Por Martín Ballonga

   ¡Un éxito sin igual del Pollo Urbano!. Una sección de Martín Ballonga con píldoras, runrunes y comentarios que nos llevaran por pequeñas pistas a caminos de interés asegurado para nuestros lectores ¡No te las pierdas!

  Como, al parecer, el hábito hace al monje (¿o era al revés?), el padre Melero aconseja que no se asista a las misas por internet o televisión en pijama ni en chándal. Hay que asearse, dice, y vestirse adecuadamente, aunque no se salga de casa. También aconseja encender una vela aromática y colocar una cruz o una imagen de la virgen del Pilar cerca del televisor o del ordenador. Unos consejos que han sido respetados, escrupulosamente, por todos los fieles cristianos. Loado sea el Señor.

  Mientras tanto, todas las iglesias, catedrales, conventos y demás templos religiosos se encuentran cerrados a cal y canto hasta que no pase la pandemia del coronavirus. ¿Por qué no se utilizan como hospitales ocasionales? ¿O como refugio de los sintecho? ¿No decían que los besamanos no eran un problema porque la virgen tiene las manos inmaculadas? ‘El Pollo Urbano’ se puso en contacto con el arzobispo de Zaragoza, Vicente Jiménez, pero como si no. Silencio sepulcral. ¡Menuda tropa… y el general con sarna!

  Eso sí, el obispo de la diócesis de Huesca, Julián Ruiz, publicó en esta pasada Semana Santa un decreto con las normas que tenían que seguir los sacerdotes. Misas a puerta cerrada transmitidas por televisión o radio para que los fieles siguiesen la eucaristía en sus hogares, “porque”, dijo, “ofrecen un extraordinario instrumento para vivir espiritualmente los misterios de la muerte y la resurrección del Señor”. ¡Ah, el clero, con esos obispos que predican castidad y pobreza mientras su vida privada es un escándalo de riquezas y sometimientos! ¡Menuda tropa… y el general con sarna!

  Para redondear la función, el papa Francisco nos orienta de cómo hemos de velar para que el amor llegue a todos y nos transforme en medio de esta pandemia. Y proclama, recordando la palabra de Jesús a los apóstoles, amedrentados por la fuerte tormenta en medio del lago: “¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe? ¡No tengáis miedo!”. ¡Menuda tropa… y el general con sarna!

  Alexander Lukashenko, presidente de Bielorrusia, recetó lingotazos de vodka –no lo hará para olvidar, que posee memoria de pez- y sesiones de sauna para mantener a raya el coronavirus. Con similar propósito, Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, recomendó llevar siempre encima un escapulario o una estampita de un santo o una virgen, a modo de “detente bala” carlista. ¡Menuda tropa… y el general con sarna!

  Por su parte, Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, insiste en que el coronavirus es una gripe ligera y que sus viriles compatriotas, capaces de bucear por las alcantarillas y salir indemnes, no se van a amilanar ante un bichito. ¡Menuda tropa… y el general con sarna!

  En opinión de Bernie Sanders, del ‘The New York Times’, Donald Trump “causará la muerte de ‘miles’ y usará el dinero para combatir el coronavirus para financiar su reelección”. Y los que viven de chupar disfrazan la negligencia del jefe bajo el capazo del bien común. Les gustaría decretar el tiro al plato y la caza del detractor. ¡Menuda tropa… y el general con sarna!

  Llegará el momento en que Unidas Podemos se canse de hacer el ridículo al criticar cada donación de Amancio Ortega. Calderilla, de acuerdo, pero un gesto al fin y al cabo. Parece que para Pablo Echenique, el que tenía a su empleado cobrando en negro y sin Seguridad Social, aún no ha llegado esa hora. Y lo peor es que no parece estar cercana. ¡Menuda tropa… y el general con sarna!

  Para empezar, los mismos que critican a Amancio Ortega que se bajen el sueldo. O, directamente, se los quiten. Que Pablo Iglesias sufra un poco para pagar la hipoteca de su chalet en Galapagar. Y no habría que descartar Erte en empresas públicas -¿por qué no?-, pues en esta catástrofe sanitaria, laboral y económica vamos a salir muy tocados todos. ¡Menuda tropa… y el general con sarna!

  Echenique da jabón al presidente Pedro Sánchez, pero mucho más al suyo, Pablo Iglesias, a quien ve como un redentor llamado a cambiar España. Sin embargo, a los autónomos, la parte más débil y peor representada, ni los menta en la crisis. ¡Menuda tropa… y el general con sarna!

  Podemos sigue la estrategia que sugería un militar que salía en ‘Bananas’, aquella setentera película de Woody Allen: “La CIA no se la juega, parte de sus hombres luchan con el presidente, y parte luchan contra él”. ¡Menuda tropa… y el general con sarna!

  Los muertos, los vivos, los contagiados, los sanos, los ancianos, los niños, los autónomos, los sanitarios o lo enterradores, entre otros ‘colectivos’, nos piden que demos muchos recuerdos a Pedro Picapiedra y a su amigo Pablo. Saludos, también, a Vilma. Y ya se sabe: “Yabba Dabba Doo”… El próximo capítulo de la serie animada llevará por título ‘La charanga del tío Perico y el tío Lenin’. ¡Menuda tropa… y el general con sarna!

  La cursilería debería ser la próxima víctima del coronavirus. No lo es todavía, conectada como está a los respiradores artificiales de la política sin moral y del periodismo sin independencia. Porque la cursilería es el condimento de la propaganda, la levadura que infla el discurso desmigado de Moncloa hasta que un globo de cháchara tape una ringlera de ataúdes y un cerro de negligencias. La retórica de Sánchez estos días es hija ilegítima de un Winston Churchill comprado en los chinos con una miss universo recién coronada. ¡Menuda tropa… y el general con sarna!

  El periodista Stig Dagerman llegó a la Alemania destrozada de la posguerra mundial y lo primero que vio en la estación de Hamburgo fue, junto a la lista de los jóvenes desaparecidos en el frente, el anuncio de un astrólogo ofreciéndose a informar a los padres, previo pago, del paradero de sus hijos. ¡Menuda tropa… y el general con sarna!

  En los hospitales y en las trincheras, según el dicho, tanto las doctrinas como el ateísmo no cuentan. Si Kant hablaba de los límites de la razón y Hegel del misterio del Ser, los redactores polleros somos, como Buñuel, ateos gracias a Dios. ¡Abajo las caenas! Y nos hacemos esta pregunta: ¿hemos de devolver a dios –con minúscula- el billete de la vida, como Iván Karamazov en ‘Los hermanos Karamazov’? ¡Menuda tropa… y el general con sarna!

  Mientras tanto, las personas se lavan las manos constantemente para huir de la muerte como lady Macbeth, que se las lavaba para lavar su conciencia, e ignoran a los enterradores -¡esos aplausos!-, que Shakespeare siempre tenía presentes. Escribió esa obra durante la cuarentena de la peste y describe en ‘Hamlet’ la falta de respeto con la que los sepultureros trataban a los cadáveres: “Una piqueta con una azada, / un lienzo donde Revuelto vaya, / y un hoyo en tierra / que le preparan / para tal huésped, / eso basta”. Ahora se esconden los cadáveres y los entierran sin testigos. Y, aunque la gente no quiere verlos, los féretros se amontonan. ¡Menuda tropa… y el general con sarna!

  Ha fallecido recientemente el dramaturgo estadounidense Terrence McNally, reconocido homosexual y autor de obras como ‘The Full Monty’ o el musical ‘Ragtime’. Una de sus mejores piezas es ‘Corpus Christi’, en la que se representa a Jesucristo como un gay que mantiene relaciones sexuales con sus doce apóstoles. Más recuerdos póstumos a los ilustres Manuel Alvar, eminente lexicógrafo zaragozano, prolífico autor de obras filológicas e hijo del que fuera director de la RAE; Carlos Moncín, nombre propio del fotoperiodismo de nuestra comunidad y del arte de la fotografía, cuyas imágenes de tauromaquia constituyen otro de los brillantes legados artísticos que deja este bilbilitano; Carlos Lisón, zaragozano de La Puebla de Alfindén, cuya obra destaca por su gran volumen y por su influencia en la implantación y desarrollo de la antropología sociocultural en España, o Santiago Lanzuela, dirigente conservador turolense (de Cella) que estuvo al frente del gobierno aragonés entre 1995 y 1999, un hombre comprometido con la plena autonomía; Landelino Lavilla, político clave de la transición española, leridano de orígenes oscenses (Castejón de Moncayo), que estudió derecho en la universidad de Zaragoza y su imagen quedó para la historia cuando era presidente del Congreso y Tejero entró en el hemiciclo pegando tiros durante el golpe del 23-F. ¡Qué gran tropa!

  Tampoco nos olvidamos de Antonio María Almazán, pintor turolense (de Odón) y fundador de la asociación de artistas figurativos aragoneses; Pedro Segura, batería del ejeano grupo de rock Tako, desde su formación en 1984; Luis Eduardo Aute, cantautor y pintor y poeta y cineasta filipino admirador de Goya y Buñuel; José María Calleja, periodista vasco, de origen leonés y madrileño de adopción, tenaz, locuaz y paciente, de carcajada desmedida, siempre “con los ojos nerviosos” y la “barra libre” para preguntar, que se acercaba a menudo a Zaragoza, lugar de residencia de su compañera Pilar Vicente, y se le veía por la antigua taberna ‘Paricio’ o el bazar ‘Quiteria Martín’, y Radomir Antic, elegante jugador y entrenador de fútbol serbio, que jugó en el Real Zaragoza y parecía hacerlo con frac. Y con su peculiar forma de hablar castellano: la manera de mandar abrazos, ‘un bratzo’, se hizo su seña de identidad. ¡Qué gran tipo!

  “¿Y qué voy a hacer con Jesús, el llamado Cristo?”. Y todos a una: “¡Sea crucificado!”. Pero Pilato preguntó de nuevo: “¿Qué mal ha hecho?”. Mas ellos seguían gritando con más fuerza: “¡Sea crucificado!”. Tras tanto tiempo de estado de alarma, ya no importa lo que haga el gobierno. Tanto las decisiones equivocadas como las acertadas se van a juzgar igual. El gobierno merece caer. Amén.

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