Viaje por los pueblos deshabitados de Aragón (III)

Por Jesús Sáinz

   Corría el año 2008 cuando Jesús Sainz, afamado científico aragonés por entonces trabajando  como tal en una importante empresa  radicada en Islandia, gran amigo y cofundador del Pollo  Urbano, y Sánchez, director del mismo decidieron embarcarse en una aventura que aunque estaba planeada para culminar con la realización de  un extenso documental…

….sobre “Los pueblos deshabitados de Aragón”,  las circunstancias de todo tipo y , como siempre, las fundamentalmente  económicas, determinaron la  actual extensión videográfica  del reportaje aunque no  así el libre y desembarazado   texto original que,  juntocon las fotografías que acompañan a estos tres reportajes escribió  y captó con su maestría sin par el gran compañero de viaje  Jesús Sainz Maza.

Viaje por los pueblos deshabitados de Aragón (III)

Por Jesús Sáinz

      Pasamos por Jaca sin detenernos y giramos hacia el este en dirección a Sabiñánigo por la carretera N-330. Al llegar a Sabiñánigo tomamos un desvío hacia el norte que se dirige a Larrés. A unos ocho kilómetros se halla Isín.

    Las montañas han aumentado su tamaño y, en algunos momentos, podemos observar los picos nevados pirenaicos en toda su belleza. Divisamos Isín apoyado en una ladera y dominando el valle creado por el río Aurín. Paramos un momento para disfrutar de la belleza del paisaje y de paso para tomar imágenes del pueblo en la distancia. Filmamos la presa de contención que crea una cascada de agua cristalina y sonora. Aunque no lleva mucho agua. La sequía ha hecho que el río no tenga casi caudal.

    Seguimos por la carretera que asciende hasta llegar a Isín. Es un pueblo completamente reconstruido. Incluso parece que fuera un pueblo nuevo. El pueblo ha sido rehabilitado recientemente. En la restauración han colaborado numerosas entidades. Entre ellas se hallan la Unión Europea (fondos FEDER), el Gobierno de Aragón, la Caja de Ahorros de la Inmaculada, Ibercaja, RENFE, Caja Madrid, la Diputación Provincial de Huesca, el Ayuntamiento de Sabiñánigo, la Fundación Benito Ardid y la Fundación Alcoa.

    Hoy el pueblo tiene una finalidad social. Según un gran cartel que hay a la entrada, es un «centro de ocio y tiempo libre para niños discapacitados.» Los niños pueden disfrutar allí de la naturaleza y de un ambiente sano. Su localización privilegiada ofrece unas vistas espléndidas. Las montañas que lo rodean están cubiertas de árboles, cuyo denso color verde contrasta armoniosamente con el azul del cielo despejado que tenemos la suerte de disfrutar.

    Isín, un pueblo que tiene el mismo nombre que una famosa ciudad mesopotámica que floreció en el año 2000 antes de cristo, fue abandonado en el año 1966. En 1998 la Fundación Benito Ardid inició el proyecto de rehabilitación. Puede que sea el primer pueblo español adaptado para discapacitados. Se han eliminado barreras arquitectónicas como las escaleras, bordillos y otro tipo de obstáculos que hacen la vida muy difícil a las personas con movilidad reducida. El pueblo también trata de atraer al turismo y cuenta actualmente con una casa rural, un albergue, un restaurante, una granja escuela y una pista deportiva.

    No vemos a nadie. Parece completamente deshabitado. Damos una vuelta y filmamos algunos edificios, calles, vistas desde el pueblo y la iglesia románica que data del siglo XV. Acabamos la filmación y emprendemos la vuelta hacia Sabiñánigo. El día avanza y el tiempo apremia. Subimos al and Rover y nos dirigimos al valle del río Guarga, en dirección a Boltaña, para filmar tres pueblos más antes de que se vaya la luz.

    Después de pasar Sabiñánigo, hacemos una breve parada para tomar un tentempié. Un par de tapas y una cerveza. Luego reanudamos la marcha en dirección sur por la N-330 y, una vez pasados los pueblos Baranguá y Lanave, llegamos al cruce con la carretera A-1604. Giramos a la izquierda en dirección al valle del Guarga. Nuestro destino es Artosilla que se halla a unos 17 kilómetros desde la entrada a la A-1604. Seguimos por el valle unos 11 kilómetros hasta llegar a un desvío a la izquierda que nos conducirá a nuestro destino.

Artosilla

    Para llegar al desvío hemos pasado bordeado el río Guarga y pasado la carretera que lleva al Castillo de Guarga y el molino de Villobás. Nada más entrar al desvío, vemos unos cubos de basura grandes y bien alineados. También hay unos buzones para el correo. Seguimos unos 4 kilómetros hacia el norte hasta que al final de la pista hallamos Artosilla.

    Es una antigua aldea que aparece citada en un documento judicial fechado el 11 de julio de 1177 con motivo de un pleito entre Alfonso II de Aragón y Jimeno de Artosilla. A éste último se le reconoce la propiedad del lugar. En 1495 está registrado con dos fuegos. En 1646 se registra un fuego. En 1787, tres vecinos y en 1857 veinte habitantes. Es decir que su población ha sido siempre muy escasa. A pesar de su escasa población, la aldea tuvo conexiones con la nobleza. Era feudo de la familia de los Villacampa, originaria del pueblo cercano con el mismo nombre, que era una familia de Infanzones y aparece registrada como parte de la nobleza.

    La aldea quedó deshabitada en la década de los años 1960. Entonces fue adquirida por el Patrimonio Forestal del Estado y los montes repoblados con pinos. En 1986 fue cedida a la Asociación Artiborain (Artosilla, Ibort y Aineto) con la finalidad de que fuera repoblada y rehabilitada.

    El entorno es de una gran belleza y podemos ver al sur el imponente Tozal de Guara con sus 2077 metros de altura. Artosilla está situada a 990 metros de altura en un valle localizado en la cara sur de la sierra de Portiello. Su entorno es despejado y no hay grandes montañas que obstruyan la vista y la luz solar. Todo ello hace que el lugar sea muy agradable. Aunque, como documenta el ministro isabelino Pascual Madoz en los años1840, está «entre 2 montañas, combatido por todos los vientos.» El mismo Madoz dice que el lugar está lleno de peñascos, no hay prados y muy poco pasto. Producía entonces, trigo, avena, cebada, legumbres, cáñamo. Había cría de ganado lanar y cabrío, pero en escasa cantidad. También se cazaban liebres, conejos y perdices. El lugar está en el barranco de la Canaleta donde se ha originado un pequeño valle con pocas tierras de labor. Es el corazón de la Guarguera, una de las zonas de España, y de Europa, que ha sido más castigada por la despoblación.

    El pueblo actual está restaurado con gusto y elegancia. Hay varias casas que parecen confortables y que además han sido rehabilitadas con respeto a la arquitectura original. Después de admirar lo que nos rodea, empezamos a trabajar en la filmación. Non han pasado unos minutos cuando se nos acerca una persona de edad mediana. Nos saluda y empezamos a charlar. Nos explica que vive en el pueblo. Le informamos de nuestro trabajo y él nos cuenta que lleva viviendo allí 18 años. Es una de las personas que empezaron la rehabilitación. Nos explica la dificultad de vivir allí y cómo muchos de sus previos habitantes lo han dejado. En concreto tres parejas que decidieron irse de allí recientemente. Nos habla de la iglesia que al haber sido desacralizada dificulta el conseguir fondos para rehabilitarla. También de «un loco» que habitó el pueblo y que le prendió fuego a la iglesia lo que hizo que interviniera la guardia civil. Los habitantes tomaron la decisión, de forma asamblearia, de que se fuera. Pero la noticia del incendio tuvo eco en los medios de comunicación dándoles mala imagen. También nos cuenta sus planes para sobrevivir allí. Está preparando un taller de actividades para conseguir financiación. Con amabilidad nos invita a tomar algo de beber pero tenemos que rechazar la invitación por falta de tiempo.

    La luz está empezando a declinar y continuamos la filmación. Hay varios edificios de interés. El más significativo es la casa fortín de los Villacampa. Está bastante arruinada. Falta el tejado y los muros han perdido prestancia y amenazan derrumbe. Parte de la casa es utilizada por una familia para vivir, pero la falta de recursos económicos no les permite rehabilitarla. Es una casa de de muros recios construidos con sillares de un tamaño notable. La iglesia parroquial está medio en ruinas. Junto a la iglesia hay plantado un ‘tipi’ indio sin nadie que lo habite. Parece ser que sus propietarios lo han dejado allí y han desparecido durante el invierno, aunque se espera que aparezcan en verano. No es de extrañar, a pesar de que en los últimos inviernos no ha caído tanta nieve en Artosilla, vivir allí en una tienda india durante el duro invierno pirenaico no debe de ser fácil.

    Hemos terminado el trabajo, son casi las tres de la tarde y decidimos seguir hacia nuestra próxima parada.

Aineto

    Volvemos por la misma pista que hemos llegado y nos dirigimos de nuevo a la carretera que bordea el río Guarga. Allí, giramos a la izquierda. El tráfico es casi nulo. Me imagino que es debido a la temprana época del año. Por el camino hacemos una parada para filmar el agreste y bello paisaje. Un puente de piedra, que aún se mantiene en pie, cruza el barranco. La poca agua que baja es cristalina y nos permite ver las piedras rodadas del cauce. El reflejo de la luz le da al agua tonalidades verdosas. Grandes rocas de formas rectangulares se amontonan en direcciones aparentemente caprichosas a ambos lados del barranco. El silencio y la naturaleza proporcionan al momento una calidad poco frecuente.

    Al cabo de cinco kilómetros encontramos un puente que nos permite cruzar el Guarga y pasar al lado sur del río. Tres kilómetros de buena pista y llegamos a Aineto. El pueblo se halla en una llanura que domina el valle a sus pies. A 998 metros de altura, la vista es despejada y los montes se ven lejanos. La zona circundante está repoblada con pinos en la umbría, aunque en la solana solo se ven algunos quejigos aislados. En los alrededores hay numerosas plantas como el erizón, la aliaga, el torvisco y el boj. Como es de esperar, el lugar es bastante frío en invierno (puede llegar a menos de10ºC bajo cero) y suele haber heladas y nevadas.

    Aparcamos y entramos a pie en el pueblo. Se ven aproximadamente una docena de casas y el pueblo parece rehabilitado casi en su totalidad. También se ven bordas y hornos. Tiene una estructura alargada y las casas se alinean al lado de una calle principal limpia y cubierta de piedras para facilitar el tránsito en días lluviosos. Hay como unos ocho coches aparcados. Vemos varias personas que está trabajando en la rehabilitación de un par de casas. No nos prestan la menor atención. Las casas son señoriales y la iglesia se ve al fondo.

    Varias de las casas conservan chimeneas tradicionales de formas cilíndricas y rectangulares que parecen bastante antiguas. Alguna de ellas está rodeada de andamios que ayudan en el proceso de rehabilitación. En una de las casas hay una doble ventana de estilo gótico que le da un aire entre noble y artístico. La casa está bien rehabilitada aunque parte de la pared está desconchada y se ven las piedras. La casa es grande y sólida, tiene tres pisos y buena apariencia. En la puerta hay un dintel semicircular que se apoya en jambas de gruesos sillares de piedra. Tiene una bonita puerta de madera que se adapta a la forma semicircular y en la que se abre un rectángulo interno para dar entrada. La madera de color rojizo está bien conservada y tiene gruesos remaches de hierro con función ornamental.

    La iglesia parroquial es pequeña y está dedicada a San Hipólito. Tiene un cementerio donde hay tumbas de antiguos habitantes del pueblo. La iglesia está obviamente desacralizada ya que no tiene tejado y dentro hay todo tipo objetos de la vida cotidiana: Sillas, una estructura de madera cuya función fue enrollar cable y que ahora se utiliza como mesa, contenedores de plástico, troncos, pedazos de madera, toallas, un circulo de piedras que indica el lugar para las hogueras, e incluso hay un pequeño jardín junto a la pared que está rodeado de piedras. Parece que la iglesia es utilizada hoy como lugar de reunión y de almacenaje. Los muros son sólidos y están bien conservados. Un árbol espigado y tan alto como los muros ha crecido dentro de la iglesia. El sol ilumina todo el interior al no quedar nada del tejado.

    La primera cita documentad de Aineto es muy antigua. Del año 1076. Su nombre ha variado apareciendo como Agineto y Ayneto. Fue un pueblo de realengo, propiedad del Rey, lo que explica las casa señoriales. Se registra una población de 5 habitantes en 1790 y de 98 habitantes en 1887, siendo esta última la que parece ser la población más numerosa de su historia. Decrece en 1960, cuando hay solo 6 habitantes registrados y vuelve a crecer en el 2006 cuando tiene 46 habitantes. A sus habitantes se les llamaba «señoritos», quizás debido a que allí vivieron varios Infanzones o hidalgos.

    Aineto estuvo muy poco tiempo despoblado debido a que los guardas forestales y obreros que trabajaban en la reforestación de los años 1960 se establecieron allí. A finales de los años 1970, un grupo de jóvenes que venían de ciudades se establecieron en el pueblo. Estos jóvenes se asociaron con los ocupantes de Artosilla e Ibort y formaron la Asociación Artiborain que en 1987 consiguió de la Administración la cesión del pueblo.

    Después de filmar, nos damos un breve paseo. La luz está disminuyendo rápidamente y ya sabemos lo que nos toca. No hay que perder tiempo. Subimos al coche y en pocos minutos estamos en la carretera de la Guarguera. Giramos a la derecha y nos dirigimos al último pueblo a filmar en el día.

    Más tarde Dionisio me comentaría que habíamos visto, en un solo día, tres estadios diferentes de la rehabilitación de un pueblo. El de juventud, como la de los habitantes de Sieso donde se aprecia el empuje de la energía inicial. El de madurez, como en Aineto donde se ve un pueblo sólido y en marcha. Y por último, el final, como en Artosilla donde pocos de sus habitantes han sobrevivido a la experiencia y muchos otros no han podido con ella. Aunque mi impresión de Artosilla ha sido positiva. Está bien restaurado y mantiene su vitalidad. Podría añadir Isín a la lista, ya que está en uso y ha sido incorporado al tejido económico con la ayuda de poderosas instituciones, pero no parece lógico añadirlo ya que probablemente está deshabitado si exceptuamos los periodos vacacionales.

Secorún

    Volvemos de nuevo a la carretera de la Guarguera y giramos a la derecha. Antes de llegar a Laguarta, a unos 7 kilómetros, tomamos una pista que se desvía a la derecha aunque no vemos ninguna señal. El trayecto es muy breve, un kilómetro más o menos. Cuando llegamos a Secorún nos sorprende la gran belleza del lugar. El pueblo está completamente en ruinas. No tiene ningún habitante y las hiedras crecen por todas partes dándole al lugar un aire entre fantasmal y romántico. La luz ha decaído y baña el lugar con los tonos suaves y dorados del atardecer acentuando su belleza.

    El pueblo se halla encaramado en un monte a 1047 metros de altura. Aparcamos el coche y subimos andando por una calle empinada y cubierta por piedras que nos lleva a los restos de una plaza donde se halla la iglesia. Es difícil de reconocer la antigua estructura del pueblo dado el estado de ruina. Las zarzas se han apoderado de muchos lugares haciéndolos inaccesibles. Hay piedras por doquier. Restos de las antiguas viviendas derrumbadas. También vemos una gran piedra cilíndrica probablemente usada para moler. Un pozo en buen estado de conservación se asoma entre las hiedras. Parece que haya sido restaurado recientemente. Hay rastros de vacas y puede que el lugar tenga visitantes de forma esporádica. Lo que queda en pie de las casas nos indica que fue señorial y con edificaciones de gran porte.

    Secorún es probablemente un nombre de etimología celta. Aparece documentado ya en 1036. En el cartulario de San Juan de la Peña donde se cita a un tal «Aznar Galíndez, de Secorún». Según la Gran Enciclopedia Aragonesa, el cartulario «es un libro formado por cuadernillos de pergamino o de papel en que, en la Edad Media, se copian los documentos recibidos por una persona individual o colectiva.» Uno de los más antiguos el de San Juan de la Peña.

También se documenta un castillo en el pueblo de Secorún con tenentes, o responsables militares, entre 1036 y 1134. En el siglo XI, el rey navarro Sancho el Mayor, incorporó la zona del Sarrablo al entonces condado de Aragón, creando un amplio sistema ofensivo y defensivo en el que formaba parte la tenencia de Secorún junto a las de Senegüé, Sabiñanigo, Larrés y Javierrelatre. El Sarrablo, un valle transversal de tierra pobre, no tuvo la importancia económica de otras zonas vecinas. Sin embargo, debido a su emplazamiento estratégico, el castillo de Secorún estuvo en manos de personajes importantes en la política militar de aquellos tiempos.

    Observamos la iglesia está cuyas ruinas inspiran la tristeza de ver como un monumento histórico y artístico va desapareciendo inexorablemente. Aunque algunas de sus paredes todavía se yerguen altivas y vestidas de verde por la hiedra. Parece como si quisieran decir que están retando al tiempo. Pero la realidad es que poco va quedando de aquel pueblo e iglesia que fueron importantes en una época lejana. Parece que no solo el pueblo desaparece sino también su memoria. Es difícil encontrar información sobre Secorún. Baste decir que no tiene entrada ni en la Wikipedia española ni en la Biquipedia aragonesa, aunque, para mi sorpresa, tiene una entrada en la Wikipedia polaca.

    Cuando acabamos la filmación son alrededor de las seis de la tarde y la luz empieza a ser escasa. Decidimos tomarnos un refrigerio en este paraje tan singular y tan bello. Sin instalar la mesa siquiera, nos tomamos un pedazo de queso, olivas verdes, guindillas y un trago de vino. Nos hacemos una foto para el recuerdo. Después de disfrutar del lugar y del descanso, decidimos emprender el camino hacia Boltaña donde vamos a pasar la noche.

    Volvemos a la carretera de la Guarguera, giramos a la derecha y conducimos unos 20 kilómetros para llegar a Boltaña después de pasar el puerto del Sarrablo. Hemos reservado un par de habitaciones en el Hotel Boltaña. El de siempre, el que está situado en la carretera a los pies del antiguo pueblo que vigila en lo alto del monte. Ha cambiado mucho en las últimas décadas. Lo han arreglado, tiene un aspecto moderno y las habitaciones son muy cómodas y calientes. Después de un breve descanso nos damos una vuelta y entramos a un bar, creo que se llama «El Pirineo», para tomarnos unas cervezas. Es pequeño y está a tope de gente, pero al final conseguimos la bebida. Alrededor de las ocho, empujados por el cansancio nos vamos a cenar al hotel. Tenemos que esperar hasta las ocho y media que es cuando abre la cocina. Mientras tanto nos tomamos unas olivas negras y un vaso de vino. Un camarero con experiencia nos atiende amablemente y con mucha eficiencia. Cenamos un plato combinado y charlamos animados sobre las experiencias del día. Pero pronto aparece el cansancio acumulado y, antes de quedarnos dormidos en la mesa, decidimos irnos a dormir.No lo sabíamos pero al día siguiente nos esperaba una jornada que iba a ser difícil.

Capítulo 2º: https://www.elpollourbano.es/reportajes/2020/04/viaje-por-los-pueblos-deshabitados-de-aragon-ii/

Capítulo 1º: https://www.elpollourbano.es/reportajes/2020/03/viaje-por-los-pueblos-deshabitados-de-aragon-i/

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