesitaba un lavado de cara, mejor dicho: lifting, labios, pómulos y nariz. El equipo de Juan Alberto se puso en marcha, sacó a concurso la obra y montó un mercado provisional al en la muralla. A cada detallista le cobró  más o menos 70.000* euros y la promesa de volver al Antiguo cuando estuviese reformado con una concesión a cincuenta años pagando unos 100* euros al mes. Muchos de los detallistas decidieron no seguir  quedando un enorme espacio para los puestos que había. Se hizo un segundo intento a lo largo de los meses sacando a concurso más puestos y una serie de espacios dedicados a la hostelería.

     Con la entrada de ZeC en el ayuntamiento en 2015 el proyecto cae en manos de los ungidos y todo hubiese ido con normalidad si solamente se hubiese planteado eso, un mercado de abastos. Hablaban de un presupuesto de 15 millones y Santiesteve dice que han gastado 13, pues cojonudo.

    Así comenzaron las obras allá por junio de 2018

     En Zaragoza estamos jartos de oír que ¡Qué magnifico el mercado San Miguel de Madrid! ¡No veas cómo estaba la Boquería! ¡Estuvimos en Valencia y patatín! ¡Estuvimos en Valladolid y patatán! …… Nosotros esperábamos que al ser un mercado tan grande y que iba la mitad de detallistas, todo el espacio restante se ocuparía de la gastronomía.

     Pues no.

     Como he dicho la gestión la cayó al equipo de Santiesteve y resulta que el al parecer el equipo de éste estaba ocupado y comenzaron a meter el hocico en el asunto los palmeros de la Asociación de Vecinos  Lanuza Casco Antiguo de Zaragoza que como no se habían podido enchufar en el Ayuntamiento en nada, querían ganar posiciones. La “Duma” estaba establecida  hace años en la Calle San Pablo, antes incluso de que existiese Podemos y la verdad, funcionaba bien, había buen rollo y colaboración,

      Zec trapichea el gobierno del Ayuntamiento con Lamban a cambio del de Aragón y los tipos estos de la “Duma” toman el Instituto Luis Buñuel (Petrogrado) y además les dan Moscú.

      Una buena mañana, me vienen unos señores del Pulitburó, uno de ellos con una gorra del Che, mostrándome el proyecto para los negocios de hostelería que habían pensado para el Mercado.

       Me quedé con cara de gilipollas, aún me dura.

       No comprendía que cojones hacían esos alicates tomando decisiones sobre el Mercado, pienso yo que, habrá una Asociación de Detallistas, una Cámara de Comercio, una Asociación de Cafés y Bares, un alguien a quien preguntarle y consultarle, un alguien que haya dado algún palo agua en su vida alguna vez.

     Me expusieron que solamente estaban contemplados  cuatro puestos de hostelería en un espacio gastronómico, me dijeron además que sólo cuatro, para así, proteger la hostelería de la Zona.

      En vez de darle una patada en los huevos a cada uno, les dije que me lo pensaría.

    Tempus fugit y resulta que las cosas se hicieron así, con cuatro negocios de hostelería que al parecer ganó el concurso de los cuatro espacios la misma empresa. La empresa que gestiona el Club Nautico y gestiona las Barras de las Fiestas del Pilar y algo más que se me escapa.  Pero bueno si lo hacen bien, bienvenidos al barrio.

   El remozado Mercado Central volvió a abrir sus puertas el seis de febrero y , joder, se nos comieron por los pies, esas dos primeras semanas trabajamos en el Broquel como si fuesen Pilares, una locura. Entra dentro de la lógica, todo el mundo viene al Mercado, se colapsa y la hostelería de alrededor  se beneficia. Tenía razón del de la gorra del Che.

    Febrero fue un mes espectacular en ventas y en climatología de modo que la crisis post navideña se convirtió en unos medio Pilares.

     Felicidad absoluta, pero, (tenía que haber un “pero”) transcurridas dos semanas todo el mundo había visitado ya el mercado y vemos la realidad: muy chulo, muy limpio y muy espacioso. Los puestos han mejorado un poco, al menos hasta ahora, la estética, la presentación, la higiene y venden lo mismo que antes teniendo que hacer más cola.

    Los negocios de hostelería son lo que son, trabajan con diferentes precios y diferentes recipientes de plástico o vidrio en función de su horario y sobre todo se pasan por el forro la normativa municipal de horarios, salida de humos y contaminación acústica.

    La reforma del Mercado suma, es indudable que suma y atrae nuevos clientes y además como los negocios de hostelería lo hacen como lo hacen, la gente va, ve y viene al Broquel.

    Echamos de menos aquella idea de que te pudieran abrir unas ostras con una copa de cava en la pescadería, que pudieses comerte un jamón al corte con una copa de tinto, que pudieses comprar unas setas y te las cocinasen como hacía antiguamente el Pinocho, que en fin fuese lo que creo que todos quisiésemos que fuese. Seguirá siendo lo mismo, los turistas que pasan entran desde la estatua de Augustus, volverán a fotografiar las merluzas sin ojos, las montañas de acelgas, las setas de criadero, las malangas, yucas, boniatos y ñames de mierda.

   Si quieren fresones, cerezas o alguna fruta troceada  tendrán que comprar una barquilla por cinco euros en vez de un blíster de 200 gr por dos.

   Todos contentos, entonces.

   Llegó el Corona-virus se jodió todo. Feliz arresto.

(*) Es una media aritmética dependiendo de la ubicación del puesto y de los metros cuadrados. La propia página web del ayuntamiento hace las cuentas.

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