De Sajones y Rumanos. Parte I: Sibiu


Por Marshall

    Europa, pese a todos sus nacionalismos (los de siempre y los nuevos), es un ente bastante difuso en cuanto a fronteras.

     Las únicas que parecen estar claras son las que se pintaron sobre un mapa, pero esas no las elegimos la gente de a pie, por desgracia, con lo cual tendemos a crearnos fronteras culturales, étnicas y religiosas. El pueblo rumano no es una excepción, pero una visita a este interesante y no muy turístico país, te lleva a repensar muchas cosas.

     Si uno se deja de falsos castillos de Drácula y alguna que otra ciudad reconstruida más como un poblado tirolés que otra cosa en Rumanía puede uno encontrar lugares realmente únicos. Uno de ellos bien puede ser el llamado país sajón, sasi en rumano, con sus iglesias fortificadas, sus ciudades patrimonio de la Humanidad, casitas de madera y población amable, amén de cervezas y comida a un precio muy razonable.

    ¿Quiénes son estos llamados sajones? En realidad se trata de rumanos de origen alemán que mantienen su lengua, costumbres y sobre todo su alimentación, que puede hacer que el colesterol llegue a límites insospechados como te descuides. De hecho Transilvania no está completa sin sus sajones, aunque éstos fueron objeto de una triste persecución. 80.000 sajones transilvanos fueron arrestados por el ejército soviético y enviados a campos de trabajo tras la segunda Guerra Mundial. La mayor parte de ellos, por otro lado, sufrieron persecución étnica durante el demencial régimen de Ceacescu y es por lo que buena parte terminaron emigrando a Alemania.

    Sibiu es una ciudad donde los tejados te miran con unas ventanitas en forma de párpado entrecerrado que te acompañan a lo largo de todo el periplo por la zona sajona.

     Es, por otro lado, una de las ciudades más peculiares en cuanto a distribución urbana de su época. Lo frecuente en el medievo era una plaza central y comercial, donde estaban además las instituciones civiles. Sin embargo Sibiu tiene tres plazas entrelazadas que producen un curioso efecto urbano al que se suman las diferentes alturas de las calles y las murallas.

     Intentar cubrir todos los edificios de interés de la ciudad es prácticamente imposible, pues uno de cada tres está catalogado, así que es cosa de pillarse una guía detallada y volverte majara pateando calles o seguir el instinto y perderse callejeando. Fue lo que hicimos y el resultado fue óptimo.

    Aclarar que el tiempo en Rumanía, aún en verano, es bastante más húmedo, por lo que nos recibió una buena llovida que se prolongó tres días, lo que nos resultó útil de cara a encontrar la Rumanía menos habitual.

     Una Rumanía que nos mostró un consejo que suele servir para cualquier viaje es viajar sin los prejuicios que tanto nos acompañan en la maleta de nuestra cabeza. Es por ello que pudimos asistir a una interesante exposición LGTB rompiendo barreras dentro de un país donde existe una homofobia muy arraigada. De hecho fue casi lo primero que nos encontramos, para nuestra sorpresa.

    Tras ello tocó algo más de turismo tradicional, pero no sin antes pasear una soprendente y amplia Feria del Libro. Se celebra en julio y se pueden encontrar libros en varios idiomas.

    Como también hay que alimentar el cuerpo, además del espíritu, en otra plaza visitamos un mercado de productos tradicionales (muy recomendables los quesos y licores) que se pone casi a diario junto a la iglesia evangélica en Piata Huet. Ya puestos a alimentar el cuerpo conviene investigar los desayunos de Piata Mare y alrededores. Impresionante el café Atrium.

     De lo más destacable, ya lo he dicho, pasear, dejarse llevar por las calles del casco histórico. La Torre Sfantului tiene la mejor vista de la ciudad y no hay que perdérsela.

      En lo negativo sorprende la escasa oferta de alojamientos de precio económico. Conviene reservar con tiempo y asegurarse de la zona de la ciudad donde se encuentra tu pensiunea, pues te arriesgas a paseos adicionales que incluyen las empinadas cuestas de acceso a la ciudad antigua.

El blog del autor: http://yosiplauma.blogspot.com/

Siguiente capítulo: Biertan y los pueblos sajones.
Fotos: Paloma Marina

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